En Gaza el capitalismo pasea desnudo

Por Raquel Varela*

Sabía —y lo escribí en un libro— que el dinero entregado a los bancos en 2008 era papel impreso, si no se transformaba en economía real, que solo podría surgir mediante una economía de guerra. Lo que no preví, de ninguna manera, fue el grado de horror, sin filtros, que hoy se observa en Gaza.

Usando una expresión de Marx sobre el colonialismo, en Gaza el capitalismo pasea desnudo.

El gobierno británico, dirigido por el Labour Party, declaró a la ONG Palestine Action como organización terrorista. Contra esta medida —y en defensa de la libertad de organización de la resistencia— miles se manifestaron hoy en Londres. La policía arrestó a más de 300 personas, entre ellas magistradas de 80 años, médicos voluntarios, editores y estudiantes, todos desarmados.

El “terrorismo” que se les imputa fue haber pintado en dos aviones de guerra de la RAF que el Reino Unido era cómplice del genocidio, y haber escrito consignas contra Trump en el muro de un campo de golf de su propiedad en Escocia.

Los manifestantes fueron detenidos justo cuando Israel, que mantiene un acuerdo comercial con Europa, declaró que liquidará lo que resta de Gaza y de su población, sometida a tortura, hambre y muerte. Sin disimulos, el terror israelí no se pinta en las paredes: se anuncia diariamente, sin pudor, por boca de su líder de extrema derecha, en noticieros de Estados que mantienen relaciones con Israel. Y frente a ello no existe un solo paquete de sanciones. La ocupación de Gaza no se describe como “invasión”, sino como un operativo para “controlar la franja de Gaza”.

El mensaje que los empresarios estadounidenses transmiten al mundo —a través de Israel— es claro:
“Asaltaremos sus casas, mataremos o mutilaremos a sus hijos si ustedes no se someten.”

La Riviera no era una broma. La advertencia no es para Gaza únicamente: es para el mundo entero. No existen límites para la acumulación de capital. Los migrantes africanos se lanzan al mar en frágiles embarcaciones; en Portugal, las personas son expropiadas por los fondos inmobiliarios y obligadas a emigrar. En Gaza, esa acumulación se impone mediante métodos de terror inimaginables, en el ocaso apocalíptico del imperio norteamericano.

Antes de enfrentarse con China, Trump dejará un mar de sangre y pobreza en el mundo. Por eso, esta es la lucha de nuestras vidas. Gaza es hoy el símbolo mayor de la resistencia mundial frente al delirio capitalista. ¿Quién será el próximo?

El pueblo palestino resistió, al contrario de los gobiernos europeos, sometidos a la guerra, a la OTAN y al algoritmo de las corporaciones. Los gobiernos europeos —y, en Portugal, el gobierno de la Alianza Democrática (AD) y el partido CHEGA, que apoya a Israel— necesitan encarcelar magistradas de 80 años, médicos, obreros y estudiantes, porque en el rostro de quienes luchan de pie, a los 18 o a los 80 años, contra el genocidio en Gaza, ven reflejada su propia y vil cobardía.

La lucha por Palestina no es solo la lucha por un techo bajo el cual vivir, ni por el derecho a no ser asesinado en una guerra. Es la lucha por el derecho a resistir, a tener una casa y a enfrentar la guerra. Es la libertad misma la que está en juego. El viejo lema “Paz, pan y tierra” es hoy “Paz, casa y libertad”.

*Historiadora, profesora en la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas – Nova FCSH, Portugal.
Es signataria del Llamamiento por la ruptura de todos los lazos de Portugal con el gobierno genocida de Israel.
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