Este número de Transición se edita en momentos en que el país vive una gran conmoción, las recientes noticias de la aparición del cuerpo sin vida de una pequeña niña de 7 años de edad, secuestrada al salir de la escuela; las crónicas de una joven asesinada y desollada, la cifra de 10 feminicidios diarios, han generado gran impacto en todo el país y abren una crisis política y social a la cual se enfrenta AMLO, quien considerando este un tema secundario no han sabido dar una respuesta a los reclamos de miles de mujeres que desde hace más de un año se movilizan en contra de la violencia de género y los feminicidios.
Afirmamos: Es urgente dar castigo a los responsables, brindarle justicia a las víctimas y sus familias, este es el clamor general de la población y nos sumamos a esta demanda, que va dirigida a todas las autoridades correspondiente, nos sumamos a las exigencias de parar los feminicidios y la violencia de género y llamamos a todas las mujeres, a los trabadores y jóvenes a movilizarse.
Si bien, el aumento de la inseguridad, de desapariciones y de asesinatos, no son responsabilidad absoluta del nuevo gobierno, y son un problema heredado de las administraciones pasadas, le ha tocado a AMLO dar una respuesta y actuar en un tema que le duele a todo el país y evidencia a dónde nos han llevado las llamadas políticas “neoliberales” y la crisis del sistema capitalista en descomposición.
Si bien grupos feministas expresan que el machismo es la causa fundamental de la violencia hacia la mujer y en algunos casos llaman al “separatismo”, desde nuestro punto de vista el machismo es solo expresión de este problema y no es la causa originaria.
El machismo y la misoginia son el reflejo de la sociedad patriarcal surgida de la división en clases sociales, donde se convirtió a la mujer en un objeto de propiedad privada del varón, y se redujo su papel a mera reproductora de la especie, atada a la dependencia económica y social.
En el marco del sistema capitalista la mujer es explotada por su fuerza de trabajo de manera aun mayor que la del varón y también es convertida en mercancía cosificada, atada a los estándares de belleza y las necesidades económicas del momento. El capitalismo, en su etapa de putrefacción, intensifica la violencia contra la mujer y explotación; para nadie es un secreto que la supervivencia del régimen capitalista se basa cada día mas en el saqueo y en la reducción de costo de la fuerza de trabajo, (situaciones que afectan a la mujer), pero también se sostiene del lucro y la ganancia de los negocios ilegales , motor que mantiene a flote la economía capitalista: el narcotráfico, el tráfico de personas con fines de esclavitud, la pornografía, la prostitución, la trata de blancas, el tráfico de órganos, que son el origen y/o el móvil de muchos de lo que hoy vivimos, sus víctimas carecen de voces que luchen por ellas.
Si bien las demandas actuales del movimiento de las mujeres, se plantean en el marco de que el Estado tome medidas para la erradicación de la violencia o para castigar a los responsables de los feminicidios y dar justicia a las víctimas (de retomarse estas demandas serian benéficas para la población), también es cierto que esta lucha va mas allá e implica en primer lugar identificar las raíces materiales de la situación actual, que se generaron en el marco de las llamadas políticas neoliberales, como en la guerra al narco, y que de no ser atacada la continuidad de estas políticas no servirá de nada cambiar las leyes, ya que la base material de la situación seguirá.
Sin demeritar que el machismo está profundamente arraigado en la sociedad mexicana, hay que destacar que, si bien existe una violencia cotidiana contra las mujeres, los números de asesinatos y desapariciones han aumentado en los últimos treinta años, desde la aplicación de las llamadas políticas neoliberales, que han hecho más compleja la supervivencia de las familias trabajadoras y han obligado a la mujer a tomar un nuevo rol como proveedoras del hogar ( la pérdida de derechos laborales ha afectado a las familias, la falta de acceso al derecho a la maternidad, las licencias médicas, la falta de guarderías, lleva a exponer a las mujeres y niños, ante la necesidad urgente de ambos padres de conseguir un empleo, obligan a la migración forzada, al trabajo infantil etc… a lo cual se suma la violencia generada por las bandas del crimen organizado, el uso cada vez más descarado de las mujeres en los negocios ilegales controlados por estas bandas, como es la prostitución forzada, el tráfico de droga, el secuestro y la violencia exacerbada con la guerra al narco.
