Artículo para Tribuna de trabajadores (México) 24 de agosto de 2025

El reciente sobrevuelo de un dron estadounidense modelo MQ-9B sobre territorio mexicano, en el Estado de México, ha encendido las alarmas. Aunque el gobierno de Claudia Sheinbaum, a través de su secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, aseguró que la operación se realizó a petición del propio Estado mexicano y con fines de “investigación”, lo cierto es que constituye un grave precedente de intervención militar disfrazada de cooperación.
Mientras la administración Trump despliega miles de soldados en la frontera y ensaya nuevas formas de intervención contra los cárteles —ahora designados como “organizaciones terroristas”—, el gobierno mexicano recurre a un doble discurso: por un lado, rechaza públicamente la presencia de tropas extranjeras en suelo nacional; por otro, abre la puerta para que drones militares del Pentágono realicen vuelos de reconocimiento sobre regiones controladas por el crimen organizado.
El narco: herramienta del capital y pretexto imperialista
El narcotráfico no es un fenómeno externo: es una herramienta del capitalismo para reproducirse. Genera acumulación ilegal de capital, disciplina social mediante el terror, destruye comunidades obreras y campesinas, desplaza poblaciones y, al mismo tiempo, brinda a la burguesía transnacional un argumento perfecto para militarizar territorios, abrir rutas de control y someter Estados.
Así, lo que en el discurso aparece como una “lucha contra el crimen” es en realidad una guerra contra los trabajadores y el pueblo. Las armas que fabrica la industria bélica estadounidense alimentan a los cárteles; los bancos del capital financiero lavan sus ganancias; y cuando esas mismas estructuras resultan incómodas, se agita la bandera de la “seguridad nacional” para justificar la intervención militar directa.
La política de Sheinbaum: soberanía de palabra, subordinación en los hechos
La presidenta Claudia Sheinbaum ha repetido que “la soberanía no está en venta”. Sin embargo, sus actos desmienten esas palabras. Aceptar la operación de un dron militar extranjero en Valle de Bravo no es una anécdota técnica: es la confirmación de que México se subordina a la estrategia imperialista de Estados Unidos en la región.

Las coincidencias no son casualidad. El dron sobrevoló el Estado de México apenas un día después de la extradición de 26 miembros del crimen organizado a EE. UU., y días después de que Trump firmara una orden ejecutiva que autoriza el uso de las fuerzas armadas contra cárteles fuera de su territorio, al tiempo que desplegaba barcos de combate y cientos de tropas en mares venezolanos, amenazando con intervenir en aquel país con el mismo argumento de la “lucha contra el narcotráfico”.
En este contexto, las “colaboraciones” no son cooperación entre iguales, sino la adaptación del aparato del Estado mexicano a la lógica de Washington.
La injerencia imperialista: un peligro para la clase trabajadora
El despliegue militar de EE. UU. en la frontera, la creación de la Joint Task Force Southern Border y el reciente ingreso de un dron de reconocimiento sobre el Estado de México forman parte de una estrategia de largo aliento del imperialismo para extender su control político y militar en la región.
La historia demuestra que cada vez que Washington habla de “seguridad”, “lucha contra el narcotráfico” o “combate al terrorismo”, lo que en realidad despliega es una ofensiva contra los pueblos y los trabajadores. Lo vimos en Afganistán e Irak, lo vemos hoy en Colombia y lo pretenden imponer en México bajo el mismo pretexto: la necesidad de “aplastar a los cárteles”.
En la práctica, esta intervención implica para la clase trabajadora:
- Militarización de la vida cotidiana. Las calles, comunidades obreras y zonas rurales se convierten en territorios de guerra donde las principales víctimas son jóvenes, campesinos y trabajadores.
- Criminalización de la protesta social. La represión contra el “enemigo interno” se extiende a huelgas, movilizaciones obreras y luchas populares. La “guerra contra el narco” se convierte en excusa para sofocar la organización independiente de los trabajadores.
- Profundización de la dependencia económica. El Estado mexicano queda subordinado a los intereses de Washington: compra de armamento, entrenamiento militar bajo doctrina estadounidense y alineamiento político con la agenda de seguridad norteamericana.
- Normalización de la pérdida de soberanía. El sobrevuelo de drones, la presencia de agencias como la DEA y la aceptación tácita de la injerencia militar sientan un precedente peligroso: el pueblo se acostumbra a que la soberanía se negocie y fragmente bajo el discurso de la “cooperación”.
El imperialismo no busca “proteger” a México: busca garantizar que el país siga siendo un territorio semicolonial, donde los recursos naturales, la fuerza de trabajo y hasta la vida de los jóvenes se pongan al servicio de la acumulación capitalista. El narcotráfico cumple un papel funcional: justificar la militarización, generar ganancias extraordinarias para el capital financiero mediante el lavado de dinero y sembrar terror en las comunidades para frenar la organización popular.
Por eso, el peligro de la injerencia no se limita a la pérdida de soberanía formal: es un ataque directo a la clase trabajadora y a sus posibilidades de organizarse y luchar por un futuro distinto. El imperialismo y el narco son dos caras de la misma moneda. Solo la unidad internacional de los trabajadores puede enfrentarlos y abrir la perspectiva de un México y una América Latina libres de explotación y barbarie.
Por una salida obrera y revolucionaria
Frente a la presión del imperialismo y la política de subordinación del gobierno de Sheinbaum, los trabajadores debemos levantar una posición independiente:
- No a la intervención militar de EE. UU. en México ni en ningún país de América Latina.
- Fuera el narco de nuestras comunidades: expropiación y control obrero de las finanzas y territorios hoy en manos del crimen organizado.
- Organización de comités obreros y populares de autodefensa y resistencia.
- Por una política de unidad trinacional de los trabajadores de México, EE. UU. y Canadá contra el imperialismo y sus Estados lacayos.
La verdadera lucha contra el narcotráfico solo puede darse si se arranca de raíz el sistema que lo sostiene: el capitalismo. Por eso, la tarea no es pedir “más seguridad” al Estado burgués, sino organizarnos como clase para acabar con este sistema de explotación y barbarie.

