¿Es que ya lo olvidaron todo?
A continuación reproducimos la editorial del semanario La Tribune des Travailleurs de l3 de julio de 2024.

Los eventos se suceden a un ritmo desenfrenado. Primero, la victoria del Rassemblement National (RN) (extrema derecha, ndlt) en la primera vuelta de las elecciones legislativas. De inmediato, el llamado de Macron para constituir un frente republicano, lo que suscitó una respuesta inmediata de Mélenchon (LFI, La France Insumise, ndlt) proponiendo la consigna de retiro de los candidatos del Nuevo Frente Popular (NFP) en caso de triangulación. Unas horas después, se dieron más de cien desistimientos de los candidatos del NFP, principalmente entre los candidatos de LFI). Por ejemplo, para permitir la reelección del ministro Dermanin, padre de la ley racista anti-inmigración. Así como también la de la anterior Primera ministra Elisabeth Borne, madre de la reforma anti-obrera contra las pensiones de los trabajadores.
Y esto, ¿qué significa?
Fieles a nuestro método, partimos de las posiciones de las clases sociales en presencia. Al día siguiente de la primera vuelta, la clase capitalista se muestra tan confortada como tranquila. Los mercados financieros permanecen en calma. El índice del CAC 40 incluso progresa. Les Échos confirman “el alivio en los mercados después de la primera vuelta”. Lo que los capitalistas quieren evitar, es una “mayoría absoluta de Rassemblement National, partido en potencia excesivamente despilfarrador”. Aún si “los temores subsisten”, la inquietud del capital financiero permanecerá “contenida gracias al marco europeo que juega ya un papel mayor en las políticas económicas”. Y Les Échos analizan el ejemplo del gobierno de extrema derecha italiano de Meloni.
Los capitalistas saben que el RN es un partido capitalista que tiene claramente la intención de defender los intereses de su clase social. Sin embargo, una fuente de inquietud surge porque debe su resultado a una base social ampliada que podría tener exigencias. Por consecuencia, hay que colocar un seguro, hay hacer de suerte que, si existe una mayoría del RN, ésta sea relativa y no absoluta, para forzar a ese partido a buscar acuerdos y compromisos.
Inscribiéndose en esa misma perspectiva, el NFP despliega a partir del domingo en la noche una gran energía para llegar al mayor número posible de desistimientos para los candidatos macronistas o de derecha, aunque se borre toda traza de “izquierda” en su discurso. Como lo dice uno de sus dirigentes: El Frente Popular debe dejar su lugar al “frente republicano”. Glucksmann (PS, ndlt) lo dice a su manera: “Los aparatos, las identidades políticas, la izquierda y la derecha… todo eso se borra frente a esta situación vertiginosa”.
Una vez más, pues, la “izquierda” corre a salvar a la Va República y a sus intereses capitalistas.
¿Es que ya lo olvidaron todo?
¿De dónde viene, de hecho, este avance electoral de la extrema derecha?
Retomemos el hilo de la historia. En 1981, Mitterrand es electo presidente de “izquierda” de la Va República. La extrema derecha se encontraba entonces en su nivel más bajo, no presentó siquiera un candidato a la elección presidencial. En los años que siguieron, Mitterrand hizo todo para restituirla por un cálculo político que pretendía debilitar a la derecha. Siete años después, Jean-Marie Le Pen se presentará y obtendrá el 14% de los votos.

Regresando a 1981. Mitterrand es electo sobre la base de un programa de ruptura. El tema de su campaña: romper con el capitalismo. Esta campaña y su elección aparecen como una respuesta al ascenso de la lucha de clases, de las movilizaciones obreras de fines de los años 1970. Pero a partir de 1982-1983, es el giro hacia el rigor: austeridad, bloqueo de salarios, puesta en entredicho de las convenciones colectivas, leyes Auroux que pretendían integrar los sindicatos al Estado.
En total, durante su doble período (14 años, ndlt) Mitterrand desarrolla toda una serie de contra-reformas reaccionarias: la puesta bajo presupuesto a los hospitales con el objetivo de contener los gastos en los límites de la austeridad europea, la instalación de la CSG que prepara la liquidación de la seguridad social… Mitterrand será uno de los principales artesanos del tratado de Maastricht en 1992, que coloca una losa de concreto sobre el conjunto de las economías europeas. Con el tratado de Maastricht, decía un alto funcionario de la banca alemana, “la única variable de ajuste será la fuerza de trabajo”. ¡Y fue la fuerza de trabajo, en efecto!
La clase obrera pagó un gran precio a lo largo de los dos períodos de siete años de Mitterrand por esos ataques desaforados contra sus derechos. Además, sufriendo la liquidación de sectores industriales enteros como en el textil, en la siderurgia, las minas, en la industria automotriz, se enfrentaba al rechazo de ese gobierno de “izquierda” (ministros PS, PCF…) de prohibir los despidos y de garantizar el empleo por la nacionalización sin indemnización ni compra.
Esta política de los gobiernos de Mitterrand le permitió el regreso de la derecha al poder. Apenas fue nombrado, Juppé lanza un ataque violento contra los pensionados. Por millones, los trabajadores se movilizan contra su plan, al punto que el presidente de la República, Chirac, disuelve la Asamblea Nacional en 1997, provocando elecciones anticipadas en donde la “izquierda plural” sale victoriosa. Pero durante cinco años, el gobierno Jospin (PS), Buffet (PCF), Voynet (Verdes), Mélenchon (PS durante tres años) continúa con una política de sumisión a la Unión Europea y a los planes capitalistas, en particular por la adopción de las directrices europeas en materia de privatización de la energía. La “izquierda plural”, que se había comprometido a mejorar la situación de los trabajadores, se volvió el relevo de las exigencias de los capitalistas. Renunciaría incluso a no publicar decretos de la reforma Juppé, reforma que fue la primera en aplicar.

