Estados Unidos: El Significado de las Elecciones Presidenciales del 3 de Noviembre

Declaración de Socialist Organizer

(8 de noviembre de 2020)

El sábado 7 de noviembre, Joe Biden fue declarado el nuevo presidente de los Estados Unidos.

La victoria de Biden —con 75 millones de votos— representa un repudio masivo a Trump y sus políticas.

Este voto contra Trump fue la expresión en el ámbito electoral de la ola de huelgas de profesores, a menudo ilegales, contra la ofensiva de Trump por destruir la educación pública.

Fue la expresión de los 24 millones de personas que salieron a las calles a principios de este año para protestar por el asesinato policial de George Floyd, proclamando, Black Lives Matter! («Las vidas negras son importantes».)

Fue la expresión de ira por la muerte de 240,000 personas en los Estados Unidos a causa del COVID-19.

Fue la expresión de la revuelta generalizada contra el encarcelamiento de los niños inmigrantes y la separación de sus padres —y mucho más.

El principal mensaje de la campaña de Biden fue que él es un «unificador». Es alguien que puede reunificar a Demócratas y Republicanos. Es alguien que puede reunificar a trabajadores y patrones para «reconstruir la economía en el interés de todos los estadounidenses«. Es alguien que puede restaurar el «prestigio de los Estados Unidos en el mundo entero«.

Muchos analistas señalan el hecho de que el total de votos negros para Biden fue el doble del total obtenido por Hillary Clinton en 2016. Eso es cierto. Pero en ningún sector de la clase obrera negra había entusiasmo por Biden, a quien se considera el arquitecto de las políticas de los años noventa que criminalizan a los negros. La cadena PBS entrevistó a una anciana negra en Maryland que nunca había votado y que dijo, «Biden no es amigo de los negros, pero esta vez tuve que votar por Biden; era una cuestión de sobrevivencia para mí y los mi familia”.

Socialist Organizar no llamó a votar ni por Biden ni por Trump

Dicho esto, es imposible ignorar el hecho de que los Demócratas esperaban una victoria aplastante contra Trump —y esa victoria aplastante no llegó. 


Los Demócratas no lograron recuperar el Senado o aumentar su mayoría en la Cámara de Representantes, como habían previsto, por lo cual quedaron completamente aturdidos. Esto abrió una crisis importante dentro del Partido Demócrata, con el ala «moderada» culpando al ala «progresista» por ser demasiado «socialista» por un lado, y los llamados «progresistas» culpando a los «moderados» por no haber articulado un programa coherente por el otro.


Por supuesto, ninguna de las dos alas del Partido Demócrata es capaz de sacar la única conclusión que se impone: ambos partidos, el Republicano y el Demócrata, están financiados y controlados por los mismos intereses financieros y comerciales. Es necesario romper con estos dos partidos.


Es por eso que Socialist Organizer no llamó a votar ni por Biden ni por Trump, ambos candidatos de la clase capitalista. Planteamos la necesidad de un Partido Laborista, es decir, un partido de los trabajadores apoyado en los sindicatos, y la necesidad de un Partido Obrero Negro, vinculado a la lucha por un Partido Laborista. En septiembre, organizamos una Conferencia Independiente de Trabajadores a la que asistieron más de 200 sindicalistas y activistas negros de todo el país para trazar el camino a seguir presentando candidatos obreros independientes a nivel local.


Nuestra conferencia exigió la aplicación de las dos resoluciones adoptadas por el congreso de la central sindical AFL-CIO en octubre de 2017, resoluciones que insistieron sobre la necesidad de romper con la política del «mal menor«, es decir, de romper con la política de subordinación de los sindicatos al Partido Demócrata. Asimismo, Socialist Organizer presentó una plataforma de lucha con las siguientes demandas:

  • – ¡Un sistema universal de salud de «pagador único», como el que existe en Francia.
  • – Nada de recortes presupuestarios en los servicios sociales, nada de despidos para pagar la deuda capitalista
  • – Un programa de obras públicas a gran escala para dar trabajo a los 30 millones de desempleados.
  • – Financiación masiva para hospitales, equipo de protección adecuado e investigación para combatir la pandemia del Covid-19, que ha costado cuatro veces más vidas que el número de soldados estadounidenses que murieron en Vietnam.
  • – La requisa del presupuesto asignado a la policía para destinar estos fondos a programas y servicios sociales: ¡Black Lives Matter / Las vidas negras importan!
  • – Detengan inmediatamente la deportación de trabajadores inmigrantes indocumentados, cierren los centros de detención y deroguen el nuevo acuerdo de «libre comercio» entre los Estados Unidos, México y Canadá.
  • – Dinero público para la creación de empleos y servicios públicos, no para la guerra!

Todas estas son medidas políticas que ninguno de los partidos gemelos de la clase capitalista puede o quiere adoptar.

Wall Street necesita restablecer la estabilidad de las instituciones en crisis

Aunque Biden fue declarado ganador, eso no significa que la cuestión de la transferencia de poder haya sido resuelto. Lejos de eso.

Donald Trump emitió una declaración que alarmó al país el día después de las elecciones del 3 de noviembre —declaración que repitió varias veces: «Si cuentan los votos legales, ¡gano fácilmente las elecciones! Si cuentan los votos ilegales y tardíos, pueden robarnos la elección«. Insistió en que no dejaría que esto sucediera.

Donald Trump Jr. fue mas lejos, proclamando, «Debemos luchar hasta la muerte» y «Esta es una Guerra Total«.

