Artículo extraído de LA TRIBUNE DES TRAVAILLEURS #440 (15 de mayo de 202) Semanario del Patido de Trabajadores (Francia)

   “Y cuando el mundo se rearme… eso tendrá un impacto en el crecimiento. Se esperaba un crecimiento virtuoso verde, pero se tiene un crecimiento rojo de sangre. Se esperaba la transición ecológica, y tenemos la transición militar. And the winner is (y el ganador es) … ¡los Estados Unidos! Este boost fenomenal del armamentismo estimula fuertemente el crecimiento. La reactivación por el armamento…nadie lo habría imaginado”, remarca un cronista de BFM Business el 25 de abril, sin que uno sepa si se trata de una ironía o de un franco cinismo.

   ¿Nadie? Sí: los marxistas. Hace ciento diez años la revolucionaria Rosa Luxemburgo había constatado que, en el sistema capitalista en crisis, el “militarismo” es un medio formidable, artificial y destructor, de reactivación de la economía, a partir del momento en que “Los recursos concentrados entre las manos del Estado por el sistema de impuestos, son utilizados para la producción de máquinas de guerra”. Así, “Los gastos del militarismo tienen como soporte principal la clase obrera y el campesinado”, escribía en 1913. Trabajadores y campesinos que pagan los miles de millones para la guerra de sus impuestos y del pillaje de los servicios públicos… luego pagan con sus vidas en los campos de batalla, mientras que los capitalistas cuentan sentados sus ganancias.

   He ahí por qué los capitalistas estadounidenses, en lucha contra los oligarcas rusos, hacen todo para que la guerra en Ucrania dure el mayor tiempo posible. Sobre los 95 mil millones de dólares de gastos militares suplementarios que Biden hizo votar el 20 de abril, 61 mil millones servirán para financiar la guerra en Ucrania. De ellos, más de 40 mil millones para “permitir” al gobierno de Zelensky comprar equipos, municiones y otras lindas cosas al ejército americano, como a Lockheed Martin, a RTX, a Boeing, etc. Lo mismo sucede para los 50 mil millones de euros votados por el Parlamento Europeo el 27 de febrero (Con el apoyo de los eurodiputados PS y LFI).

   Pero para que esas armas sean consumidas, son necesarios los hombres. Es ahí que interviene Zelensky, presidente de Ucrania quien, como Putin, se gurda el revelar las pérdidas humanas considerables de su ejército. A falta de soldados ucranianos dada la carnicería, Zelensky endureció la ley de movilización. Desde el 18 de mayo, ningún ciudadano ucraniano que viva en el extranjero, con una edad de entre 25 y los 59 años y en estado de combatir, no podrá renovar sus papeles en un consulado, bajo pena de ser enviado al frente.

   Con el fin de ayudar a Zelensky a juntar esta carne de cañón, los ministros de Defensa de Polonia y de Lituania -países miembros de la OTAN y de la Unión Europea- propusieron expulsar hacia su país de origen a los 200,000 ucranianos en edad de combatir presentes en sus territorios.

   Pero los trabajadores y los jóvenes ucranianos son cada vez más numerosos en querer escapar, “refractarios” a la movilización. Ya que, explican los militantes internacionalistas de Ucrania: “El patriotismo, es para los pobres. Los ricos no tienen ese problema. Son los ricos los que han organizado esta masacre, y no la gente ordinaria. No se resuelven los conflictos masacrándose los unos a los otros, ¿no es cierto? Eso es lo que ellos hacen, pero con la vida de los otros, no con la suya. ¡Refractarios de todos los países, uníos!”

Dominique Ferré

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