Un factor que ha sido puesto de relieve por las mujeres es la impunidad, detrás de la cual está la complicidad de las fuerzas estatales con las autoridades, los empresarios y las bandas del crimen organizado. Como sucede con el caso de la saxofonista oaxaqueña atacada y desfigurada con ácido por parte de un político priista, como sucede con la brecha salarial de las mujeres, con el acoso sexual en las escuelas y los trabajos. En México las faltas de seguimiento de las denuncias llevan a que el 90% de los delitos queden impunes y no haya justicia.
Esta impunidad solo es posible por la complicidad abierta o velada, por la descomposición del estado mexicano. Hoy los grupos de la derecha (como el PAN) y empresariales retoman de manera oportunista las demandas de las mujeres para golpear al gobierno de AMLO, cuando ellos fueron quienes provocaron la situación actual y nunca han hecho algo para erradicar las diferencias y la violencia, un ejemplo: San Quintín, Baja California, donde las denuncias de acoso sexual y violación a las jornaleras agrícolas fueron ignoradas por años (lo mismo sucede en la maquiladora), lo tenemos en los estados donde se ha negado la existencia de feminicidios y los derechos de las mujeres sobre su propio cuerpo.
Al mismo tiempo muchos morenistas denuncian que detrás del movimiento de mujeres hay intereses oscuros para desestabilizar al gobierno, si, es cierto hay grupos que se han montado en esta ola, pero la realidad es que MORENA no ha sido consecuente en las demandas de la mujer y la ampliación de sus derechos, las contradicciones van desde su alianza con grupos evangélicos (PES), en muchos estados el retiro de iniciativas legislativas en favor de la mujer, hasta la inclusión en sus filas de políticos abiertamente conservadores como Lilly Téllez. El abandono de una agenda en favor de las mujeres para mantener contentos a la iglesia y grupos conservadores es patente, y al igual que en otras áreas como la continuación de los megaproyectos expresa la tendencia a la continuidad con los gobiernos anteriores.
AMLO también tiene responsabilidad, al no realizar una verdadera limpia en las instituciones de impartición de justicia, al no llevar delante de manera consecuente las demandas de millones que votaron por él, ejemplos de ello han sido la creación de la guardia nacional con elementos de la policía federal y el ejército, órganos a los cuales se les imputan violaciones constantes a los derechos humanos, en particular de las mujeres. El gobierno de AMLO enfrenta una crisis por dejar en segundo plano las demandas de las mujeres, en particular las mujeres trabajadoras, como denunciaron algunas activistas frente a Palacio Nacional: “te rehúsas a recibirnos, porque no tenemos millones para comprarte boletos para la rifa del avión presidencial”, haciendo alusión a la cena que AMLO tuvo con los grandes empresarios tan solo unos días antes.
Si algo ha mostrado esta crisis es la capacidad impresionante de las mujeres y los jóvenes para organizarse, para salir a las calles y denunciar lo que sucede. Consideramos que es necesario reforzar esta organización y generar métodos para ampliar la unidad y la democracia. Un ejemplo de esta fuerza es el llamado a la huelga de las mujeres este 9 de marzo.
Para los militantes de la LCI que apoyamos las demandas de las mujeres y participamos con ellas, que exigimos castigo para los culpables, justicia para las víctimas y sus familias. La lucha debe de ir más allá que solo la denuncia en el ámbito de la subjetividad o de la cultura, o de la apelación al Estado burgués, para nosotros no se trata de esperar a que la cultura cambie de manera espontánea, de hacer una lucha separada por sexos, de hacer comunidades separadas de hombres y mujeres, se trata de una lucha conjunta contra el sistema capitalista, contra la división en clases sociales que impone el patriarcado y de manera concreta en contra de las políticas económicas del capital.
No tenemos miedo a expresar nuestras diferencias con las compañeras de los llamados movimientos feministas, porque consideramos que es necesario abrir un debate para todas y todos, porque no podemos quedarnos callados en una actitud oportunista, dejándonos llevar por lo “políticamente correcto”. Llamamos la atención que sin solucionar las causas estructurales de la desigualdad no se erradicara la violencia de género. Abrimos el dialogo y el debate para que se exprese en las páginas de los próximos números de este boletín