Nuevo número de Tribuna de Trabajadores #5

A continuación presentamos el editorial último ejemplar de Tribuna de Trabajadores, expresión publica de la LCI-CORCI, correspondiente a noviembre de 2025. Puedes descargar el ejemplar completo al final del texto

¡Ni subordinación a la burguesía ni al imperialismo: independencia política de la clase trabajadora!
¡Por la organización obrera y socialista: construyamos el partido de la clase trabajadora con la LCI-CORCI!

EDITORIAL: Bonapartismo, subordinación imperialista y la reconstrucción de la organización independiente de la clase trabajadora

El gobierno de Claudia Sheinbaum se ha presentado como “el segundo piso”, continuidad y profundización del proyecto denominado “Cuarta Transformación”. Con un discurso que combina justicia social, combate a la corrupción y defensa de los pobres, el nuevo gobierno consolida una forma de bonapartismo contemporáneo: un gobierno que se afirma “por encima de las clases” para arbitrar el conflicto social, pero que en los hechos organiza y garantiza la continuidad del Estado capitalista, del régimen de explotación y de la subordinación al imperialismo.

Este bonapartismo se sostiene no solo en la fuerza del aparato militar y burocrático, sino en un consenso social real. El gobierno de Sheimbaum sigue siendo el mas popular y mejor calificado; millones de trabajadores, mujeres y jóvenes encuentran en los programas asistenciales —becas estudiantiles, pensión universal, apoyos a madres, Prepa Sí, Jóvenes Construyendo el Futuro— un alivio concreto frente a la precariedad cotidiana ha ello se suma la cuestión de género, siendo ella la primer mujer presidenta del país. Ese respaldo social no puede ser ignorado ni subestimado. Pero es un consenso construido sobre el terreno del orden existente, no de su transformación. Ofrece protección parcial, no emancipación.

En materia económica, el gobierno continúa subordinado al T-MEC, anclado a la integración productiva y militar con Estados Unidos. En el plano político, Sheinbaum presenta su relación con el gobierno de Donald Trump como “cooperación respetuosa”, pero en los hechos aplica la agenda dictada desde Washington: militarización de las fronteras, contención migratoria, aseguramiento territorial para corredores logísticos y energéticos, alineamiento estratégico en la región para preparar las condiciones del enfrentamiento de EUA con China. Lo que llama cooperación en verdad es subordinación al imperialismo nortemaericano.

En el ámbito internacional, la negativa a romper relaciones con el Estado de Israel frente al genocidio en Gaza muestra los límites del humanismo gubernamental. Mientras hospitales son bombardeados, familias enteras son desplazadas y miles de niños palestinos mueren, México mantiene relaciones diplomáticas plenas, acuerdos comerciales y reconocimientos políticos. La neutralidad ante un genocidio es complicidad.

A esto hay que agregar la confesión que desde el gobierno de Calderón, los servicios de seguridad del Estado de Israel, son quienes proporcionan las infraestructuras, los software y la capacitación a las fuerzas policiacas y de inteligencia mexicanas.

Al interior, Sheinbaum prometió impulsar la reducción de la jornada laboral a 40 horas semanales (dos días de descanso por semana), una demanda histórica del movimiento obrero. Pero esta reivindicación ha sido amarrada a negociaciones con las cámaras empresariales: Coparmex, CCE y Canacintra, que buscan imponer “periodos de transición”, flexibilidad y extensión de jornadas mixtas y nocturnas. La patronal busca recuperar la plusvalía perdida adaptando la forma, vaciando el contenido. Así, una conquista obrera puede convertirse en engranaje para una nueva etapa de explotación, como ya denuncian el Frente Nacional por las 40 horas, colectivos obreros, trabajadores de comercio y maquila, y sindicatos.

Este consenso bonapartista no se sostiene solo desde arriba: también se reproduce a través de las direcciones sindicales. Las grandes centrales —la CTM, la CROC y el Congreso del Trabajo— continúan subordinadas al Estado, garantizando la paz social en los centros de trabajo. Pero incluso las centrales y sindicatos que se reivindican independientes han sido arrastrados a la lógica de concertación: negociación sin confrontación, diálogo sin movilización, administración del mal menor.

Esta subordinación sindical es uno de los pilares del actual consenso político. Mientras la explotación se mantiene, las direcciones llaman a confiar en las instituciones. Mientras la precarización avanza, llaman a esperar. Pero sin independencia sindical no hay independencia política.

Frente a ello, emergen respuestas desde abajo que muestran el camino:

La lucha del Sindicato Independiente de Jornaleros Agrícolas (SINDJA) en San Quintín, que ha denunciado la esclavitud infantil y exige salario digno para el adulto para liberar al niño del surco.

Las movilizaciones  de la CNTE, que exigen la abrogación total de la reforma educativa, la derogación del USICAMM y la recuperación de la jubilación solidaria.

La pelea por las 40 horas reales sin reducción salarial y sin expansión de jornadas nocturnas, hoy frenada por el pacto entre gobierno y patrones.

Estos combates muestran que la clase trabajadora tiene capacidad de lucha, pero que aún carece de una dirección política propia capaz de unificar, elevar y proyectar esa fuerza hacia un proyecto de poder.

Por ello, afirmamos:

La tarea central de nuestro tiempo es romper la subordinación del movimiento obrero al Estado y construir su independencia política.

Es por ello necesario levantar las consignas de estos movimientos, en particular las 40 horas, Consigna que pone  en primer plano la contradicción del gobierno: dice gobernar para todos pero subordina el avance de las conquistas a intereses empresariales.

 Desde la LCI consideramos que para lograr la independencia de clase, se deben impulsar la construcción de comités obreros de base en los centros de trabajo, para impulsar la democracia interna y en los lugares donde no existe organización , es necesario organizar los sindicatos.

Llamamos a unificar las luchas sociales, discutiendo y dialogando sobre los ejes que nos unen.

Convocamos a todos los simpatizantes de estas luchas y a los que apuestan por una verdadera transformación a construir el germen de un Partido Obrero en México, independiente del Estado, los empresarios y el electoralismo.

Y llamamos a participar en la Reunión Trinacional del CORCI (México–Estados Unidos–Canadá), como paso concreto hacia la articulación internacional de la clase trabajadora.

Sin independencia política no hay emancipación. Sin organización revolucionaria no hay socialismo.

Únete a la LCI.

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