Documento adoptado en la Conferencia Internacional por la reconstitución de la Cuarta Internacional, por el Partido Mundial de la Revolución Socialista, Paris 3,4 y 5 de noviembre de 2023

A los trabajadores y jóvenes que combaten en todos los continentes contra la guerra y la explotación, por la emancipación de los trabajadores y de los pueblos.

Los 3, 4 y 5 de noviembre se ha reunido en Francia una “conferencia internacional por la reconstitución de la IV Internacional, por el partido mundial de la revolución socialista”. Han participado en ella delegaciones de 32 países representantes de grupos y organizaciones afiliados al CORCI (Comité de organización por la reconstitución de la IV Internacional); y también grupos, militantes que, sin pertenecer al CORCI, comprometidos en el combate contra el capitalismo, contra el imperialismo, contra la guerra, han participado libremente a nuestras discusiones. (El gobierno francés, al rechazar los visados de entrada, ha impedido la participación de varios delegados de 7 países)

Nos hemos reunido en el momento en el que el pueblo palestino es aplastado bajo las bombas en Gaza. Cada día se cuentan cientos de nuevas víctimas. El Estado de Israel apoyado militarmente, políticamente, diplomáticamente, económicamente por el imperialismo americano y las otras potencias capitalistas, no oculta el objetivo que quiere alcanzar: organizar la segunda Nakba. Es decir, más allá de la matanza actual, expulsar a dos millones trecientos mil palestinos de la franja de Gaza.

Inmediatamente después del 7 de octubre, el CORCI ha tomado posición: “Los trabajadores, los jóvenes y los pueblos del mundo deploran conmovidos los miles de víctimas civiles, en particular esos jóvenes y niños brutalmente privados de la vida en Israel y en Gaza. El primer ministro israelí Netanyahu proclama «¡Es la guerra!» ¿Es necesario recordar que la guerra no ha empezado el 7 de octubre de 2023? Hace setenta y cinco años que devasta la región. Desde hace setenta y cinco años, el pueblo palestino es expulsado de su tierra, de sus pueblos, y sus casas son destruidas. Desde hace setenta y cinco años se prohíbe al pueblo palestino el derecho al retorno, enfrentado a una colonización que devora cada vez más la tierra palestina. Sometido a un verdadero régimen de apartheid compuesto de discriminación, de opresión y de humillación, nunca ha cejado, sin embargo, de resistir y de combatir.”

Contingente de la manifestación del 4 de noviembre, camaradas del POID, impulsado por la Tendencia Comunista Internacionalista Sección francesa de la IV internacional

Tras haber reivindicado “la guerra”, Netanyahu afirma que pretende volver a hacer la de 1947 y anuncia “solo es el principio”. Cualquier trabajador, cualquier joven, cualquier militante, cualquier partidario de la libertad y de la democracia tiene el deber imperioso de alzarse al lado del pueblo palestino para que cese inmediatamente la matanza. La movilización emprendida en todos los continentes y en todos los países debe proseguir y ampliarse para imponer cuanto antes el cese de los bombardeos israelís y el levantamiento del bloqueo que ha provocado ya cerca de 10 000 víctimas y que arriesga con provocar decenas de miles de víctimas suplementarias a causa de la privación de agua, de alimentación, de medicinas. Nada puede justificar que Gaza sea transformada en “una fosa común a cielo abierto”, retomando los términos utilizados por el vicepresidente de Medecins sans frontières (Médicos sin fronteras). El cese de los bombardeos, el cese de la intervención aérea y terrestre, el levantamiento del estado de sitio, son la causa común de todos los partidarios de la democracia, de todos los defensores del género humano.

Y aún más: cualquier militante, cualquier trabajador, cualquier joven que anhela la libertad, la justicia y la democracia debe apoyar el derecho del pueblo palestino a la autodeterminación, a retornar a su tierra, el derecho a la libertad, el derecho a la vida. Nada puede justificar que un pueblo no tenga derecho a la vida. Los horrores que ha producido el régimen capitalista con las atrocidades cometidas por los nazis contra los judíos durante la segunda Guerra mundial no pueden justificar el horror cometido por el Estado de Israel contra el pueblo palestino. Un genocidio no puede justificar otro genocidio; la exterminación del gueto de Varsovia en condiciones atroces no puede justificar hoy la liquidación del gueto de Gaza. El niño judío que levanta los brazos ante los soldados nazis en abril de 1943, en los últimos días de la insurrección heroica del Gheto de Varsovia no puede servir para justificar que el niño palestino sea aplastado por las bombas israelíes en 2023.

