
Artículo realizado por nuestros camaradas del periódico Feie Plattform für Arbeiterpolitik (Tribuna libre por una política obrera)
El 1° de septiembre tuvieron lugar las elecciones regionales en los Länder de Saxe y de Thuringe, al este de Alemania, donde viven más de seis millones de habitantes.
Con una tasa de participación en ascenso (73%), es el partido de extrema derecha Alternativa por Alemania (AfD) el que llega a la cabeza en Thuringe (32%) y un poco detrás, el partido social-cristiano CDU en Saxe (30.6%).
Ya sancionados en las elecciones europeas del 9 de junio, los tres partidos de la coalición gubernamental del canciller Scholz (social-demócratas del SPD, Verdes y liberales del FDP) son derrotados. En Saxe, los tres partidos juntan solo el 13.3% de los votos y en Thuringe el 10.4%.
Partido histórico de la clase obrera alemana, el SPD continúa su caída en picada, con el 6.1% en Thuringe, ¡su peor resultado en ciento cincuenta años de existencia! La CDU, a pesar de sus declaraciones triunfalistas, realiza también su peor score desde 1990. Die Linke (construido a partir de la burocracia de Alemania del Este) retrocede, debilitado por la ausencia de Sahra Wagenknecht y por su gestión regional de adaptación a las privatizaciones.
El último reducto del gobierno Scholz es la dirección del aparato sindical del DGB que, en una nota interna, niega que se trata de un “voto de protesta”, ya que, osa escribir, “no era el gobierno federal el que estaba en disputa ni, tampoco, los temas de política federal los que estaban sobre la mesa”.
Lo que era sancionado en estas elecciones, es precisamente la política del gobierno Scholz. Política violentamente anti-obrera continuando y agravando la de las “grandes coaliciones” entre Merkel y el SPD. Una política que gasta miles de millones de euros en la guerra en Ucrania, en detrimento de los servicios públicos. Política de envío de armas a Israel y de criminalización de la solidaridad con el pueblo palestino.
Una política sobre los hombros de los dirigentes del SPD y sus relevos en lo alto del aparato sindical, que empuja a capas enteras del electorado obrero empobrecido en los brazos de la desesperanza y de los demagogos de la extrema derecha.
Devastación social y demagogia anti-inmigración.
¿Se puede entender el resultado de las elecciones sin partir de la realidad social en el este de Alemania?
Después de que en 1989 el pueblo y los trabajadores impusieron la reunificación de Alemania. La santa-alianza del gobierno de Helmut Kohl (CDU) con los dirigentes “socialistas” del SPD y los antiguos burócratas del Esta reconvertidos a la “economía de mercado”, se dirigió entonces contra las conquistas sociales. El organismo responsable para privatizar, el Treuhand, provocó estragos. Así, la pequeña ciudad de Sömmerda, en Thuringe, contaba entonces con 25,000habitantes, y menos de 20,000 hoy en día. La fábrica Robotron (componentes electrónicos) empleaba entonces a 15,000 trabajadores, y todas las instituciones sociales de la ciudad estaban ligadas a él, desde los jardines de niños en el Palacio de la Cultura pasando por las piscinas. Todo eso era considerado por los trabajadores como su “segundo salario”, convencidos que la empresa les pertenecía. En junio de 1990, todo fue destruido por la Treuhand. Llevados al desempleo, una parte de los trabajadores tuvieron que aceptar el ínterin, pequeños trabajos sub-pagados, mientras que muchos jóvenes dejaron la región. Incluso hoy, en los Länder de Saxe y de Thuringe, el patronato se viene beneficiando de las derogaciones a las convenciones colectivas. En Saxe, solamente el 17% de las empresas y el 42% de los trabajadores están cubiertos por una convención colectiva. E incluso ellos tienen salarios inferiores a los del Oeste…
En cuanto a la demagogia anti-inmigrados, todos los partidos instrumentalizaron el asesinato de tres transeúntes por un individuo que se reclama de Daech, en Solingen, el 23 de agosto. Desencadenaron su furia contra el derecho de asilo y la acogida a los inmigrantes. Ese es evidentemente el caso de la AfD, quien ha hecho de la demagogia contra los inmigrados su carta fuerte y se pronuncia por la expulsión masiva de refugiados. La AfD es un partido burgués, que milita por bajar los impuestos a las empresas y por una más severa limitación del derecho de huelga. En medio de todo, la AfD es escuchada por el gobierno federal. Dos días antes de las elecciones, el ministro SPD del Interior expulsó, con un gran eco publicitario, a veintiocho afganos desprovistos del derecho de asilo que entregó por avión al régimen de los talibanes en Kaboul.
La demagogia anti-inmigrados también forma parte del programa de Sahra Wagenknecht, expresidenta del grupo parlamentario Die Linke, mismo que dejó para fundar, en el 2024, una agrupación populista con su nombre, BSW (15.8% de los votos en Thuringe y 11.8% en Saxe), que reivindica “limitar la inmigración”, de “suprimir las ayudas” a los refugiados, etc.

Con todo esto, tanto la extrema derecha, como el gobierno Scholz y la misma WagenKnecht contribuyeron deliberadamente a dividir a la clase obrera.

