Guerra en Ucrania: ¿una escalada sin fin?

   En plena visita del presidente chino a Moscú, el Reino Unido anuncia que aprovisionará al gobierno ucraniano de obuses de uranio empobrecido. “Municiones muy eficaces para destruir los tanques”, según el ministro de Defensa quien responde así a las inquietudes de un diputado británico en relación a los riesgos de una guerra nuclear.

   Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUE), el uranio empobrecido es un “metal pesado, química y radiológicamente contaminante”. Los obuses que lo utilizan producen un polvo que provoca lesiones en los riñones y cáncer en los pulmones. Utilizados durante la guerra de los Estados Unidos contra Irak en 2003, causaron un número elevado de cánceres y de malformaciones genéticas en la ciudad iraquí de Falloujak.

   Este anuncio ha desencadenado, del lado ruso, una serie de amenazas. El expresidente Medvedev afirma que “Rusia se verá forzada a replicar. (…) Cada día en que las armas extranjeras sean enviadas a Ucrania, cada día se acerca finalmente el apocalipsis nuclear”. (23 de marzo)

   Henos aquí que desde hace más de un año los países de la OTAN aprovisionan de armas a Ucrania. Y cada mes que pasa, las etapas son superadas ahí donde se aseguraba que jamás iban a llegar a superar. Después de la invasión rusa, la OTAN ha enviado cañones y municiones “defensivos”. Luego pasamos a vehículos ligeros, luego a misiles cada vez más perfeccionados. Luego, la OTAN y la Unión Europea se encargaron del entrenamiento de tropas ucranianas. Luego vinieron los tanques de asalto ofensivos…

   Zelensky exigió entonces aviones de caza. El 30 de enero, Biden se opuso “firmemente”, sus colaboradores afirman rehusarse a una guerra abierta entre la OTAN y Rusia. Y sin embargo, a principios de marzo, nos informan que, “si las discusiones llevadas a cabo por Kiev y sus aliados se descarrilan, dos pilotos ucranianos están listos en territorio norteamericano. El objetivo: determinar cuánto tiempo sería necesario para enseñar a pilotear los F-16” (TF1 del 16 de marzo). El 28 de febrero, el ministro del ejército de Macron fue interrogado en el Senado sobre el envío de aviones de caza a Zelensky y sobre la formación de pilotos. Lecornu responde que “no existe un tabú”, pero que eso no se realizará “evidentemente en el corto plazo”. Apenas un mes más tarde, la prensa revela que “Francia comenzó a capacitar a unas treinta personas de las fuerzas aéreas ucranianas en Francia en las bases de Mont-de-Marsan y de Nancy” (BFM del 23 de marzo).

   ¿Hacia dónde conduce esta escalada sin fin? No se trata sobre todo de atenuar el sufrimiento del pueblo ucraniano, ni el del pueblo ruso, utilizado como “carne de cañón” por Putin.

   En revancha, “el sector del armamento puede esperar serenamente los dividendos de la guerra en Ucrania” porque “llueven los pedidos ucranianos de material militar, la logística se esfuerza por seguir, aunque las penurias no se interpondrán mucho más tiempo a la industria del sector mientras que el rearmamento occidental se acelera” (Le Monde del 1° de febrero).

   Es urgente ponerle un fin a esta guerra que sólo sirve a los intereses capitalistas. ¡Ningún apoyo a los gobiernos fabricantes de guerras y a la OTAN!

Dominique Ferré

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