Desde hace 75 años, la partición de Palestina impuesta por la ONU, pasando por encima del pueblo palestino, ha creado los sufrimientos infligidos al pueblo palestino, condenado a errar sin fin y a una represión sin límites. Pero esos sufrimientos recaen también sobre la población judía, que paga las consecuencias de la situación en que se encuentra a causa del proyecto sionista. Combatir la barbarie no es en absoluto alimentar el antisemitismo -que debe ser combatido- sino al contrario, abrir una solución positiva para las componentes judías y árabes que viven en el territorio de Palestina. Actualmente se elevan cada vez más voces -aunque todavía son aún minoritarias- en el seno de la población árabe palestina y de la población judía que viven en las fronteras de 1947, para defender otra perspectiva: que judíos, árabes, musulmanes, ateos, puedan vivir con igualdad de derechos y de deberes en un Estado fundado sobre los principios de la democracia, en una Palestina laica, democrática e independiente sobre todo el territorio histórico de Palestina. De una manera o de otra, es la única solución que podrá poner un fin duradero a la situación creada hace 75 años.

Todos los gobiernos de las potencias occidentales, incluido el gobierno americano, reivindican la aplicación de las resoluciones de la ONU. ¿Es necesario recordar que la situación dramática de Palestina se desprende del voto de la resolución n°181 de la ONU que ha instalado la partición el 29 de noviembre de 1947? ¿Es necesario recordar que esta resolución instauraba un Estado judío exclusivo y negaba al pueblo palestino el derecho a ser une componente del Estado en su tierra? Es la ONU quien, sobre la base de un acuerdo entre las potencias capitalistas y la Unión soviética dirigida entonces por Stalin, ha hecho posible la Nakba de 1948, esa expulsión definitiva de su tierra, de sus campos, de sus casas, de 800 000 palestinos. Todo lo ocurrido desde entonces ha derivado de ese voto en 1947.

La ONU es la partición de Palestina. La ONU no puede ser la solución. Es cierto que todos la reclaman: Israel, los USA, pero también los dirigentes de partidos de izquierda y organizaciones diversas que dicen ser “amigos del pueblo palestino”. Decimos a los trabajadores y a los jóvenes “Debéis desconfiar de los que os piden reivindicar las resoluciones de la ONU”. La única resolución que ha sido aplicada de las 81 resoluciones que la ONU ha adoptado en torno a Oriente Medio desde 1947, la única, es la que ha permitido a los sionistas constituir un Estado reservado exclusivamente a los judíos. Todas las otras, incluso aquellas que llamaban a restituir los territorios ocupados o a moderar la colonización, no han sido jamás aplicadas. La ONU, retomando la fórmula de Lenin acerca de su ancestro La Sociedad de las Naciones, no es sino una “cueva de bandidos” ya que su función es permitir a los “bandidos” capitalistas de todo tipo (ayer de acuerdo con los bandidos burócratas contra-revolucionarios estalinistas, transformados en oligarcas, del Kremlin) de ponerse de acuerdo entre ellos. La ONU no es una organización internacional para garantizar la paz, sino una organización internacional para garantizar a los diferentes Estados capitalistas la libertad de acción en función de sus intereses.

La solución positiva al drama que vive Palestina en su propia carne desde hace tres cuartos de siglo, solo puede proceder de la aplicación de la perspectiva formulada ya en 1947 por la IV Internacional y su sección palestina: la constituyente palestina que reúna en pie de igualdad de derechos a sus componentes judías y árabes sobre todo el territorio histórico de Palestina. La verdad obliga a decir que la perspectiva de una Palestina laica y democrática -consignada en la Carta de 1968- fue en sus orígenes la posición de todas las componentes del movimiento nacional palestino. Después fue abandonada bajo la presión del imperialismo y de los regímenes reaccionarios árabes, así como, tras el derrumbe de la URSS, todas las direcciones oficiales del movimiento obrero han abandonado -no solo con hechos- sino también con palabras, la perspectiva del socialismo, de la abolición del régimen de la propiedad privada de los medios de producción. Para vencer, los trabajadores deberán constituir partidos y una internacional que reanuden plenamente en las palabras y en los hechos con las posiciones fundadoras del movimiento obrero en sus orígenes: la ruptura total con la burguesía, la apropiación colectiva de los medios de producción. Esta es la perspectiva que debe surgir de la lucha de clase. Porque la lucha de clases está viva.