Más tarde, se conocerá un fenómeno comparable con el gobierno Hollande. En total, durante estos veinticuatro años en que la izquierda participó en el gobierno, da la espalda a todas las promesas de ruptura, apareciendo a los ojos de los trabajadores como responsables de la degradación de su situación y del progreso generalizado de la miseria.
¿Hay que sorprenderse, en esas condiciones, de la expansión de la base social de RN? Sus resultados hasta la elección del 2012 giraban alrededor del 15%. Hoy, es un hecho: hay trabajadores dejados sin empleo y que no encuentran uno nuevo, trabajadores decepcionados al ver que todas las promesas de la izquierda han sido traicionadas, familias populares que no salen del hoyo financiero, capas precarizadas en las regiones vueltas desiertos industriales y médicos en donde la vivienda social está abandonada, donde los servicios públicos cierran unos después de los de otros… Sí, una parte de esas capas sociales que, ayer, formaban la base electoral del Partido socialista, en el Norte, en el Este, y más generalmente en los barrios obreros y populares, han dado un giro hacia la abstención y más recientemente, en parte, hacia Rassemblement National. Eso no hace de esos electores unos fascistas o racistas empedernidos, ese giro es un hecho para un cierto número de los trabajadores, de los desempleados, de los jóvenes desesperados, exasperados, a veces amargados, que han perdido toda confianza en aquellos que les prometían cambiar de vida y que, en realidad, lo que han hecho es agravarla. Esa es la realidad. No se puede comprender de otra manera el progreso electoral del RN.
Situación que no vuelve al RN menos peligroso a partir del momento en que su retórica consiste en alentar el racismo y la xenofobia, desviando la rabia de esos trabajadores de los verdaderos responsables de la situación, los capitalistas, para dirigirla hacia el inmigrado y el extranjero, designados como chivos expiatorios.
En este contexto, los dirigentes de “izquierda” parecen haber perdido la memoria. Muchas veces desde el 2002 practicaron el “frente republicano”, llamando en el 2002 a votar por Chirac frente a Le Pen, y luego repitiendo la operación en el 2017 y en el 2022. En esa época por otra parte Mélenchon había manifestado reticencias en relación a esto.

En el 2022, el llamado de la “izquierda” a votar por Macron para poner una barrera al RN contribuyó a su relección. Resultado: dos años más tarde, el RN está en lo más alto.
Solo hay un medio de cortar la ruta al RN, es el de llamar a los trabajadores y a los jóvenes a conjuntarse para imponer una verdadera política de ruptura, ruptura con el capitalismo, ruptura con la Va República, a lo que el RN no está evidentemente dispuesto. Pero el NFP, en cuanto a él, ¿está dispuesto a la ruptura? Se nos puede permitir el dudarlo al ver, no solamente su programa, sino su táctica de fusión con los Macron, Dermanin y Borne entre las dos vueltas.
La ruptura, quiere decir darle trabajo a quienes no lo tienen; garantizar un salario que permita vivir a aquellos que no pueden terminar sus gastos del mes; restablecer una política de vivienda decente y disponible para todos, con mantenimiento, reparaciones y renovaciones; la ruptura es garantizar la escuela y el hospital para todos. La política de ruptura, es por consecuencia tomar el dinero donde se encuentra: en las bolsas de los accionarios que se atiborran cada vez más año con año, en las cajas-fuerte de los capitalistas cuyas ganancias no dejan de crecer, en los créditos para la guerra que hay que confiscar para reorientarlos hacia una política de vida y no de muerte.
Los dirigentes de los partidos que históricamente provienen del movimiento obrero deberían lógicamente levantar la bandera de la emancipación obrera y no la de la adhesión a los representantes de la clase capitalista. Ya que la ruptura es, para empezar, romper con Macron y no sostener su relección.
Frente al RN y Macron, frente a la reacción, frente a la descomposición social, frente a la guerra, la perspectiva no puede ser otra que la de un gobierno obrero, un gobierno de ruptura obrera que, en todos los terrenos, defienda los intereses de los explotados y de los oprimidos y se da los medios de responder a sus aspiraciones.
Eso es lo que está en juego en esta situación. Va a ser necesario que la clase obrera, bajo su propio terreno, imponga sus soluciones, que los imponga incluso a pesar y contra la política de los dirigentes que parecen haber perdido la cabeza yendo a salvar a los Macron, Dermanin y Borne. Ya que su intento de salvar a la Va República y el régimen de explotación capitalista que le sirve de instrumento es una causa perdida.
Martes 2 de julio, 18 horas.

