Continuación del genocidio en la banda de Gaza, en donde el norte es poco a poco vaciado de sus habitantes cazados por las bombas y por el hambre, agresiones incesantes de los colonos y del ejército contra los habitantes de Cisjordania, extensión de la guerra contra el pueblo libanés… Esos son los crímenes perpetrados por el Estado de Israel, gracias al verdadero “cheque en blanco” que le firmaron a Netanyahu los dirigentes de las grandes potencias.

Por Naji El Khatib, militante palestino, animador de One Democratic State Initiative (Iniciativa por un solo Estado democrático)
La lucha del pueblo palestino por sus derechos legítimos atraviesa momentos extremadamente difíciles. La victoria de Trump y su slogan “Make America Great Again” resuena como un eco a “Israel is forever” del ministro israelí de finanzas, el fascista Bezael Smotrich.
Este último declaró que el 2025 será el año de la anexión definitiva de Cisjordania y de una parte de la franja de Gaza por el Estado de Israel. Eso significa una voluntad de vaciar esos territorios de sus habitantes, el principio de un movimiento de transferencia: un proyecto de limpieza étnica parecido al que nuestro pueblo sufrió con la Nakba de 1948.
La diferencia con 1948 (cuando la mitad de la población de Palestina fue expulsada, ndlr), es que, en el caso de hoy, se trata de vaciar definitivamente Palestina de Palestinos.
En cuanto a aquellos que eventualmente se quedarán, se volverán una comunidad de extranjeros sin derechos políticos y sin nacionalidad alguna. Lo que corremos el riesgo de ver, es la constitución de un Estado único del río Jordán hasta el Mediterráneo, un Estado exclusivamente reservado a los judíos, acentuando aún más sus trazos de régimen de apartheid. Con una diferencia con África del Sur: las poblaciones negras oprimidas no fueron expulsadas. Pero lo que pasa en Palestina se parece más a la suerte reservada a las poblaciones autóctonas de Norteamérica en la conquista del Oeste.
Ese programa ya se está apoyando de hecho por la futura administración Trump, en donde un cierto número de personal nombrado en puestos claves son conocidos por su posición ultra-sionista, entre los cuales Elise Stefanik, Marco Rubio, Mike Huckabee, Mike Walz y Pete Hegseth. Y no hablemos de las iglesias evangélicas, esos “cristianos sionistas” que adhieren su soporte a Israel en una visión bíblica del apocalipsis. Los Palestinos no han olvidado tampoco que, dentro de su primer mandato, Trump suspendió todo financiamiento estadounidense a la UNRWA, la agencia de la Naciones Unidas para los refugiados palestinos.
Estamos entonces frente a un peligro: el de la liquidación pura y simple de la causa palestina por la negación del derecho al retorno y la expulsión masiva de aquellos que viven todavía sobre su tierra.
Mientras el genocidio continúa en Gaza, la expulsión ya comenzó en Cisjordania: desde octubre del 2003, se cuentan 783 Palestinos muertos y 6,000 heridos por bala y 11,700 colocados en detención por el ejército israelita. Y también la expulsión por Israel de cientos de personas benévolas europeas y estadounidenses quienes llegaron, como cada año, a ayudar a los campesinos palestinos para la cosecha de los olivos y que, por su sola presencia, eran en parte una protección. La cosecha de aceite de oliva para los habitantes de Cisjordania es un elemento esencial de la economía familiar. Impedir la cosecha, destruir los campos del olivo, es volver toda la vida imposible. Eso es lo que intentan hacer por medio de cientos de agresiones de las milicias de colonos armados cuando no es directamente el ejército israelita contra los aldeanos para impedir a los campesinos llegar hasta sus campos.
He ahí el peligro que amenaza al pueblo palestino y sobre el cual hacemos un llamado a la opinión pública obrera y democrática internacional.

