Editorial del primer número de Tribuna de Trabajadores, boletin de la LCI-CORCI

El pasado 5 de febrero el presidente López Obrador presentó veinte propuestas de reformas a la constitución, para su discusión y aprobación en el Congreso de la Unión.
A pesar de que el presidente ha manifestado que se trata de modificaciones para superar el neoliberalismo, avanzar en la justicia social y los derechos, haciendo un análisis pormenorizado de las propuestas encontramos que varias de ellas representan una continuidad con las políticas de los gobiernos “neoliberales” y la militarización del país.
El paquete también contiene propuestas que en apariencia son positivas para el pueblo de México como el acceso a la vivienda, la pensión garantizada (con el valor del último salario devengado), el aumento de salario, la prohibición del fracking, el acceso al agua, la reforma al poder judicial y la desaparición de los organismos autónomos, pero son propuestas que se quedan cortas en relación a las necesidades de la nación y de la clase trabajadora, en la mayoría de los casos no tocan los intereses del capital extranjero ni financiero (ver articulo sobre pensiones).
Este paquete se presenta al inicio del proceso electoral, justo en el último periodo legislativo del Congreso de la Unión, en el que tradicionalmente no se aprueban grandes reformas ya que todos los políticos están ocupados en sus campañas de reelección.
Esto nos indica que no existe la intención de que sea aprobado antes de que termine el gobierno de Obrador, se trata entonces de una maniobra de carácter electoral, que permite al presidente participar cada día en la campaña, arremetiendo contra aquellos que no apoyen formalmente sus propuestas al tiempo que permite a MORENA hacer grandes promesas a la población.
Actuando de manera muy inteligente, como es su costumbre, el presidente colocó entre la espada y la pared a los opositores de la derecha, quienes deben posicionarse a favor o en contra del conjunto de las reformas, lo que les suma o resta votos y evidencia los intereses que defienden.
Pero estas reformas también plantea una aparente encrucijada a los movimientos populares y a las organizaciones sindicales autónomas a quienes se les presenta como alternativa sumarse a la campaña de MORENA (con la promesa que dichas propuestas serán aprobadas por Claudia Sheimbaum en un llamado “segundo piso de la transformación” o “el plan C”) o ser acusados de “hacer el juego a la derecha”, aparecer como intransigentes y cómplices de la “mafia del poder”
Este escenario de chantaje se facilita ante la ausencia de un partido de trabajadores, que pueda presentar una posición de clase independiente, y que rompa con esta narrativa de “lucha” entre “liberales” pro 4T y AMLO versus Conservadores “neoliberales”, ambos grupos en última instancia representan a los grandes empresarios y el mantenimiento del sistema de explotación capitalista.
Las organizaciones de la clase trabajadora y los movimientos populares no deben ceder al chantaje, la experiencia de los últimos años nos ha mostrado pese a tener la mayoría legislativa MORENA y sus aliados no tuvieron la voluntad de avanzar en aplicar las mismas reformas pese a tener los votos para lograrlo. ¿Qué nos garantiza que en esta ocasión será diferente?
Si bien es cierto que en le papel algunas de las propuestas presidenciales son benéficas para la clase trabajadora, esto no debe tener como consecuencia un apoyo acrítico para los candidatos de MORENA y en particular cuando parte de las reformas implican seguir con la militarización de la nación.
La historia de este sexenio ha sido que cada propuesta de recuperación de nuestra soberanía (revertir las privatizaciones) y ampliación de derechos fue frenada, ya sea por los partidarios del PRIAN o por los mismos legisladores de MORENA y sus aliados (ver artículo sobre las 40 horas).
Las pocas leyes que se aprobaron, aun siendo limitadas, fueron frenadas por amparos de los organismos autónomos o declaradas inconstitucionales por la Suprema Corte de Justicia. Esto es así porque las instituciones actuales están diseñadas para servir a los intereses de la oligarquía mexicana y de las empresas extranjeras. Las reformas de los últimos 30 años, las nuevas leyes y tratados firmados (como el T MEC), aseguran la continuidad de la política neoliberal.
En 2018, el voto mayoritario para Obrador tuvo la intención de poner un freno a la violencia, la perdida de nuestras riquezas y derechos, el pueblo saco del poder al PRIAN, pero en estos seis años no se han desmantelado las instituciones y estructuras del régimen neoliberal.
Los políticos y grupos de poder han sabido acomodarse en el nuevo escenario y es común ver su regreso al gobierno bajo las siglas de MORENA, partido-movimiento que goza de la confianza de amplias capas, que lo identifican con la figura del presidente.
Ante ese escenario, la clase trabajadora debe tomar conciencia de que una verdadera transformación de nuestra nación no vendrá desde arriba ni se dará en el marco de las instituciones antidemocráticas actuales (ver artículo sobre los órganos autónomos).
Una verdadera transformación, que avance en los derechos sociales, recuperando las jubilaciones, dando acceso a la vivienda, a salarios acordes al crecimiento de la inflación, reducción de jornada laboral, recupere los bienes y riquezas naturales implica destruir las instituciones existentes y sustituirlas por instituciones democráticas que respondan a las mayorías y en particular a la clase trabajadora.
Esto puede ser posible regresándole el poder de decisión al pueblo, a través de la convocatoria a un Congreso Constituyente, donde cualquier ciudadano, cualquier campesino, indígena o trabajadora del campo y la ciudad, cualquier organización pueda presentarse a las elecciones con su propio programa, rompiendo así el monopolio político de los partidos burgueses.
En cada momento importante de nuestra historia nacional, las aspiraciones del pueblo mexicano se han materializado con la convocatoria a Congresos Constituyentes, redactado nuevas constituciones adoptado los derechos políticos y sociales.
En este momento, es necesario recuperar esta consigna y organizar un amplio debate sobre como debe hacer el pueblo de México para dotarse de los medios necesarios para su convocatoria, en primer lugar plantear en el centro la necesidad de construir un partido de la clase trabajadora del campo y la ciudad, que nos permita expresar las demandas del pueblo y dejar de ser masa de maniobra de las facciones burguesas.
La LCI, a través de nuestro nuevo periódico Tribuna de Trabajadores, propone a la clase trabajadora, a las mujeres y a la juventud, avanzar en el cumplimiento de esta tarea, te proponemos organizarnos de manera independiente para luchar por recuperar la soberanía nacional, por echar atrás las privatizaciones, por ampliar los derechos.

