De nuestro corresponsal, Lorenzo Varaldo (Tribuna Libera)

Cientos de miles de trabajadores, de jóvenes, de familias, de simples ciudadanos indignados por el genocidio que sigue perpetuándose en Gaza se fueron a la huelga y bajaron a las calles en ochenta ciudades, este 22 de septiembre. Un movimiento gigantesco que se puso en movimiento y se amplifica cada día, reúne a los trabajadores de los puertos de Ravena, Génova, Catania, Livonia y Trieste, mismos que rechazan embarcar los contenedores destinados a Israel.
Cada semana, día con día, la movilización se extiende de norte a sur. En las manifestaciones, la demanda dirigida al gobierno de romper todas las relaciones con Israel se hace cada vez más presente. Desde el 16 de septiembre, con el anuncio del asalto contra el centro de Gaza, miles de trabajadores salieron inmediatamente a las calles espontáneamente en muchas ciudades. El 20 de septiembre se organizaron otras manifestaciones aún más importantes, y este caudal cada vez más imponente, que une desde ya al país, adoptó el llamamiento a la huelga lanzado por los sindicatos USB, CUB y Cobas e invadió literalmente las calles del país el 22 de septiembre.
Por su lado, la CGIL había llamado a dos horas de huelga el 19 de septiembre, con la excepción de las escuelas, los servicios de salud y los servicios públicos. Entre las reivindicaciones figuraban “detener toda intervención militar en la banda de Gaza, la garantía a los corredores humanitarios, el apoyo y la seguridad de todas las misiones humanitarias en curso, y la supresión de todo acuerdo de cooperación comercial y militar con Israel hasta el final de la guerra en Gaza y de la ocupación de Cisjordania”.
Como resultado de esta jornada de huelga del 22 de septiembre, la población se interroga: ¿cómo imponer el fin de la masacre? ¿Qué hacer ahora?
Un llamamiento a la unidad fue lanzado a los sindicatos en el curso de estas últimas horas por un grupo de maestros de todo el país, por la unidad en una sola huelga general: “El gobierno italiano – cuyo primer ministro puede impunemente y contra toda evidencia apoyar el “derecho de Israel a defenderse” – es cómplice. Solamente una gran jornada de huelga y de movilización podrá detenerlo (…). La responsabilidad de las organizaciones democráticas, de los y las trabajadoras es la de combatir inmediatamente, en la unidad, por la ruptura de toda relación diplomática, política, económica, comercial y militar con Israel: pedimos una huelga general y unitaria para imponernos al gobierno para que rompa inmediatamente con todas las relaciones con Israel.”

