Editorial del #455 del semanario LA TRIBUNE DES TRAVAILLEURS, editado por el Partido de Trabajadores francés

¿Y si el objetivo de Macron fuera (como parece ser) el de probar que, bajo la Va Republica, es posible gobernar sin gobierno y sin Primer ministro?
En lo que se refiere a los “asuntos corrientes”, un gobierno “dimisionario” sería suficiente para hacer las tareas, como lo vemos con el desastroso inicio de clases de la Sra. Belloubet (ministra “dimisionaria” de la educación, ndlt). Esto es válido también para un futuro. El ministro “dimisionario” Le Maire informa sobre las cifras astronómicas del déficit público, y designa a los culpables: las colectividades territoriales quienes, si le creemos, se verán forzadas, cualquiera que sea el gobierno, ¡a reducir sus gastos!
¿Habría demasiadas guarderías y centros de protección maternal e infantil? ¿Se otorgarían demasiados créditos al mantenimiento de los establecimientos educativos? ¿Las tarifas de los comedores y de las rentas de vivienda social serían escandalosamente bajos? ¿Esas viviendas serían demasiado lujosas y demasiado bien reparadas? ¿Los empleados territoriales serían demasiado numerosos y demasiado bien pagados?
Al escuchar al ministro “dimisionario”, esta verdadera sangría en los presupuestos sociales estaría dictada por la obligación de reducir la deuda pública. Porque si no… Francia será castigada por las agencias de notación, y los grandes bancos no le prestarán más dinero.
¿Los grandes bancos? Ellos están dominados por el capital financiero principalmente estadounidense. Ahí se sitúa el corazón de las fuerzas sociales que, ciertamente, no gobiernan directamente a Francia, pero lo gobiernan como sea de una cierta manera, como por otra parte a los otros países capitalistas. El Primer ministro y el Presidente de la República son los instrumentos de sus exigencias. Macron puede meter su pequeña cuchara, pero el marco general está fijado por otros, lejos del Eliseo… ¡y aún más lejos de Matignon! (cede del Primer ministro, ndlt).
Las instituciones de la Va República, como las de la Unión Europea, prohíben toda política que consagre las riquezas producidas a la satisfacción de las necesidades del pueblo. Solamente autorizan políticas que extraen del trabajo del pueblo lo necesario para engrosar la bolsa de los capitalistas y de los especuladores. Macron está ahí para vigilar que las exigencias de los capitalistas se impongan en toda circunstancia, contando con todos los medios que le da la constitución. No se puede entonces gobernar para el pueblo y gobernar con Macron. Llamar a una cohabitación entre el Nuevo Frente Popular y Macron, es convertirse en candidato al papel de títere (hombre o mujer) del capital financiero.
Un gobierno que quisiera responder a las necesidades más urgentes de la población obligaría a replantearse el pago de la deuda, misma que no es la del pueblo trabajador. Rechazaría los diktats de los tratados europeos. Convocaría a la movilización obrera y popular para imponer esta ruptura y hacer respetar el mandato del pueblo. Comenzando por abrogar las instituciones de la Va República (y con ello la función del presidente) y convocar a una Asamblea Constituyente compuesta de delegados del pueblo electos, mandatados y revocables, para sentar las bases de una auténtica democracia.

