Por Daniel Gluckstein. Editorial de Tribune des Travailleurs 280
El próximo 18 de marzo se celebrará el 150vo aniversario de la proclamación de la Comuna de Paris, primer gobierno obrero de la historia.

Para el historiador (reaccionario) Pierre Nora no hay motivos suficientes para conmemorar la Comuna, en la medida en que “la memoria obrera ha muerto hace mucho como inspiración revolucionaria”.
¿Nos dicen que la Comuna de París ya no es un asunto de actualidad, cuando en los setenta y dos días de su corta existencia realizó, entre otras cosas, la requisición de las fábricas abandonadas por los patrones, prohibió el trabajo nocturno para las categorías que se veían forzadas a hacerlo, requisicionó las viviendas vacantes para las familias obreras sin techo, disminuyó las rentas atrasadas, limitó la jornada de trabajo a 8 horas, instauró la instrucción pública laica, garantizó por ley la igualdad jurídica de las mujeres y hombres y puso un tope a los pagos a los electos a puestos públicos al nivel del salario de un obrero?
Por su lado, la Señora Hidalgo, alcalde (“socialista”) de Paris, hace escenificar a “50 siluetas de comuneros” colocando placas en su honor. Pero ¿qué hay de lo actual? Bajo las ventanas de la Sra. Hidalgo, este 9 de marzo, manifiestan cientos de trabajadores de la ciudad con sus sindicatos movilizados contra su proyecto de alargar el tiempo de trabajo ocho días por año, en estricta aplicación de los panes de Macron. “¡Ni un minuto más!” gritaban los trabajadores.
¿Dónde está la Comuna de París, en la reducción del tiempo de trabajo, o en su prolongación?
La Sra. Hidalgo, lo sabemos, tiene ambiciones presidenciales. Respeta las instituciones de la V República que concentra los poderes en las manos del presidente quien debe actuar, bajo toda circunstancia, como el agente de la clase capitalista. Sarkozy anteayer, Hollande ayer y Macron hoy en día. ¿Hidalgo mañana?
¿Habrá que recordarle a la Sra. Hidalgo lo que fue la Comuna en su contenido social y democrático?
El obrero húngaro Leo Frankel, elegido en la Comuna, declaraba: “Estamos aquí para hacer reformas sociales (…) No he de aceptar otro mandato que el de defender a la clase obrera”. El 22 de marzo de 1871 un poster convocando a la elección del consejo municipal de París proclamaba: “Los miembros de la asamblea municipal estarán sin cesar controlados, supervisados y examinados por la opinión. Son revocables, auditados, responsables.”
El Partido Obrero Independiente Democrático es partidario de la democracia del mandato. Manifestando el 20 de marzo en dirección del Muro de los Federados donde cayeron los últimos miembros de la Comuna, afirmaremos la actualidad de la Comuna. Es decir, la actualidad del gobierno obrero que, mañana, requisicionará las fábricas para impedir los despidos y confiscará los cientos de miles de millones distribuidos a los capitalistas por Macron (y por la Asamblea nacional, unánime) con el fin de financiar las medidas de urgencia de defensa de la clase obrera y la juventud.
No es de la historia de lo que se trata sino del combate de la clase obrera de hoy por la democracia y la reconquista de sus derechos. La cita es el 20 de marzo.