Articulo extraído de Tribuna de Trabajadores #4, marzo de 2025

El reciente descubrimiento de un campo de entrenamiento del crimen organizado en Teuchitlán ha revelado una aterradora realidad: no solo se trata de un centro de adoctrinamiento para sicarios, sino que además fue operado por fuerzas extranjeras con experiencia en contrainsurgencia. Testimonios de sobrevivientes han señalado la presencia de kaibiles guatemaltecos, paramilitares colombianos y ex agentes de la “contra” en Nicaragua y el Salvador como los encargados de entrenar a los cárteles mexicanos en tácticas de guerra.

«Nos enseñaban a eliminar objetivos con precisión, a hacer interrogatorios sin dejar rastro, a desaparecer cuerpos», cuenta un joven que logró escapar. «Los instructores hablaban con acento centroamericano y colombiano. Nos decían que el enemigo no era el gobierno, sino la gente que se organiza contra el sistema».(1)

El uso de mercenarios con experiencia en la guerra sucia y en la represión de movimientos insurgentes en Latinoamérica no es casualidad. Este modelo se ha aplicado en otros países donde el crimen organizado y los aparatos estatales actúan de la mano para sofocar cualquier disidencia social.

La revelación de estos nexos pone en evidencia que el narcotráfico no solo es un negocio, sino también un instrumento de control político y social. Mientras el gobierno minimiza el hallazgo, culpando a los buscadores de “hacerle el juego a la oposición”, la realidad es clara: Teuchitlán no es solo un campo de entrenamiento, es un campo de exterminio, una extensión de la estrategia imperialista para mantener sometida a la población a través del terror y la violencia.

Los militantes anticapitalistas debemos ser consientes que el crimen organizado es una extensión de los negocios capitalistas en su época de imperialismo senil y que sus agentes son sicarios del capital.

1. Exmilitares de EU y Colombia entrenaban en rancho de Teuchitlán, según testigo ver: https://www.youtube.com/watch?v=Hxx92UDo6Yo