Por Francois Forgue
Los días 30 y 31 de octubre tuvo lugar una reunión del G20, reagrupando a los jefes de Estado o de gobierno de los países clasificados como los más importantes del planeta (1). Pero en el G20, evidentemente, hay uno que tiene más valor que los otros 19. Y es que todos sus resultados están predispuestos por la voluntad de la potencia imperialista dominante: los Estados Unidos de América.
Por ejemplo, no hace mucho, Macron se indignaba porque Francia había perdido un contrato de venta de submarinos franceses, anulado por Australia en beneficio de los submarinos nucleares norteamericanos (2). Después de una entrevista entre Biden y Macron, este último expresó su satisfacción una vez que Biden tuvo a bien reconocer que había “dado pruebas de torpeza”. El único culpable, según Macron, sería entonces el Primer ministro australiano, que “había mentido”. Es sin embargo un hecho el que, para provecho de los Estados Unidos, Francia perdió un mercado de 56 mil millones de euros… y que Macron y su gobierno se ven forzados a colocarse en la línea de la ofensiva norteamericana contra China en el lugar que los Estados Unidos le asignen.
El que en esta cumbre Biden haya impuesto la voluntad de los capitalistas de los Estados Unidos no significa que esta reunión del G20 le ponga un alto a la profundidad de la crisis que desgarra al sistema capitalista y que golpea a los Estados Unidos. Por ejemplo, se le dio una gran importancia al anuncio de un impuesto del 15% al monto gravable de las grandes multinacionales. Todos los comentaristas señalan que su puesta en marcha será larga y difícil, aún más si como se sabe debe ser ratificada por los parlamentos de los países donde operan. Las firmas como Amazon, Facebook, Google y Apple son en este sentido firmas norteamericanas y la ratificación de este acuerdo está lejos de ser aprobado en los USA.
Se habla de un “avance histórico” en las relaciones entre la Unión Europea y los Estados Unidos porque Biden aceptó el abandono de los aranceles adicionales sobre las exportaciones de acero y de aluminio provenientes de la Unión Europea hacia los Estados Unidos (aranceles que habían sido impuestos por Trump). Biden explicó este gesto diciendo que eso “estimularía la producción de sus minerales en los Estados Unidos” y, sobre todo, porque se inscribe en la lucha contra la “carbonización” de la industria, que permitiría restringir “la llegada a nuestros mercados del acero sucio procedente de China”.
La reunión del G20 se concluyó, como se acostumbra, con una declaración. Declaración demasiado larga y desbordada de compromisos vagos tratando de sobrellevar la crisis, vencer la pandemia y desarrollar el empleo. No vamos a encontrar una sola palabra sobre la situación real de la humanidad de hoy en día. Una sola palabra sobre los 100 millones de empleos perdidos, una sola palabra sobre las guerras en curso, una sola palabra sobre la impotencia para frenar la pandemia, aunque al pasar de un párrafo a otro encontraremos la afirmación de que es necesario, ciertamente, “utilizar todos los medios a nuestra disposición para mantener la recuperación… “aunque “preservando la estabilidad financiera y la sustentabilidad presupuestal a largo plazo”. En otros términos, para ser más claros, agravar en todos lados la intensidad de la explotación y los desastres que lleva consigo el sistema capitalista.
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(1) Los miembros del G20 son: África del Sur, Alemania, Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, Estados Unidos, Francia, Italia, India, Indonesia, Japón, México, Reino Unido, Rusia, Turquía y la Unión Europea.
(2) Al mismo tiempo que Australia se comprometía con una nueva alianza militar con Gran Bretaña y los Estados Unidos dirigida contra China, alianza de la que Macron fue hacho a un lado por Biden.