¡Queremos trabajo! Editorial de la Tribuna de los Trabajadores 265 18 de noviembre de 2020
Por Daniel Gluckstein
En los hospitales, donde el personal se enfrenta con angustia y rabia a la “segunda ola”, un grito se engrandece día con día: “Hay que contratar, en masa”. En las secundarias, en donde el ministro quisiera privar a los jóvenes de la mitad de sus horarios de enseñanza pretendiendo asociar a los sindicatos de maestros en esta medida de sub-escolarización, una consigna ve la luz: “¡No hay que cerrar, hay que contratar! Las empresas, donde los planes de supresión de empleos se multiplican, surge una exigencia: “¡Conservar los empleos, ningún despido, trabajo para todos!”
¡Sí, trabajo para todos! Hace algunos días, las estadísticas cayeron al fin: casi un millón de desempleados suplementarios en el tercer trimestre. Y se nos anuncia que lo peor está por llegar en los próximos meses.
¿Una fatalidad frente a la cual no hay nada que hacer? ¿Qué habría de imposible en esta situación de crisis en compartir el trabajo disponible entre todas las manos manteniendo íntegramente los salarios? “Sería nuestra ruina” exclaman los capitalistas y el gobierno a su servicio. Trabajadores, hagamos el cálculo nosotros mismos: un salario mensual de 1,500 euros netos, incluidas todas las cotizaciones, representa menos de 40,000 euros al año. Por un millón de desempleados, eso hace menos de 40,000 millones, o sea, el 7% de los 560,000 millones ofrecidos desde el mes de marzo por el gobierno a los capitalistas, ¡quienes lo utilizan para suprimir empleos!
La clase obrera y las familias populares son cada día un poco más precipitadas por el gobierno a un abismo de pobreza y desempleo. La consigna “¡Trabajo, trabajo para todos!” debería unificar a todo el movimiento obrero en una guerra implacable contra esta política de los capitalistas y de todos aquellos que les quieren hacer pagar, a los trabajadores, las consecuencias de la crisis.
Repitámoslo: capitalistas y gobierno dirán que eso es imposible. Pero se trata de preservar al pueblo trabajador de la degradación, de la desmoralización y de la ruina, mientras que aquellos que pretenden hablar en nombre de los oprimidos y de los explotados, no deberían estar contentos con llamar al Estado para que les otorgue una limosna puntual.
Sí, trabajo y una existencia digna para todos. Eso implica la prohibición de los despidos y la conservación de todos los empleos y de todos los salarios. Implica que los 560,000 millones indebidamente distribuidos a los capitalistas sean requisicionados al servicio de la preservación del pueblo trabajador y de la juventud.
Se trata de la vida y de la muerte de la única clase creadora de riquezas, la única capaz de abrir un futuro para la humanidad. Entonces sí: trabajo y una existencia digna para todos. Imponerlo exigirá establecer una relación de fuerzas para la movilización de los trabajadores. Imponerlo exigirá superar los obstáculos levantados por los dirigentes, políticos y sindicales quienes, bajo el pretexto de la crisis sanitaria, rechazan combatir a Macron y su política y llegan incluso a veces hasta apoyarlo abiertamente.