
Cada nuevo gobierno israelita es considerado por la prensa como más reaccionario que el predecesor. Para L´Obs del 29 de diciembre, es el “gobierno más a la derecha de la historia israelita”, el que entró en funciones el 29 de diciembre.
Electo nuevamente Primer ministro, Netanyahu tiene ”las manos atadas”: por una parte, “debe responder a las acusaciones de fraude y de abuso de confianza”; de la otra, su mayoría depende de la alianza con “dos partidos religiosos (…) y de tres formaciones de extrema derecha” (L´Obs).
Dirigente de uno de esos partidos, y él mismo colono de Cisjordania, Bezalel Smotrich “se vuelve ministro encargado de la gestión civil de Cisjordania ocupada en el seno del ministerio de la Defensa”. Y “milita en favor del establecimiento de la soberanía judía plena sobre la tierra bíblica de Israel en su integralidad” (L´Obs). Otro dirigente de la extrema derecha, Avi Maoz, dirigirá un servicio en expansión de la “identidad nacional judía” al lado del Primer Ministro.
En cuanto al puesto de “Ministro de la Seguridad Nacional”, se le ha ofrecido al fascista y racista Itamar Ben-Gvir, de quien incluso el ejército israelita se rehusó a incluirlo en su servicio militar adentro de sus filas, encontrándolo “¡demasiado extremista!” En estos últimos meses, se le ha visto pavonearse, armado de un revolver, en el barrio de Cheikh Jarrah (en Jerusalén), de donde son expulsados una a una las familias palestinas.
Nunca la crisis había ido tan lejos en lo alto del Estado sionista. Cuando, en las declaraciones públicas, 1,700 pilotos de caza y 100 diplomáticos israelitas se inquietaron por las consecuencias de la política de un gobierno así; cuando empresas y hombres de negocios se alarman por las consecuencias económicas que tendrán las medidas discriminatorias anunciadas por los partidos religiosos; cuando -aún más significativo dado que representan el principal apoyo del Estado de Israel- “los dirigentes de las principales organizaciones judías norteamericanas advirtieron a un diplomático israelita de alto rango (…) que las políticas promovidas por los compañeros de Netanyahu corren el riesgo de perjudicar gravemente los vínculos del Estado judío con la Diáspora” (The times of Israel, de28 de diciembre), un umbral cualitativo fue sobrepasado. Todos los representantes del establishment sionista lo dicen a su manera: esto va demasiado lejos.
De suyo, una cuestión queda planteada: esta radicalización permanente hacia la derecha, ¿no entra en la lógica misma del sionismo, fundado en la negación de los derechos del pueblo palestino a la nación encerrando a la población judía en un estatus de colonos? ¿No es la prolongación del establecimiento, desde el Mediterráneo hasta la Jordania, de lo que la principal organización israelita de derechos humanos, B´Tselem, con toda razón, califica de régimen de apartheid?
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Dominique Ferré