Netanyahu y Biden preparan un baño de sangre en Rafah

Extraído de La Tribune des Travailleurs 439 (7 de mayo de 2024) , semanario del Partido de Trabajadores (Francia)

   En los momentos en que escribimos esto, Netanyahu se prepara para ordenar el asalto sobre Rafah. Es la ciudad más al sur de la banda de Gaza, en la frontera con Egipto, mismo que controla -con un acuerdo con Israel- un punto de paso. Antes del 7 de octubre, Rafah estaba poblado por 160,000 habitantes. Después de cuatro meses de bombardeos y la destrucción de las ciudades de Gaza, de Khan Younes y de los campos de refugiados contiguos, casi un millón y medio de palestinos se refugiaron en ese lugar.

   En Rafah, decenas de miles de Palestinos se amontonan bajo tiendas de campaña, los pies en el lodo dada la intensa lluvia. No se come para satisfacer el hambre: ¡un huevo cuesta ya un dólar norteamericano! Las epidemias cuentan ya las primeras víctimas. Cada hombre, mujer o niño tiene derecho, en promedio, a 1.5 litros de agua al día para beber, cocinar y lavarse.

   Pero llevando al punto más alto la lógica del sionismo, Netanyahu y su gobierno lo decidieron: como las ciudades de Gaza y de Khan Younes, Rafah debe desaparecer de las cartas de este mundo. Y aquellos que van a sobrevivir a la masacre, espera el primer ministro israelita, se irán a Egipto o al desierto del Sinaí. Los bombardeos sobre Rafah ya comenzaron. Según el New York Times, “los ataques israelitas aterrorizaron a los refugiados de Rafah, quienes, en su mayoría, viven en tiendas de campaña y no tienen ningún lugar a dónde ir”. Y después de los bombardeos, Netanyahu prometió, el 9 de febrero, una ofensiva terrestre contra Rafah, ofensiva que quiere concluir antes del 10 de marzo.

   Del lado de Egipto, el régimen militar del mariscal Sissi amenazó con “suspender” el acuerdo de paz con Israel (firmado en 1979 bajo los auspicios de los Estados Unidos) si los Palestinos atraviesan la frontera, informa el Wall Street Journal del 9 de enero. No estamos evidentemente frente a la solidaridad con el pueblo palestino lo que motiva al régimen de Sissi, cómplice del bloqueo sobre Gaza y cuyos barcos llegan de manera cotidiana a los puertos israelitas. En revancha, el régimen egipcio es consciente de que el recibimiento de cientos de miles de Palestinos en su suelo sería incontrolable en los momentos en que el país está ya al borde de una explosión social. La agencia Reuters informa que decenas de tanques y de carros blindados egipcios fueron instalados del otro lado del puesto de Rafah, mientras fue construido un muro de concreto (clavado seis metros bajo el suelo) y barricadas de arena para impedir cualquier paso.

    Por su lado Biden, en una larga llamada telefónica con Netanyahu el 12 de febrero, le habría pedido no entrar en Rafah sin “un plan creíble para los civiles” que se encuentran ahí. Declaraciones en particular destinadas a tranquilizar a su vasallo egipcio. Y es que, ¿quién puede creer un solo momento que Biden se preocupa por los civiles en Gaza, él, que cada día envía a Israel miles de bombas “made in USA” sin las cuales el genocidio no podría llevarse a cabo?

   Contra la barbarie y el baño de sangre en preparación, contra la complicidad criminal de todas las grandes potencias, saludamos el llamado del periodista israelita Gideon Levy en el periódico Haaretz del 11 de febrero: “Todo lo que podemos hacer ahora, es solicitar, suplicar, gritar: ¡no entren en Rafah! Una incursión israelita en Rafah sería un ataque contra el más grande campo de personas desplazadas en el mundo.

   Ella llevaría al ejército israelita a cometer crímenes de guerra de una gravedad que, aún ella, no ha cometido aún. Es imposible invadir Rafah hoy en día sin cometer crímenes de guerra. Si las fuerzas de defensa israelitas invaden Rafah, la ciudad se convertirá en una fosa común.”

Dominique Ferré

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