
Es con una viva emoción que los trabajadores, los jóvenes y los pueblos del mundo deploran los miles de víctimas civiles, en particular a los jóvenes y niños brutalmente arrebatados a la vida en Israel y en Gaza.
«Esto es la guerra», proclamó el Primer ministro israelí Netanyahu. En realidad, hace setenta y cinco años que la guerra devasta, ella no comenzó el 7 de octubre de 2023 la región. Durante setenta y cinco años, el pueblo palestino ha sido expulsado de su tierra, expulsado de sus pueblos, sus hogares destruidos. Durante setenta y cinco años se le ha negado el derecho al retorno y se ha enfrentado a una colonización que devora cada vez más tierras palestinas. Sometida a un auténtico régimen de apartheid de discriminación, opresión y humillación, nunca ha dejado de resistir y combatir
En todos lados, hoy día los dirigentes -en particular los de las organizaciones y partidos de «izquierda» que hablan en nombre de los trabajadores- piden a la ONU que abra el camino, dicen, a una «paz justa y duradera».
No obstante, es un hecho: la tragedia actual tiene sus raíces en la Resolución 181 de la ONU, adoptada el 29 de noviembre de 1947. Fue este acuerdo sellado en la ONU entre el imperialismo estadounidense -arrastrando al británico y al francés- y la burocracia de la URSS dirigida por Stalin, el que impuso la partición de Palestina, dividiendo artificialmente su territorio en un «Estado judío» y un «Estado árabe”, este último nunca ha visto la luz del día.

Y también es un hecho que en las 83 resoluciones ulteriores de la ONU dedicadas a Palestina nunca ha sido atendida ninguna de las modestas demandas planteadas al Estado de Israel: ya sea que se trate del derecho al retorno de los refugiados palestinos (resolución 194) o que se trate de la retirada del ejército israelí de los territorios ocupados en 1967 (resolución 242).
Puesto que la única resolución que debía tener fuerza de ley es esa aquella por la cual las grandes potencias imponían la partición a todos los habitantes de Palestina, árabes y judíos. Partición entre las cuales la Nakba de 1948 y todas las masacres cometidas desde entonces (sea cual sea la religión o la nacionalidad de las víctimas) son la consecuencia directa de esta partición.
Recordemos lo que los militantes de la sección palestina de la IV Internacional escribían en septiembre de 1947 en su periódico La Voix de la clase (La voz de la clase): «la propuesta de la Comisión de las Naciones Unidas no constituye una solución ni para los judíos ni para los árabes, es una solución pura y simplemente en interés de los países imperialistas. Los dirigentes políticos sionistas se han lanzado tras a roer este hueso que les ha lanzado el imperialismo. (…) ¿Y el Partido Comunista de Palestina? Parece que está esperando una solución «justa» de la parte de las Naciones Unidas. En cualquier caso, sigue haciéndose ilusiones sobre las Naciones Unidas y, en este sentido, está ayudando a camuflar y aplicar los planes del imperialismo».
Para Netanyahu y su gobierno, las masacres y la guerra que hoy se desencadena han llegado en el momento oportuno. Confrontado desde hace varios meses a la mayor crisis que ha vivido el Estado sionista desde su creación, ésta es la oportunidad perfecta para que Netanyahu -amenazado personalmente con la cárcel por corrupción- encabece un gobierno de «unidad nacional» con las mismas personas que ayer lo vilipendiaron en las calles. No obstante, -y muchos son los judíos israelíes están tomando conciencia de ello- que los recientes acontecimientos confirman trágicamente la advertencia lanzada en 2008 por el antiguo presidente de la Organización sionista mundial Avraham Burg: «Israel, que se suponía que era un refugio para los judíos, se ha convertido en el lugar más peligroso para ellos».
Para el imperialismo estadounidense, el apoyo inmediato dado a Netanyahu -detrás del cual se han alineado como buenos soldaditos Macron, Sunak, Scholz, Meloni, Trudeau y Kishida- se inscribe en un contexto en el que el militarismo y la guerra contra los pueblos se están convirtiendo en una de las principales vías del imperialismo para superar la crisis del régimen capitalista, basado en la propiedad privada de los medios de producción. Después de la devastación de regiones enteras de África y Oriente Medio, después la guerra de Ucrania, y en un momento en que el imperialismo estadounidense ya ni siquiera oculta sus preparativos de guerra contra China, es desde ahora una guerra de larga duración en Palestina con la amenaza de su extensión en toda la región hasta Irán. Es lo que los trabajadores y los pueblos constatan cuando Washington envía el portaviones USS General Ford uno de los más grandes navíos militares del mundo, o cuando el secretario general de la OTAN Stoltenberg declaró el 12 de octubre “Israel no está solo”.
Para todos los gobiernos imperialistas, los trágicos acontecimientos actuales son, una vez más, una oportunidad para intentar conseguir una unión sagrada detrás de ellos, para poner en tela de juicio las libertades democráticas: libertad de expresión, de manifestación, etc. y también para intentar utilizar los acontecimientos actuales como instrumento de división artificial entre los trabajadores y los jóvenes por motivos religiosos.