Si se desencadena la barbarie contra el pueblo palestino en Gaza y en Cisjordania, es también porque desde hace 75 años, a pesar de las derrotas, las matanzas, a pesar de los golpes recibidos, la revolución palestina no ha renunciado. El pueblo palestino, generación tras generación, no cesa de combatir por sus derechos, el derecho al retorno, el derecho a reparación por la terrible injusticia infligida con la partición y la primera Nakba. La revolución palestina, su continuidad desde hace 75 años, son una componente de los procesos revolucionarios que en todos los continentes ven a los pueblos levantarse por sus reivindicaciones, en particular los trabajadores. En el último periodo, y los delegados a nuestra conferencia han dado cuenta de ello, se han visto huelgas masivas en las empresas en China a pesar de la prohibición de las organizaciones sindicales, huelgas más limitadas pero muy significativas, de los trabajadores de Rusia en plena guerra y a pesar de la guerra ; se ha visto el sublevamiento de los pueblos en Egipto, en Argelia ; se ha visto erigirse la movilización de los pueblos en África occidental contra la presencia colonial francesa y exigir que se le ponga fin; se han visto decenas de miles de obreros del textil en huelga en Bangladesh. A la barbarie capitalista, se opone la movilización legítima de los trabajadores y de los pueblos por sus derechos. Esta arranca a veces las reivindicaciones. También ocurre que las movilizaciones obreras no tengan éxito. Sin embargo, todos esos combates expresan la realidad de la lucha de clase. Esta lucha de clase que ve a los oprimidos y a los explotados reemprender reiteradamente el camino del combate contra los explotadores y sus gobiernos.

La clase obrera tiene en sus manos el porvenir de la humanidad. El imperialismo en descomposición vulnera por todas partes los derechos democráticos, incluso el derecho a manifestarse, el derecho a organizarse. Por todas partes, la rueda de la historia gira al revés en lo que concierne los derechos adquiridos por las mujeres trabajadoras, o el derecho a la instrucción de la joven generación. Por todas partes, la independencia adquirida por los pueblos, así como la igualdad formal adquirida por los negros en los Estados Unidos, son objeto de ataques. Hemos visto incluso estos últimos años, las antiguas potencias coloniales y el imperialismo decretar el bloqueo total de Mali, y después de Níger. Combatiendo por su derecho a organizarse, por las libertades democráticas, por el derecho de las mujeres trabajadoras, por la soberanía de las naciones, por oponerse al retroceso social, la clase obrera, el movimiento obrero aliado con todas las capas oprimidas de la sociedad, se enfrenta al régimen capitalista, al sistema de la propiedad privada de los medios de producción. Esta resistencia obrera se opone al camino emprendido hoy por las potencias capitalistas, el de la guerra que se generaliza, el de la marcha a la tercera guerra mundial, que solo la expansión de la movilización de la clase obrera internacional podrá impedir.

Por noveno año consecutivo los gastos mundiales de armamento aumentan considerablemente: ¡2,5 billones de dólares en gastos de guerra en 2023, de los que 40% corresponden únicamente a los Estados Unidos! Es una ganga para los negociantes de cañones y para la industria militar. Las consecuencias para los pueblos son terribles ya que, como cualquier otra mercancía en régimen capitalista, el armamento producido en progresión constante, debe ser consumido. Por consiguiente, las guerras se extienden. Al mismo tiempo, los presupuestos de los Estado son cada vez más desviados de las necesidades de los pueblos y de los servicios públicos para alimentar la guerra. Esto es particularmente cierto en el contexto de la guerra provocada en Ucrania. Fue desencadenada hace casi dos años por Putin, representante de los oligarcas rusos, esos multimillonarios cuya fortuna se ha constituido con el saqueo de la propiedad de Estado. Pero se ha revelado rápidamente de lo que se trata en realidad, una guerra entre el imperialismo americano y Rusia, una guerra en la que la OTAN es el instrumento que permite al imperialismo americano fijar la hoja de ruta de todos los estados capitalistas que son sus aliados. Los militantes que combaten por la reconstitución de la IV Internacional han avanzado desde el primer momento las consignas “Ni Putin, ni Biden” “Tropas rusas fuera de Ucrania, tropas de la OTAN fuera de Europa”. También han llamado a la retirada de todas las tropas que mantiene el orden neocolonial, en particular las tropas francesas en África.

