Alineados con Biden, la cumbre del G7 se prepara para la guerra.

   “El asesino regresa siempre al lugar del crimen”, se dice. Esta frase viene a la mente cuando se elige a la ciudad de Hiroshima (Japón) para esta cumbre del G7, dominada en gran medida por el imperialismo americano bajo este único punto en su agenda: la guerra. Ya que Hiroshima y Nagasaki, ciudades mártires, fueron devastadas los días 6 y 9 de agosto de 1945 por la bomba atómica que el gobierno americano decide utilizar deliberadamente para aterrorizar a los pueblos.

  Del 19 al 21 de mayo se reunieron los jefes de Estado de los siete países imperialistas más poderosos (Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Alemania, Francia, Italia y Japón) acompañados por la Unión Europea. “La lista de invitados externos -India, Brasil, Indonesia y Australia, escribe Les Echos el 17 de mayo, testimonia la voluntad de establecer antes que nada un frente común contra Rusia y en menor medida contra China”. Los Estados Unidos son indiscutiblemente la más poderosa de las potencias del G7. Pero los otros países de la Unión Europea tienen sus propios intereses que no coinciden siempre con los de Washington. En este G7, es de nuevo la agenda de los Estados Unidos la que se les impone a todos.

   Más allá del circo mediático alrededor de la invitación a Zelensky, Biden buscaba llevar a un nivel superior el aislamiento total de Rusia, aún en detrimento de los intereses económicos y comerciales de sus “aliados”, entre los cuales, algunos representantes continúan comerciando con los oligarcas mafiosos de Rusia. Los términos de la declaración común sobre Ucrania son los de un verdadero embargo: “Nos enfocaremos en aquellos que operan en los sectores clave, como la industria de la manufactura, la construcción y los transportes, así como los servicios a las empresas. Vamos a privar a Rusia de las tecnologías, los equipamientos industriales y los servicios del G7 que mantienen su maquinaria de guerra”, etc.

   El imperialismo americano gana la partida: así, la Unión Europea va, desde ahora, a limitar el comercio de diamantes rusos, mientras que quienes trabajan los diamantes en Anvers (Bélgica), habían impuesto la política contraria. Por eso, “la idea americana de una prohibición total de intercambios comerciales con Rusia no tiene ninguna probabilidad de llevarse a cabo”, resalta Les Echos del 17 de mayo.

   En el plano militar, por el contrario, la unanimidad no fue difícil de alcanzar entre los miembros del G7, todos miembros de la OTAN, menos Japón: “Renovamos nuestro compromiso de abastecer el apoyo financiero, humanitario, militar y diplomático que Ucrania necesite, tanto tiempo como sea necesario”, indica la declaración común. Una declaración que cae en el mismo momento en el que la Casa Blanca da luz verde a la entrega de aviones de caza F-16. Nada sorprendente de la parte de los gobiernos que abastecen de armas a Zelensky. Sin excepción, todos hicieron votar aumentos vertiginosos de sus presupuestos militares… sin que los dirigentes de los partidos de “izquierda” y de las organizaciones obreras encontraran gran cosa qué decir.

   En lo que concierne a China, la administración americana se concentró, en el G7, en medidas de retorsión y aislamiento económico, en los que el contenido agresivo no deja lugar a dudas: “El G7 se imagina una OTAN económica para oponerse a China” (Les Echos del 17 de mayo).

Saludamos nuevamente a esos militantes internacionalistas japoneses que organizaron un mitin contra esta cumbre de fabricantes de guerras, denunciando con justicia “La naturaleza imperialista de este conflicto (en Ucrania), de ambos lados”.

Dominique Ferré

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