Declaración: Gaza, Líbano, Ucrania… los crímenes del imperialismo

Declaración del Comité de Organización para la Reconstitución de la Cuarta Internacional (CORCI)

Desde hace un año, Netanyahu e Israel llevan a cabo el genocidio del pueblo palestino. Hoy, Israel quiere infligir el mismo destino al pueblo libanés. Netanyahu multiplica las provocaciones para empujar a Irán a la guerra.

Biden y otros fingen protestar. Es cierto que Netanyahu, en su locura genocida, no hace más que llevar la lógica del sionismo hasta sus límites. Pero, ¿quién puede creer que solo actúa por iniciativa propia?

¿Quién puede creer que ese Estado actúa contra quienes lo han apoyado a brazo partido y le han permitido existir con su ayuda económica, política y militar durante setenta y seis años?

Los mismos que sólo hablan de «democracia» y de «derecho internacional» cuando les conviene, permiten deliberadamente que Netanyahu convierta Oriente Próximo en una inmensa fosa común.

Y esto por la razón que daba el senador Joe Biden en junio de 1986: el Estado de Israel «es la mejor inversión (anual-Ndr) , 3.000 millones de dólares, que hacemos». Si no existiera Israel, Estados Unidos tendría que inventarlo para proteger sus intereses en la región».

La guerra de exterminio en Palestina y en el Líbano es una guerra del imperialismo.

Una guerra para aterrorizar a los pueblos y mostrarles: esto es lo que le espera a cualquiera que se atreva a resistir al talón de hierro del imperialismo.

Una guerra imperialista única

La guerra en Oriente Medio -que no preservará a las poblaciones judías de Palestina engañadas por el sionismo- y la guerra que erige a los pueblos ucraniano y ruso en un enfrentamiento fratricida, es una única guerra imperialista.

La guerra en Ucrania ha causado ya un millón de muertos y heridos entre los soldados ucranianos y rusos, sin hablar de la población civil.

Es una guerra imperialista para repartirse zonas de influencia entre los capitalistas occidentales y su brazo armado, la OTAN, y el régimen de oligarcas mafiosos del Kremlin.

No puede separarse del baño de sangre en Oriente Medio. Ni de los preparativos de guerra de los Estados Unidos contra China, cuyo objetivo declarado es derribar la propiedad estatal de la economía, que es un obstáculo para el saqueo del mercado chino.

Biden, mejor que nadie, estableció este vínculo cuando hizo adoptar en la misma votación, el 20 de abril, un gasto militar adicional de 95.000 millones de dólares (añadidos al presupuesto militar récord): 26.000 millones para Israel, 61.000 millones para la guerra en Ucrania y 8.000 millones para los preparativos de guerra contra China. Y hace unos días, Biden ha anunciado de nuevo, al mismo tiempo, 7.900 millones de dólares adicionales para Zelensky y 8.700 millones para Netanyahu.

Como siempre, esos gastos militares considerables proceden del saqueo de los presupuestos públicos, privando a los trabajadores de aún más hospitales, escuelas y servicios públicos… Engullidos por la industria armamentística, cuyos beneficios han batido todos los récords en 2024.

De este modo se acelera el desarrollo de las fuerzas destructivas generadas por la descomposición del sistema capitalista basado en la propiedad privada de los medios de producción.

La única posición acorde con los intereses de los trabajadores y los pueblos del mundo es

  • ¡Abajo la guerra imperialista, de Gaza al Líbano, de Ucrania a China!
  • ¡Abajo los gobiernos belicistas!
  • ¡Retirada de las tropas israelíes de Gaza, Cisjordania y Líbano!
  • ¡Retirada de las tropas rusas de Ucrania!
  • ¡Retirada de las tropas ucranianas de Rusia!
  • ¡Retirada de la OTAN!
  • ¡Ni un céntimo, ni un arma, ni un hombre para su guerra sucia!
  • ¡Requisición de gastos militares para satisfacer las necesidades de los pueblos!

¡Abajo el socialchovinismo del siglo XXI!

Estas deberían ser las consignas de cualquier organización que se precie de estar a favor de los trabajadores, de la paz, de la justicia social y de la democracia, levantando un bloque unido contra los gobiernos belicistas.

Pero mientras que la gran mayoría de los trabajadores y jóvenes de los países imperialistas rechazan la guerra, está claro que no es así en la cúpula de los partidos y organizaciones.

Es un hecho: el 20 de abril, dos miembros del Congreso de Estados Unidos, miembros de los Socialistas Democráticos de América (y del partido de Biden), votaron a favor de los créditos para la guerra en Ucrania y los preparativos de guerra contra China.

Es un hecho: en más de treinta ocasiones en el «Parlamento» Europeo, la mayoría de los diputados de «izquierda» han votado a favor de los créditos de guerra para la OTAN.

Es un hecho: en la Duma rusa, los llamados «comunistas» apoyan la política de guerra del régimen de los oligarcas.

Es un hecho: presuntos «revolucionarios» -algunos de los cuales se atreven a afirmar que son miembros de la IV Internacional- encubren el voto de los dirigentes a favor de los créditos de guerra. Así se convierten en cómplices de la guerra de la OTAN en Ucrania o de los preparativos de guerra contra China, aunque denuncien las masacres en Gaza y en el Líbano.

Lenin combatía esta política hace 110 años: el «socialchovinismo» de quienes, siendo «socialistas» de palabra, apoyaban de hecho la guerra imperialista y el chovinismo de su gobierno. Entonces como ahora: ¡abajo el socialchovinismo!

La única posición que responde a los intereses de los trabajadores y de los pueblos del mundo es

  • ¡Diputados de organizaciones que tienen su origen en el movimiento obrero, dejad de votar los créditos de guerra! ¡Romped con los gobiernos belicistas!
  • Ni para Israel, ni para Ucrania, ¡ni un céntimo ni un arma para su guerra sucia!
  • En cada país imperialista: ¡el principal enemigo es nuestro propio gobierno!

1 octubre 2024

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