Editorial de LA TRIBUNE DES TRAVAILLEURS #444 (12 de junio de 2024) Semanario del Partido de Trabajadores francés.

Por Daniel Gluckstein

La crisis del régimen se profundiza cada hora que pasa. Nadie sabe en qué se convertirá en los próximos días. El progreso espectacular, en porcentaje, de la extrema derecha en las elecciones europeas suscita la inquietud legítima entre los trabajadores y los jóvenes. Inquietud reforzada por el anuncio de una probable alianza entre la extrema derecha y un sector de los Republicanos (derecha, ndlt). La sombra de un gobierno de cohabitación Mactron-Bardella-Ciotti ronda, amenazador, por todo el país.

Hay que constatar sin embargo que la progresión de la extrema derecha (progresión relativa, ya que el total de sus votos está en retroceso en relación a los obtenidos den el 2022) hay que relacionarla con lo que significa el evento mayor de este 9 de junio: el derrumbamiento de la lista macronista. Pierde en efecto los dos tercios de los votos obtenidos por Macron en la primera vuelta de la elección presidencial, o sean 6.1 millones de votos menos en relación a los 9.7 millones de hace dos años.

Esta caída estrepitosa de Macron, resulta del rechazo masivo de su política, un rechazo que dejó constancia al disolver la Asamblea Nacional. Este rechazo provocó un vacío que, en un primer momento, Rassemblement National (extrema derecha, ndlt) intenta llenar, aprovechando la política de división que le dio la posibilidad de hacerlo. Los partidos de izquierda, por su parte, buscan responder con la conclusión apresurada de un acuerdo que ponga de pie lo que ellos llaman un “nuevo frente popular” para las elecciones legislativas.

Pero los trabajadores y los jóvenes buscan y han buscado ocupar este vacío sobre el terreno que les es propio. Miles de manifestantes se reunieron el domingo y el lunes por la noche contra el Rassemblement National, aunque también contra Macron y su política. Desde el lunes, en numerosos sectores profesionales, los trabajadores han considerado que el momento había llegado para formular sus reivindicaciones y de ir a buscarlas. Se lanzaron llamados a la huelga, y se observaron, en muchas reuniones sindicales, a los trabajadores y a los delegados oponer la necesidad de la huelga para las reivindicaciones a los responsables que querían canalizar la acción hacia el apoyo de los aparatos políticos.

Ante este inicio de irrupción de los trabajadores y de los jóvenes en el terreno de la lucha de clases directa, los dirigentes respondieron constituyendo ese “nuevo frente popular”. Al mismo tiempo estaban convocadas manifestaciones comunes a algunas organizaciones sindicales y a los aparatos políticos.

A partir de ahí, una cuestión queda planteada: si se trata de darle cuerpo al rechazo, es indispensable abrir la perspectiva de una verdadera ruptura. Y como se trata del gobierno, abrir la perspectiva de una verdadera ruptura obrera.

Ciertamente, el llamado a constituir ese “nuevo frente popular” evoca la necesidad de una ruptura, pero sin darle el menor significado concreto. Se notará que, en las manifestaciones del lunes en la noche, el llamado del Partido de los Trabajadores: “¡Ni una moneda, ni una sola arma, ni un solo hombre para la guerra!” fue extremadamente bien acogido por los manifestantes.

Entonces, se trata de abrir la perspectiva de una ruptura real no solamente con palabras. El contenido, a minima, no puede ser otro que éste: para empezar, la ruptura con la lógica de guerra. Macron, dos días antes de las elecciones, reafirmó sus intenciones de enviar tropas a Ucrania. La ruptura es: “¡Ni una moneda, ni una sola arma, ni un solo hombre para la guerra en Ucrania!”, es detener los envíos de armas y todas las relaciones con Israel, culpable de genocidio.

La ruptura es, a minima, la ruptura con la lógica de la Unión Europea, la de los tratados de Maastricht y otros que imponen la austeridad y el pago de intereses de la deuda. La ruptura, es la abrogación de las contra-reformas que sangran cada vez más al obrero: la del seguro contra el desempleo, las pensiones, la Seguridad social, y la anulación de los aumentos en las tarifas de energía.

La ruptura deseada, es la ruptura con la Va República, ese régimen de poder personal que le otorga todos los poderes al presidente, incluido el de decidir, él solo, la disolución de la Asamblea. Es la necesidad de convocar una Asamblea constituyente soberana. para terminar con este régimen y establecer una auténtica democracia.

Ya que romper con la política de Macron no podrá pasar por una cohabitación a su lado. Y es que un gobierno de cohabitación, en el respeto a las instituciones de la Va República, actúa solamente bajo el permiso del presidente.

   Una perspectiva como ésta de ruptura no se impondrá al través de una coalición electoral contraída apresuradamente entre partidos que, hasta las horas que precedieron al acuerdo, se desgarraban los dientes por delante y afirmaban la imposibilidad de llegar a ella.

   Es el movimiento de las masas, tal como se ha empezado a manifestar -más que las combinaciones de los aparatos y las combinaciones gubernamentales- lo que resolverá la situación. Es la acción de la clase quien, yendo a buscar sus reivindicaciones por medio de la huelga, impondrá la satisfacción también de las aspiraciones políticas que se han expresado implícitamente en el plano electoral.

   Que se trate de impedir la llegada de un gobierno de extrema derecha o de imponer el gobierno de ruptura obrera, la clase obrera y la juventud unidos tienen entre sus manos las claves de la situación. Una nueva etapa queda abierta. Contiene grandes peligros, pero es portadora también de inmensas posibilidades. Más que nunca, la emancipación de los trabajadores será la obra de los mismos trabajadores.

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