Ya sea que gane Trump o que gane Biden, ambos prometen continuar la guerra.

  La burguesía de los Estados Unidos -el país imperialista más poderoso- concentra todas las contradicciones del sistema capitalista a nivel mundial. Eso se demostró en el debate televisado del 28 de junio, a cuatro meses de la elección presidencial, entre Biden, candidato del Partido Demócrata a su propia sucesión y Trump, expresidente (2014-2021) y candidato del Partido Republicano.

 Biden y Trump abordaron la situación internacional. Biden defendió su política de guerra contra Rusia, a través de la OTAN, en Ucrania. A su manera, reconoció que se trata de una guerra imperialista, que opone a los oligarcas de Washington a los de Rusia, que quieren “restablecer lo que era parte del imperio soviético, y no solamente un pedazo de la antigua Ucrania”. Biden justificó su política desde el punto de vista de los capitalistas estadounidenses: “Todo el dinero que le damos a Ucrania, son las armas que fabricamos aquí en los Estados Unidos.” Y no está equivocado: cientos de miles de millones de dólares de “ayuda a Ucrania” que llegan de los Estados Unidos, aunque también de sus “aliados” de la OTAN y de la Unión Europea, benefician en principio a los capitalistas de los Estados Unidos, comenzando por la industria del armamento.

   Trump, en cuanto a él, considera que las sumas gastadas en la guerra de Ucrania son demasiado elevadas para los Estados Unidos. Para él, no le corresponde a su país pagar, sino en principio a los países de la OTAN, en particular en Europa: “Nosotros pagamos las facturas de todo el mundo”, se queja.

   Ya que para Trump, el objetivo principal del imperialismo americano no es Rusia… sino China. “Con este tipo, dice Trump hablando de Biden, tenemos el mayor déficit con China”. Trump, acusado por Biden de complacencia frente a Putin, le respondió a su concurrente: “él está pagado por China, es un candidato manchú. Recibe dinero de China”. Trump quiere instaurar derechos aduanales de 10% sobre todas las mercancías que entren a los Estados Unidos para “obligar a los países que nos engañan desde hace años, como China (…), a pagarnos mucho dinero”. Ahí aún, es la defensa de los intereses del Wall Street lo que guía el discurso de Trump.

    En cuanto al apoyo al genocidio perpetrado por Israel, informa Foreign Policy el 28 de junio, “los dos candidatos, como podíamos esperarlo, aportaron un apoyo inquebrantable a Israel, aunque en grados y modalidades diferentes.”, Biden defendiendo su balance de entrega de armas a los israelitas y Trump proponiendo “dejarlos terminar su trabajo”.

   Cualquiera quiera que sea el vencedor en noviembre, el próximo locatario de la Casa Blanca continuará y agravará la política de guerra. Contra Rusia, contra China, contra el pueblo palestino… y contra los trabajadores estadounidenses, a quienes los dos representantes del capital no han dejado de lado a lo largo de sus presidencias respectivas.

   Bajo la forma: el debate semejante a una batalla de ropavejeros, Biden recordándole a Trump que estaba acusado “de haberse acostado con una actriz porno”, Trump se burlaba a su vez de las capacidades intelectuales disminuidas de Biden. Es verdad que las ausencias repetidas del candidato provocaron el pánico en lo más alto del Partido Demócrata, al punto que una institución como el New York Times solicitó que se encuentre de urgencia a otro candidato para remplazarlo.

   Los trabajadores norteamericanos no tienen ningún interés en apoyar a uno u otro de los dos candidatos del capital. Dos candidatos que son la viva imagen del sistema capitalista en quiebra que representan.

Dominique Ferré

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