Por Roger Casillas
Ante los desastres naturales ocurridos en las últimas semanas (sismos y huracanes) en México la sociedad se asombra y conmueve al ver la fuerza descomunal que guarda en sí misma. Después del sismo la sociedad civil comenzó a organizarse de manera inmediata para las labores de rescate, ante la lentitud con la que actuaron los distintos niveles de gobierno.
Sindicatos, comités vecinales, organizaciones estudiantiles, organizaciones civiles y políticas en fin el pueblo organizado; se dio a la tarea de remover escombros, salvar heridos, hacer las respectivas listas de aquellos que eran rescatados, organizar las colectas de víveres y preparar alimentos para aquellos hombres, mujeres y jóvenes que con las manos desnudas y sin protección alguna tomaban ladrillos y pesados de concreto para abrirse paso y rescatar a los heridos.
Diferente es a los espectáculos mediáticos hechos por el presidente de la república quien se presenta en el lugar de la tragedia para tomarse la foto o video para “hacer como que hago”. Diferente a los funcionarios que en Chiapas, Oaxaca y Guerrero acaparan las despensas y apoyos a damnificados para sus próximas campañas electorales. Distinto es de los pobres que donan lo que tienen y no lo que les sobra. A diferencia de los partidos que se niegan a donar 7 mil millones de pesos de sus campañas para la reconstrucción, una mínima parte de los más de 25 mil millones de pesos presupuestados para las próximas elecciones; para convertirse en sposts de tv y radio, en lonas, mantas, volantes que terminaran en montañas de basura.
Desde todos los estados de la república la sociedad se organiza para enviar víveres y utensilios para cortar o perforar el concreto, de todas partes del mundo llegan brigadas de expertos para apoyar. Se ve en la tragedia y el dolor, la compasión y altruismo que rebasa fronteras y es que la clase trabajadora no las tiene. Somos hermanos de clase en todo el mundo.
Los desastres naturales; no todos son predecibles y aun siendo en el caso de los huracanes son inevitables. Su devastación deja al descubierto los intereses políticos de quienes gobiernan pues se ve en los hechos como actúan para resolver el problema. Dejando por ejemplo en el olvido a miles de damnificados que solo son retratados una vez por las cámaras para perderse en la memoria.
México, su pueblo pobre está entre dos desgracias: las causadas por la naturaleza y las económicas. Unas, las segundas a comparación de un sismo pueden ser prevenidas e incluso detenidas. Las causas son la implementación de políticas neoliberales destructoras de derechos humanos, laborales, sociales y políticos de las grandes mayorías para beneficiar a las minorías más ricas, a las grandes trasnacionales y empresas que explotan sin medida nuestros recursos naturales y humanos, y extraen de ellos toda su riqueza. Dejando a su paso la desoladora miseria, pobreza, hambre, desaparecidos y muerte.
La total subordinación del gobierno del PRI apoyado por el PAN, PRD y anexas a las políticas de EUA liderado por Donald Trump coloca sobre la mesa una posible catástrofe ECONÓMICA que el país deberá enfrentar.
Donald insiste con que paguemos su muro, su política anti-migrantes se acerca como un tsunami que golpea duro y sin contemplación a miles o quizás millones de migrantes que viven allá con sus familias, o que desampara a jóvenes y niños. Una política similar a la Hitleriana; fascista, misógina, racista, homofóbica, conservadora, etc. Una política que le permite a los supremacistas blancos matar migrantes en la frontera o negros en los guetos con total impunidad.
En EUA los trabajadores pobres; blancos, latinos, negros, etc. Son agredidos por una política contra sus derechos en salud, vivienda, salarios. Una política que busca destruir la educación publica, someter a los sindicatos a sus intereses lapidarios de derechos humanos.
Entre las dos naciones se ven los vientos agitados, la fuerza de la reacción contra la clase trabajadora no tendrá piedad. Ellos vienen por todo. Ante la agresión de esta tormenta ¿se verá la misma solidaridad de clases, como la vemos hoy en la ciudades afectadas por huracanes y sismos? ¿podremos las y los trabajadores en conjunto con la juventud levantar los escombros de este terremoto? ¿combatiremos juntos la rapiña y saqueo del gran capital? ¿podremos los jóvenes salvaguardar nuestro futuro? ¿podremos detener esta tormenta?
Es posible, lo único seguro es que solo la clase trabajadora organizada puede liberarse y salvarse así misma. Contra todos los muros y fronteras… la clase trabajadora, de todo el mundo debe unirse.