El 26 de julio, el ejército derribó al presidente Mohamed Bazoum, al mismo tiempo que denunciaba una política que ha conducido a la proliferación de “numerosos muertos, desplazados, a la humillación y a la frustración”, poniendo sobre la mesa su subordinación a la vieja potencia colonial francesa. Una gran parte de la población apoya a los golpistas.

   Macron declaró inmediatamente que “no tolerará ningún ataque contra Francia y sus intereses”, amenazando con “una réplica inmediata e intratable”. Macron y la Unión Europea impusieron sanciones, en tanto que la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO), ligada al imperialismo francés, amenazó con intervenir militarmente. El secretario de Estado estadounidense, Blinken, dio a conocer el “apoyo inquebrantable de Washington a Bazoum: Los Estados Unidos disponen de un millar de soldados y de una base de drones en Níger. Por su lado, los gobiernos de Burkina Faso y de Mali rechazaron esas sanciones y advirtieron contra las amenazas de intervención militar.

   Después de la independencia en 1960, los sucesivos gobiernos han mantenido al país en el seno del imperialismo francés -lo que los periodistas han llamado “francoáfrica”. Ya que, por otra parte, si la mitad de la población vive en la “extrema pobreza”, según el Banco Mundial, el subsuelo nigeriano reboza de gigantescas reservas de cobalto, diamante, platino y, sobre todo, de uranio: Níger es un importante proveedor para la industria nuclear francesa y europea.

    La multinacional Orano (ex Areva) (el Estado francés es propietario del 45%) es quien explota los yacimientos. Los vínculos son tan estrechos entre Orano y el poder nigeriano que el predecesor de Bazoum, Mahamadou Issoufou, presidente del 2011 al 2021, era un ex directivo de la multinacional.

   Issofou, como Bazoum (miembros del partido nigeriano afiliado a la Internacional “socialista”), han sido fieles servidores del imperialismo francés, y accesoriamente del imperialismo americano. La intervención de la OTAN del 2011 en Libia, y como consecuencia de haber habiendo favorecido la proliferación de grupos djihadistas que aterrorizan a las poblaciones, el ejército francés fue desplegado en Sah el en nombre de la “lucha contra el terrorismo”. Echados de Mali en el 2022 por las nuevas autoridades, luego de Burkina Faso en el 2023, las tropas francesas fueron de nuevo desplegadas en Níger, en donde su presencia ha sido rechazada desde hace mucho.

   Y es que, como en Mali y en Burkina, las poblaciones de Níger constatan que la presencia del ejército francés (y estadounidense), lejos de hacer retroceder los ataques djiadistas, no hacen sino garantizar el pillaje neocolonial del país por las multinacionales. En las manifestaciones, algunos enarbolan la bandera rusa como una burla contra la presencia francesa. Esto, a pesar de que Putin se pronunció, también, “por el restablecimiento del presidente Bazoum”.

   Los trabajadores franceses no tienen ningún interés común ni con Macron ni con los patrones de Orano que saquean a Níger. Deben apoyar el derecho del pueblo de Níger para retomar el control de su país y de su subsuelo, y exigir la retirada de las tropas francesas.

Dominique Ferré, el 2 de agosto del 2023

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