Articulo extraído de LA TRIBUNE DES TRAVAILLEURS 469

La comedia política alrededor del anuncio de la ley marcial fue resuelta en seis horas. La movilización masiva de la población bloqueó el intento de Yoon Suk-yeol.
La última vez que la ley marial fue impuesta, fue en 1980. Había sido la ocasión de una terrible masacre de estudiantes y de trabajadores en Gwanju. Todos los coreanos conocen esta verdad histórica: el ejército disparó contra su propio pueblo. Lo aprendemos en los manuales escolares, y nadie quisiera revivir ese período.
Si la arremetida actual había sido meticulosamente preparada por el presidente y sus allegados, la capacidad de ejecución era inexistente. La razón de ello es que la nación entera rechazó la dictadura militar y los golpes de Estado del pasado. Los soldados han crecido escuchando hablar de la masacre de Gwangju casi todos los días.
Es también y sobre todo porque este régimen es rechazado. Ha habido muchas huelgas en el último período, en particular aquella, histórica, de los trabajadores de Samsung en julio del 2024. También hay represión, por ejemplo, contra el sindicato del transporte o contra los trabajadores de Daewoo Shipbbuilding. El presidente se había hecho el campeón de la semana de trabajo de sesenta y nueve horas y de la reducción de salarios. Todas las condiciones estaban reunidas para esta conmoción.
La confederación sindical KCTU reaccionó en pocas horas al anuncio de la ley marcial. La clase obrera está en la vanguardia de la lucha por la democracia. Las publicaciones en Twitter son interesantes desde el punto de vista de los cambios en la imagen de los sindicatos. Hay quienes hablan de cómo, el 7 de diciembre, los miembros del KCTU forzaron el paso contra los policías para dejar circular al cortejo de los manifestantes.
Los jóvenes comienzan a comprender la importancia de los sindicatos en este tipo de situación. Otros explican que, en caso de peligro, hay que ir hacia las banderas de los sindicatos, ya que tienen la fuerza para proteger a los manifestantes.
El 4 de diciembre, el presidente tuvo que retroceder, aunque este asunto no está terminado. En el Parlamento, los partidos discuten cómo destituir al presidente. Esa no puede ser la solución. Las instituciones son la herencia del período dela dictadura, no les podemos tener confianza. La destitución es un proceso largo, complejo e incierto. El presidente puede permanecer en su lugar durante meses.
En realidad, lo que está en juego, a partir de la lucha por la destitución, -que es una lucha por la democracia-, es la lucha por una sociedad favorable a los trabajadores, como dice la confederación.
La huelga general debe hincar sus raíces, extenderse. No para apoyar el procedimiento de destitución en este parlamento, sino para tirar a este gobierno y a este régimen. Lo vimos con lo que pasó este pasado sábado. El pueblo estaba en las calles para exigir la salida de Yoon. Y era suficiente que los diputados de su partido no estuvieran ahí para que pudieran guardar el poder. Y ahora, se habla de un período de transición con un Primer ministro que guarde todos los poderes. Estas instituciones protegen a los golpistas.
Ya es tiempo, después de nuestras múltiples luchas, de realizar lo que llamamos la revolución de las velas, un intento en el 2016 para echar fuera al presidente corrupto. El presidente debe salir, es cierto, pero más allá, nos es necesaria una nueva república de la democracia y del trabajo.
Hay que saber que el país está bajo presión permanente. En nombre de la lucha contra el Norte, decenas de miles de soldados estadounidenses están todavía presentes en nuestro suelo. Este régimen depende de las autoridades estadounidenses. No es una casualidad si, para justificar su golpe de fuerza, el presidente evocó el combate contra la Corea del Norte, esto en un momento en el que el gobierno estadounidense compromete cada vez más a nuestro país en su guerra contra China.
La lucha por la democracia apenas ha comenzado.
Con nuestros corresponsales
Jung Sikhwa y H.J.

