Artículo extraído de Tribune des Travailleurs 345 Semanario del Partido de los Trabajadores (Francia)

En el sexto mes de la guerra de exterminio del pueblo palestino, Netanyahu, el 7 de abril, fustigó a la “minoría extremista y violenta” de la población israelí, culpable a sus ojos de fomentar “disturbios y violaciones de la ley”.

Un lenguaje de guerra civil que dice mucho sobre la desintegración de la sociedad israelí.

La víspera, miles de israelíes volvieron a manifestarse en Tel Aviv para pedir la dimisión de Netanyahu, acusado de haber sacrificado a los rehenes retenidos en Gaza. Manifestaciones encabezadas por representantes del establishment sionista, como el ex jefe del Mossad (servicios secretos extranjeros), que acusó a Netanyahu de haber “creado un conflicto entre Israel y Estados Unidos”. Un ex comandante del ejército, también presente, lo acusó de “hacer que Israel se desplome sobre su pueblo”.

A esta presión se suma la de la extrema derecha de su gobierno. También amenaza con exigir la cabeza de Netanyahu si «decide poner fin a la guerra sin lanzar una ofensiva a gran escala en Rafah», declaró el ministro de Seguridad Interior, el fascista Itamar Ben Gvir (8 de abril).

Esta crisis política sin precedentes tiene algo que ver con el estancamiento en Gaza. También tiene raíces sociales y económicas: a pesar de la ayuda estadounidense, la producción se desplomó un 20% en el Estado de Israel. Y a mediados de febrero, la agencia de calificación Moody’s rebajó la calificación del “Estado hebreo”, precisando que “el impacto negativo sobre las instituciones y las finanzas públicas (…) podría resultar aún más grave”.


En el terreno financiero, como en el económico o militar, el Estado de Israel sólo puede sobrevivir más allá de todos los límites porque se beneficia del apoyo incomparable del imperialismo: los miles de millones de ayuda financiera incluidos cada año en el presupuesto regular de los Estados Unidos. Por eso los verdaderos partidarios de la paz y la democracia deben exigir el fin de todas las entregas de armas, pero también de toda ayuda financiera al Estado de Israel.


Jean-Alain

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