Lucha de clases y medio ambiente.

Editorial del semanario Tribuna de los Trabajadores #392 , del Partido Obrero Independiente Democratico

Por Daniel Gluckstein

   “La lucha por el clima no tiene nada que ver con la lucha de clases”. Bajo este título, una crónica publicada por Le Figaro del 29 de mayo proclama que, “por definición universal, la cuestión climática merece más altura que el terreno pantanoso de la lucha de clases”. Traducción: nos concierne a todos, tanto al obrero como al patrón. Por eso, no hay lugar para hablar de “impuestos a los ricos”. ¡Todo el mundo deberá pagar y ello costará cientos de miles de millones de euros!

   Ese mismo día, Les Echos nos informa que el plástico se ha vuelto el tercer material más fabricado en el mundo (detrás del cemento y del acero), al punto que “los plásticos han contaminado todo el planeta, aun los lugares más aislados”. Con grandes consecuencias sobre la fauna y la salud de los seres humanos.

   Esos hechos son ya conocidos. Y sin embargo, los expertos anuncian que la multiplicación por dos de la producción de plástico se alcanzará en el año 2060, agravando todos los efectos nefastos, así como la emisión de gases de efecto invernadero…

   ¿Qué es lo que va a decidir la cumbre reunida en Paris esta semana? No mucho, sin duda. Las empresas que generan más desechos plásticos esparcidos en la naturaleza se llaman Coca-Cola, Nestlé y PepsiCo… pero esas multinacionales no quieren que sus ganancias se vean en entredicho por los jefes de Estado a quienes consideran estar a su servicio. Jefes de Estado que no tienen ni la voluntad ni los medios para detener a las multinacionales.

   Ese es el “terreno pantanoso de la lucha de clases”, en el cual los cocodrilos capitalistas se mueven en su búsqueda insaciable de ganancias, ¡mientras que el pueblo está condenado a “tragar plástico” … y a morir!

  ¿Y qué decir de ese otro escándalo sacado a la luz ese mismo día por Le Monde? Dieciocho mil sitios industriales que pertenecen en particular a Arcelor Mittal, Lafargue y otros grandes grupos se han beneficiado desde hace más de veinte años, legalmente, de “cuotas de emisión de CO2” ofrecidos gratuitamente por la Unión Europea. Las han utilizado en maniobras especulativas… legales. Con el propósito de “descarbonatar” -es decir, de disminuir la producción de CO2-, la Unión Europea creó de arriba a abajo un mercado artificial de compra y de venta de derechos a contaminar en el cual, solo en el 20221, las transacciones se elevaron a casi 700 mil millones de euros.

   ¿Descarbonatar? No, ¡la más grande de las contaminaciones sociales, la especulación destructora de la economía, del género humano y del medio ambiente!

   ¿Por qué Le Figaro se ensaña en proclamar que la lucha contra el calentamiento climático no tiene que ver con la lucha de clases? Porque sabe que, cada vez más numerosos, los trabajadores y los jóvenes rechazan el dejarse abusar por la fábula según la cual seríamos todos hermanos en la lucha contra la destrucción del medio ambiente.

   La defensa del medio ambiente, es la defensa del género humano, y en particular de su parte productiva: la clase obrera. Coloca en la orden del día la expropiación de los explotadores, de quienes contaminan, de los especuladores, y de los destructores de la humanidad. La expropiación de los capitalistas por la lucha de clases abrirá la vía al socialismo.

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