No podemos subestimar la gravedad de estas amenazas, por más ridículas que sean las afirmaciones de «votos ilegales». Trump prometió no conceder la elección; está presentando cientos de demandas en las cortes estatales y federales y espera que la Corte Suprema lo rescate.

Es poco probable que Trump pueda seguir adelante con estas acusaciones de «votos ilegales«. El consenso entre la élite política es que las demandas de Trump no tienen fundamento. Importantes dirigentes del Partido Republicano, incluyendo a anteriores candidatos presidenciales Republicanos, están separándose de Trump.

Algunos de estos Republicanos han pedido reunirse con Biden para proponer los nombres de posibles miembros del futuro gabinete, incluyendo al secretario de estado, que podrían ser apoyados por los Demócratas y los Republicanos.

Otros, como el ex gobernador Republicano de Ohio, John Kasich, un probable miembro del equipo de transición de Biden, han felicitando a Biden profusamente, pero al mismo tiempo advirtiéndole que debe resistir toda presión por parte de los «socialistas» dentro del Partido Demócrata, una referencia a los partidarios de Bernie Sanders, mas bien social-demócratas. Biden debe oponerse tajantemente a Medicare para Todos — es decir al sistema universal de salud de pagador único—, insiste Kasich.

El ala dominante de la clase capitalista en los Estados Unidos —incluyendo el ejército y el aparato de “seguridad nacional”— han hecho saber que preferirían ver a Trump empacar sus valijas y aceptar la victoria de Biden, dejando el escenario politico sin mas ruido. La estabilidad de las instituciones políticas del capitalismo, que Trump está socavando, está en juego.

Además, una administración Biden, encuadrada y limitada en su accionar por un Senado Republicano y enmarcada por la búsqueda continua de Biden por «curar la división» entre Demócratas y Republicanos, es exactamente lo que Wall Street necesita para imponer la aprobación de recortes de presupuesto gigantescos necesarios para pagar la creciente deuda y allanar el camino para otra «recuperación sin empleos» que llene los bolsillos de las grandes empresas y los banqueros.

Para Wall Street y las grandes empresas, Biden debe ser el hombre que detenga la creciente radicalización de la clase obrera americana, incluyendo los sindicatos y entre los jóvenes. Él debe ser el hombre para hacer que la federación sindical AFL-CIO y sus afiliados se traguen la amarga píldora de los despidos y recortes presupuestarios, un esfuerzo conocido como «corporativismo».

Biden deber hacer lo que Trump no pudo hacer, y eso es subyugar y cooptar a los sindicatos.

Wall Street sin duda quiere que Trump se retire, pero Trump y sus secuaces, animados por los 71 millones que recibieron en esta elección, parecen tener otras ideas en mente —y no podemos excluir que las próximas semanas, incluso meses, sean muy caóticas.

Es tarea del movimiento estadounidense defender las conquistas democráticas

Un sector importante del movimiento obrero de los EE.UU. ha unido sus fuerzas con sus aliados en los movimientos negros y latinos para proteger el derecho al voto.

A principios de octubre, justo un mes antes de las elecciones, un grupo de veteranos organizadores laborales decidió formar una coalición obero-popular ad-hoc —Acción Laboral para Defender la Democracia, o LADD por sus siglas en ingles— para ayudar a promover la acción independiente de masas, incluyendo con huelgas laborales, para impedir que Trump se robe las elecciones. «Nuestas movilizaciones puede ser la diferencia», dijo un organizador del LADD.

Alentados por el LADD, cientos de sindicatos locales, consejos laborales, sindicatos nacionales y otras organizaciones obreras han aprobado resoluciones en las que se llama al movimiento obrero en su conjunto a \ «organizar todas las acciones pacíficas que puedan ser necesarias para evitar que Trump se robe las elecciones». Algunas de las resoluciones —como, por ejemplo, las adoptadas por los consejos laborales AFL-CIO en Rochester (NY), Troy (NY), Seattle (WA), Madison (WI) y Massachusetts — llaman a promover todas las acciones que sean necearias en los centros de trabajo hasta e incluyendo una huelga general.

El 4 de noviembre se organizaron más de 300 manifestaciones en todo el país. Los sindicatos en muchas ciudades se sumaron a estas acciones. El 7 de noviembre, el movimiento sindical tomó la delantera en la organización de acciones en todo el país. En el área de la bahía de San Francisco, los cinco consejos laborales de la AFL-CIO se juntaron para organizar una marcha y un mitin en el centro de San Francisco para defender el derecho al voto.

Este espíritu de lucha del movimiento sindical quedó bien plasmado en la Carta Abierta enviada a los presidentes de los de la Federación Americana de Maestros (AFT) y de la Asociación Nacional de Trabajadores de la Educación (NEA) por los presidentes de siete sindicatos de maestros en California. La Carta Abierta dice, en parte:

«Nuestra alianza de sindicatos de la educación en las ciudades más grandes de California pide a nuestros sindicatos nacionales que se comprometan a movilizar inmediatamente a millones de sindicalistas y a nuestros aliados para protestar contra los primeros indicios de intento de robo en las elecciones. Específicamente, debemos estar preparados para actuar independientemente del Partido Democrático para defender el futuro de los trabajadores a través de la acción colectiva«.

Actuar independientemente del Partido Demócrata será necesario —en los centros de trabajo y en la arena política— para que la clase trabajadora pueda sobrevivir a la barbarie del sistema capitalista en su crisis mortal.

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