La espiral infernal de la guerra que sin cesar se extiende y se generaliza debe ser quebrada. Y la única fuerza social capaz de romperla son los trabajadores del mundo. Los partidarios de la reconstitución de la IV Internacional, al igual que muchos militantes, grupos y organizaciones del movimiento obrero internacional, consideran que no hay nada más urgente que exigir
– el alto inmediato de los bombardeos
– el levantamiento del bloqueo sobre Gaza
Más allá de estas exigencias inmediatas, los partidarios de la reconstitución de la IV Internacional reafirman que es necesaria una solución democrática en Palestina. Corresponde evidentemente al pueblo palestino decidir cómo alcanzarla.
Por su parte, los partidarios de la reconstitución de la IV Internacional reafirman la posición que nuestra corriente nunca ha abandonado. La posición que la IV Internacional afirmó cuando hubo el voto de la ONU en 1947: la IV Internacional «estará en la vanguardia de la lucha contra la partición, por una Palestina unida e independiente, en la que las masas determinen soberanamente su destino mediante la elección de una Asamblea Constituyente. Contra los efendis [*] y agentes imperialistas, contra las maniobras de las burguesías egipcia y siria que tratan de desviar la lucha por la emancipación de las masas hacia una lucha contra los judíos, llamará a la revolución rural, a la lucha anticapitalista y antiimperialista, que son las fuerzas motrices esenciales de la revolución árabe. Pero sólo podrá librar este combate con alguna posibilidad de éxito si adopta una posición inequívoca contra la partición del país y la creación de un Estado judío». (Editorial de la revista IV Internacional, noviembre-diciembre de 1947).
Posición afirmada por la IV Internacional inmediatamente después de la firma de los Acuerdos de Oslo (septiembre de 1993): “

«la constitución de este «autogobierno» (la Autoridad Palestina creada por Oslo -ndlr), que niega el derecho del pueblo palestino a disponer de sí mismo, condujo a Arafat, en su carta al Primer ministro de Israel, a declarar, con respecto a la Carta Palestina sobre la que se fundó la OLP, que «los considerandos de la Carta que sean contradictorios con estos acuerdos son en adelante nulos y sin valor » *. Repitámoslo, para las grandes potencias, dirigidas por el imperialismo estadounidense, no se trata de la paz y de los derechos de los pueblos, sino del orden imperialista. Porque este acuerdo está fundado en la partición, en la fragmentación, en la negación de los derechos de los pueblos, en la opresión y en la negación de la democracia, crea todas las condiciones para nuevos enfrentamientos, nuevas guerras y nuevas masacres».
Es un hecho que la situación a la que se enfrenta Palestina en 2023 fue inscrita 30 años antes en los Acuerdos de Oslo, que fueron acogidos entonces con satisfacción por un amplio consenso de todas las fuerzas de derecha y de «izquierda» a escala internacional y en cada país.
En aquella época, la IV Internacional oponía a los Acuerdos de Oslo la perspectiva de una «nación palestina unida y fraternal (…) necesariamente ligada al combate por la emancipación de todos los pueblos de la región para establecer una unión en pie de igualdad de los pueblos y Estados de Oriente Próximo y Oriente Medio, liberados de la opresión imperialista, liberados de la dominación y de la explotación de la clase de latifundistas y de la burguesía. Es mediante la lucha de los trabajadores y la lucha de los pueblos, en la realización de su unidad contra el imperialismo, como puede abrirse una salida para toda la humanidad. Es por eso que la IV Internacional sigue fielmente la divisa de la Primera Internacional: «La emancipación de los trabajadores será obra de los propios trabajadores». Para la IV Internacional, corresponde a los trabajadores, a los pueblos decidir su propio futuro».
¿Quién se atrevería a decir que estas líneas, escritas hace 30 años, han perdido su fuerza y su actualidad? Estas son nuestras posiciones: las sometemos a la consideración de todos los trabajadores, militantes y jóvenes comprometidos con la causa de la paz, la justicia y el progreso social.
El 14 de octubre de 2023
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*En 1969, el movimiento nacional palestino adoptó su Carta, que afirmaba: «El movimiento de liberación palestino declara solemnemente que el objetivo final de esta lucha reside en la restauración del Estado democrático e independiente de Palestina, donde todos los ciudadanos, independientemente de su raza y religión, disfrutarán de los mismos derechos». En 1970, el Segundo Congreso Mundial sobre Palestina, organizado por el Movimiento Nacional Palestino, declaró: «Todos los judíos, musulmanes y cristianos tendrán derecho a la ciudadanía palestina». Estas posiciones han sido abandonadas por todos los dirigentes palestinos. Por su lado, Hamás, el 1 de mayo de 2017, se pronunció a favor de «un Estado dentro de las fronteras de 1967».
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Nota de traducción
[*] Efendis: es un título nobiliario cuyo significado en español es «Señor».


hay que decir que por 70 años la guerra ha achicado el territorio de palestina, mucho tiene que ver los intereses de los países que se han disputado ese territorio, pero que además de tras de esto al final de cuenta es una guerra por los energéticos.
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