

| Revista La Internacional #33 |
A continuación publicamos las Notas Editoriales.
La actualidad mundial el inicio de este año 2024 está marcada por la generalización de la guerra.
Guerra genocida del Estado de Israel contra el pueblo palestino.
Guerra imperialista en Ucrania que, según el New York Times (agosto de 2023), ya ha causado más de 500.000 muertos y heridos graves.
Guerras y masacres ininterrumpidas desde hace treinta años en la República Democrática del Congo – RDC (léase la entrevista a Paul Nkunzimana en este número).
Guerras de descomposición que entregan naciones enteras al terror de los gánsteres y los narcos, de Ecuador hasta a Haití, pasando por Centroamérica y México (léase el artículo de Juan Carlos Vargas en este número).
Preparativos de guerra contra China por el imperialismo estadounidense, marcada por las crecientes tensiones frente a las costas de Filipinas…
Y guerra «dentro» de cada país contra los trabajadores y la juventud por parte los gobiernos, con métodos cada vez más autoritarios y antidemocráticos.
Sin embargo, sería erróneo considerar la situación únicamente como un aumento de la barbarie, ésta está estrechamente entrelazada con los estallidos revolucionarios de los obreros, de los campesinos y de la juventud. Estos últimos meses se ha visto la movilización de los trabajadores de Argentina contra los planes antiobreros de Milei, el presidente de extrema derecha, El regreso de las manifestaciones de los campesinos en la India por su derecho a vivir de su trabajo. En el corazón de África, asistimos a una proliferación de huelgas nacionales -desde el Chad a Guinea pasando por Nigeria- contra la inflación galopante; las huelgas obreras en Europa contra los planes de austeridad de gobiernos de todos los colores políticos; las huelgas obreras en China (léase el artículo de Alain Frandor en este número).
Ambos fenómenos son consecuencia de la agonía del sistema capitalista basado en la propiedad privada de los medios de producción.
Ni en Gaza, ni en Ucrania, ni en la RDC la guerra puede explicarse por la «locura» de unos cuantos jefes de Estado, y menos aún por los llamados conflictos entre pueblos, naciones, etnias, religiones…
¿El genocidio de Netanyahu sobre Gaza? El 25 de octubre de 2023, la revista de investigación estadounidense The Lever informaba de lo siguiente: «Dos de las más grandes empresas de defensa de Estados Unidos (una de ellas Lockheed Martin -ndlr) declararon esta semana a los inversores que la brutal guerra de Israel contra la Franja de Gaza sería beneficiosa para los negocios, pero uno de los ejecutivos predijo que su reciente cuadruplicación de la producción de artillería no sería suficiente para satisfacer la demanda suplementaria”.
Es más fácil entender por qué, incluso cuando la Administración estadounidense habla de un «alto el fuego», nunca menciona parar las entregas diarias de armas que permiten al Estado sionista masacrar (al pueblo palestino).
¿La guerra en Ucrania? El 12 de diciembre de 2023, la presidencia de Ucrania informó de la reunión celebrada en Washington durante la visita oficial de Zelensky a los Estados Unidos con los directores generales de las principales empresas de armamento estadounidenses: BAE Systems, Boeing, Sierra Nevada Corporation, RTX, Lockheed Martin, etc. «Sin gente como ustedes, no seríamos capaces de resistir”, se atrevió a declarar Zelensky. Las reglas de la educación habrían exigido más bien que fueran los directivos de la industria estadounidense los que le dieran las gracias a Zelensky, ya que los beneficios que obtienen baten récords desde marzo de 2022. En la reunión, Zelensky «mencionó la idea de crear un centro de defensa en Europa, situado en Ucrania» porque «tiene la intención de invitar a sus socios estadounidenses a participar en las empresas de defensa ucranianas». Poco importa si Ucrania se convierte en un campo de ruinas… lo esencial es que los capitalistas estadounidenses puedan instalar allí, después de la guerra, un gigantesco centro de producción de armamento beneficiándose de una mano de obra cualificada y muy barata.
El gasto militar cada vez mayor, que provoca que las grandes potencias saqueen los presupuestos de los servicios públicos en beneficio de los presupuestos militares (que a su vez alimentan las carteras de pedidos y, por tanto, los beneficios de la industria militar, dominada por las grandes empresas estadounidenses), está aumentando la «guerra en casa» contra los trabajadores y la juventud. «Europa se enfrenta a un doloroso ajuste por el aumento del gasto militar», titulaba The Economist (22 de febrero de 2024). Por su parte, Olivier Blanchard, antiguo economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI), escribe en el diario francés Le Monde sobre los déficits públicos, que, en su opinión, se alimentan de tres fuentes: «las vinculadas a los gastos tradicionales (subsidios de desempleo, pensiones, pago de funcionarios, etc.); las vinculadas a la defensa contra Rusia y a la lucha contra el calentamiento climático; y, por último, las vinculadas al apoyo a la actividad en caso de desaceleración».
Su propuesta: «Claramente el plan debe consistir en reducir los primeros y aumentar los gastos ligados a la defensa…». Propone, por lo tanto, alinearse con la «economía de guerra» impuesta a Rusia por Putin y su régimen de oligarcas mafiosos: «El gasto militar de Rusia ronda el 6% del PIB anual», mientras que los países de la OTAN gastan en torno al 2% del PIB. Conclusión: “va a ser necesario hacer más”. Y eso significa golpear aún más fuerte a los trabajadores.
