
El pasado 2 de octubre, más de un millón de manifestantes protestaban contra el veto del presidente Javier Milei a la ley sobre el financiamiento de las universidades, en nombre de su política de “cero déficits públicos”
Una semana más tarde, el Parlamento se vio imposibilitado para levantar el veto presidencial: para eso hubiera sido necesario contar con la mayoría de dos tercios, pero los partidarios de Milei, muy minoritarios, se vieron beneficiados por el apoyo de una parte de la “oposición” peronista, en nombre del hecho de que el veto es una “prerrogativa constitucional” del presidente.
El proyecto de ley sobre el financiamiento de las universidades preveía acordar créditos para pagar los salarios (con un ligero aumento, mientras que los profesores ya han perdido una tercera parte de su poder de compra) y asegurar su funcionamiento. Y sin embargo, las universidades se encuentran al borde de la quiebra: en la sola facultad de agronomía de la Universidad de Buenos Aires, no menos de treinta maestros renunciaron desde el inicio del ciclo a causa de los salarios demasiado bajos, según la administración.
Desde el anuncio de veto, los sindicatos de maestros llamaron a una huelga nacional, misma que fue muy seguida, mientras que los estudiantes, señala un militante, “imponiendo esta vez asambleas generales deliberativas, independientemente de la administración universitaria y contra su voluntad”, decidieron la ocupación de muchas decenas de universidades, en particular en provincia.
El veto fue bien recibido por los “mercados financieros”, de la misma manera que lo habían hecho cuando Milei bloqueó la ley para la revalorización de las pensiones. El movimiento de los profesores y de los estudiantes surge en los momentos en los que huelgas importantes tienen lugar en el sector de la salud, por el aumento de los salarios y contra el cierre del único hospital siquiátrico público, Laura-Bonaparte.
Preparando el presupuesto del 2025 conforme al principio de “cero déficits”, el ministro de Finanzas acaba de declarar: “Si hay que aumentar alguno de los gastos, entonces debemos discutir seriamente a quién le vamos a quitar lo equivalente, por ejemplo, a los salarios en las universidades”.
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