Articulo extraído de LA TRIBUNE DES TRAVAILLEURS #457 Semanario del Partido de Trabajadores francés

Netanyahu intentó sin éxito prohibir la difusión en Canadá del documental “The Bibi Files”, basado en las imágenes de sus interrogatorios por corrupción.
Por supuesto, el ensañamiento del gobierno israelita para llevar la guerra sobre todos los frentes se desprende esencialmente de la lógica del sionismo: la expulsión completa del pueblo palestino de sus tierras.
Los asuntos de corrupción -que podrían costarle a Netanyahu una pena de prisión cuando deje de gobernar- son solamente una preocupación suplementaria para el Primer ministro genocida. Pero provocan una crisis nunca antes vista en el Estado de Israel, oponiendo a dos fracciones de la sociedad, al borde de la guerra civil.
Todo ello, incluidos los intentos ininterrumpidos de Israel de provocar una guerra con Líbano, le hace dudar a la “comunidad internacional” de la viabilidad de Netanyahu. Entonces, las negociaciones se multiplican para preparar el “después”.
Esta semana, el jefe de la oposición, Yair Lapid, enemigo jurado del Primer ministro israelita, será recibido como jefe de Estado en Washington. En otro plano, el gobierno “socialista” español reunió a los gobiernos de Arabia saudita, Eslovenia, Noruega, Turquía, Egipto, Qatar, la Liga Árabe, la Unión Europea y la Autoridad palestina.
La “declaración” adoptada llama a “la puesta en marcha creíble e irreversible de la solución de dos Estados en conformidad con el derecho internacional”. Es decir, la resolución 181 de la ONU (29 de noviembre de 1947) por la cual el imperialismo estadounidense, con la ayuda de Stalin, impuso la división de Palestina entre un “Estado judío” y un “Estado árabe”, salvo que a este último nunca se le vio nacer.
La “declaración de Madrid” del 13 de septiembre revindica su filiación directa con los acuerdos de Oslo. Recordemos que en nombre de la ”solución de los dos estados”, los acuerdos de Oslo del 13 se septiembre de 1993 instauraron en Cisjordania y en Gaza (o sea el 22% de la Palestina histórica) una “Autoridad palestina” sin continuidad territorial, sin soberanía en sus fronteras, ni sobre su espacio aéreo ni sobre su acceso al mar. La Autoridad palestina quien, además, en virtud de esos acuerdos, solo controlaba el 18% (Zona A) de los “territorios palestinos”, puso en revancha su aparato policíaco al servicio de la “cooperación en materia de seguridad” con el Estado de Israel.
Para los gobiernos reunidos en Madrid, como para ciertos representantes estadounidenses, será necesario quizá hacer brillar un futuro seudo ”Estado Palestino” … para garantizar la existencia del Estado de Israel, puesto de avanzada del imperialismo en el Medio Oriente. Como lo había dicho el ministro de asuntos extranjeros del Estado español, este último “reconocerá al Estado palestino porque de ello depende la seguridad de Israel”. (Le Monde del 26 de mayo).
Haciendo de los acuerdos de Oslo su referencia, esas maniobras diplomáticas indican que no intentan garantizar ni el derecho a la autodeterminación del pueblo palestino (incluyendo el derecho al regreso de los refugiados) ni la igualdad de derechos entre todos los habitantes de Palestina histórica, árabes y judíos.
Dominique Ferré