El imperialismo arrastra a la humanidad a la barbarie. Ya existen elementos significativos de la barbarie. Las guerras que se generalizan son su expresión. Las amenazas contra China, que los capitalistas americanos quieren someter completamente a sus exigencias, podrían desembocar en una guerra que empujaría a la humanidad a una conflagración que amenazaría su propia existencia. Tan graves como estas son las amenazas que pesan sobre el medio ambiente, porque los capitalistas están decididos a proseguir descaradamente la búsqueda de beneficios, por dramáticas que sean las consecuencias para el género humano. Mientras se puede ver como los capitalistas acumulan beneficios como nunca antes, gracias a la especulación financiera, la degradación de la situación de miles de millones de seres humanos alcanza cumbres: el hambre crece, las epidemias se extienden, la inseguridad se desarrolla, Estados enteros se dislocan y desaparecen, o son librados a bandas armadas financiadas por las multinacionales que buscan las riquezas de su subsuelo. Decenas de millones de personas son arrojadas a las rutas del exilio, y miles perecen en ellas. Descomposición de la sociedad en un polo y acumulación de inmensas riquezas en el otro, ilustran dramáticamente el callejón sin salida del sistema capitalista fundado sobre la propiedad privada de los medios de producción.

A la marcha hacia la barbarie oponemos el combate por el socialismo, para que la producción sea controlada por los productores mismos, poniendo la economía al servicio de las necesidades del género humano, de su desarrollo y de la preservación del medio ambiente, y no de la búsqueda del provecho de la minoría de explotadores. Lo que hace necesario combatir para abrir la vía a gobiernos de la clase obrera, gobiernos de paz y no de guerra.

Sobre este camino, los trabajadores se enfrentan al rechazo a romper con el orden capitalista por parte de los dirigentes de las organizaciones que se reclaman de los intereses obreros y populares. Es un hecho, en el mundo entero los dirigentes de los Partidos comunistas y de los Partidos socialistas, convertidos desde hace decenios a lo que llaman “la economía de mercado”, se niegan con obstinación a emprender la vía de la ruptura con el orden capitalista. Cuando participan en los gobiernos, es para aplicar los planes capitalistas dictados por el FMI, la UE, el Banco mundial, en nombre del pago de la deuda ilegítima y de los intereses de la misma. También estamos obligados a constatar que las formaciones políticas que han nacido más recientemente, que han anunciado su intención de romper con los viejos partidos -Syriza en Grecia, Podemos en España, el Movimiento 5 estrellas en Italia, el Bloque de izquierdas en Portugal, La Francia Insumisa en Francia- no han dudado en votar a favor de los créditos de guerra en sus parlamentos respectivos o en el Parlamento europeo. Cuando participan en los gobiernos, aceptan de hecho acompañar las políticas dictadas por los capitalistas, votan miles de millones de ayuda a los capitalistas, dando de hecho la espalda a las aspiraciones de los que viven de su propio trabajo y sufren de hambre, de pobreza, de ausencia de servicios públicos.

Es indispensable que los trabajadores se reagrupen sobre el terreno de clase, independiente de la clase capitalista y de sus gobiernos. Lo hacen cuando desarrollan su lucha de clase por las reivindicaciones. Lo hacen cuando actúan con los medios de la lucha de clase para defender los derechos democráticos. Más allá de ello, se impone la necesidad de ayudar conscientemente a la reconstitución del movimiento obrero sobre un nuevo eje: el de la independencia, el de la ruptura con el orden capitalista. Sabemos -y hemos podido observarlo en esta conferencia- que grupos, partidos, organizaciones que vienen de otras tradiciones obreras que la nuestra y que no se reivindican de la IV Internacional, han emprendido un camino, que más pronto o más tarde encontrará el nuestro. Quizás no bajo la forma de la IV Internacional, pero en un combate común por la Internacional obrera, por partidos obreros. Somos conscientes de que esta recomposición del movimiento obrero emprenderá un largo camino. Somos IV Internacional, fiel a su programa que estimamos corresponde a las necesidades de la lucha emancipadora de los explotados. No tenemos en absoluto la intención de imponerlo a nadie. Afirmamos -y los debates lo han demostrado- que desde el momento en que se respeta la democracia obrera, la libre discusión entre las corrientes del movimiento obrero, los puntos de vista pueden acercarse en la discusión y en la acción. El objetivo común es el combate por la paz, el pan, la libertad, por el socialismo. Y para ello, el combate para edificar el partido mundial de la revolución socialista, edificar la Internacional obrera, heredera de la I Internacional de Marx y Engels y de la Comuna de Paris, de la II Internacional que conoció la construcción de grandes partidos obreros de masa, de la III International adosada a la victoria de la revolución rusa conducida por Lenin, heredera de la IV Internacional fundada por León Trotsky en la lucha contra la burocracia y su presunta teoría del « socialismo en un solo país ».

Es el camino que hemos emprendido. Invitamos a los trabajadores y jóvenes de todas las tendencias a tomarlo, para construir juntos la internacional revolucionaria que necesitan los trabajadores y los pueblos para luchar y vencer, para acabar con el régimen capitalista. Para que le socialismo venza a la barbarie.

Adoptado por unanimidad menos dos abstenciones, el 5 de noviembre 2023

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