Para los marxistas, la economía de armamento (lo que Rosa Luxemburgo llamó «militarismo» en 1913) es una de las fuerzas destructivas generadas por el sistema capitalista en su fase suprema, el imperialismo, del mismo modo que «el maquinismo y el dinero» (Marx). Las gigantescas masas de capital acumuladas por la burguesía mundial -tanto reales como ficticias- tratan de aumentar su valor a través de la economía de guerra, pero también a través de todos los mecanismos parasitarios de la especulación, o en las grandes empresas de Inteligencia Artificial, un descubrimiento tecnológico que el sistema capitalista en decadencia utiliza para destruir la fuerza de trabajo.
En tal situación mundial, citando el programa de la IV Internacional, “En todos los países, el proletariado sufre una angustia profunda. Masas de millones de personas se adentran constantemente en la vía de la revolución. Pero una y otra vez tropiezan con sus propios aparatos burocráticos conservadores”.
Es un hecho: nunca hasta ahora los dirigentes de las organizaciones -políticas y sindicales- que hablan en nombre de los trabajadores habían estado tan a la vanguardia de la defensa del régimen capitalista en bancarrota y de los gobiernos e instituciones que lo representan.
Desgraciadamente, la actualidad nos ofrece multitud de ejemplos. El 27 de febrero, los miembros casi unánimes del Parlamento Europeo votaron a favor de asignar otros 50. 000 millones de euros para alimentar la carnicería en Ucrania (confirmando que la Unión Europea se reduce una vez más a un mero apéndice de la OTAN). ¿A quién encontramos entre los eurodiputados de «izquierda» que están por votar a favor de estos créditos de guerra? La casi unanimidad de los representantes de los partidos socialdemócratas y «socialistas» y muchos eurodiputados originarios de la llamada «izquierda» de la crisis de los PC o, en Francia, los de La France Insoumise. Su portavoz, Manon Aubry, se atrevió a declarar durante la sesión: «Por supuesto que necesitamos solidaridad con Ucrania, (…) por supuesto que apoyaremos los 50. 000 millones de euros de ayuda, ¡pero no a la guerra!». En nombre del rechazo a la guerra, votamos a favor de los créditos de guerra que exige la OTAN y que harán ricos a los accionistas de la industria armamentística, mientras los soldados ucranianos y rusos son masacrados en los campos de batalla.
¿Y Palestina? El 16 de febrero se creó en los Estados Unidos la «National Trade Union Ceasefire Network» (Red nacional sindical por el alto el fuego). Los dirigentes de poderosos sindicatos que representan, según ellos, a 9 millones de trabajadores (de la industria automotriz, profesores, electricistas, etc.) dieron su plataforma: «Alto el fuego inmediato en Gaza entre Israel y Hamás. Restablecimiento de los derechos humanos. Liberación inmediata de los rehenes tomados por Hamás. Acceso sin trabas a la ayuda humanitaria. Que nuestro presidente (Biden, ndlr) pida un alto el fuego permanente». Una súplica a Biden… a quien la mayoría de estos líderes sindicales están llamando a votar, que se están preparando para pagarle a su comité de campaña millones de dólares cogidos de las cuotas de los miembros del sindicato. Una súplica a Biden… pero ni una palabra sobre parar la entrega de armas y menos aún un llamamiento a sus 9 millones de afiliados sindicales para que organicen un bloqueo de los buques y aviones de carga que las entregan a Netanyahu.
Como parte de esta «unión sagrada» con los gobiernos belicistas, los mismos dirigentes -tanto políticos como sindicales- están haciendo todo lo posible para disuadir a los trabajadores de levantarse con sus organizaciones contra los gobiernos capitalistas y sus planes. Acompañamiento, concertación, «diálogo social», «asociación» y, cuando la lucha de clases intenta abrirse paso, división y evasión.
¿Debemos alinearnos a esta política de capitulación de los aparatos dominantes? ¿O la situación en su conjunto pone de manifiesto la urgente necesidad de que la clase obrera tome el poder para expropiar el capital y socializar los medios de producción? (véase la contribución de Daniel Gluckstein sobre la actualidad de Lenin). Esto requiere una política independiente de construcción de la IV Internacional y de partidos obreros revolucionarios en cada país. Estas cuestiones, que estaban en el centro de la crisis de la IV Internacional en 2015, se ponen ahora de manifiesto, como podrás leer en este número (en el artículo de Heinz Werner Schuster y en la carta publicada en la página 30).
Este número de La Internacional sale cuatro meses después de la Conferencia Internacional «por la reconstitución de la IV Internacional – por el partido mundial de la revolución socialista», celebrada a principios de noviembre de 2023 a iniciativa del Comité Organización por la Reconstitución de la IV Internacional (CORCI). Las resoluciones y decisiones de la conferencia se publicaron en nuestro anterior número. ¿Qué ha sucedido durante esos cuatro meses?
Los debates, la redacción y el trabajo conjunto con los militantes, grupos y tendencias presentes en la Conferencia Internacional continuaron junto con las organizaciones afiliadas al CORCI. Este número incluye entrevistas con militantes que luchan por un único Estado palestino laico y democrático en el territorio de la Palestina histórica, un informe sobre un debate con militantes negros en los Estados Unidos sobre las posiciones de Trotsky a favor del derecho a la autodeterminación/autoorganización de los negros en los Estados Unidos, y un informe de la reunión celebrada en la República Popular China sobre la Conferencia. Son los primeros materiales para continuar el debate sobre la construcción de la Internacional Obrera revolucionaria, esencial para la lucha revolucionaria de los trabajadores de todos los continentes.
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