“Hay al menos diez razones”
Extractos del artículo de Jack Rasmus publicado en Los Ángeles Progressive (del 7 de febrero)
No se equivoquen: la adhesión a la OTAN es lo que está en juego de manera fundamental en el conflicto que estamos viviendo. Como señalaba recientemente uno de los principales medios del imperialismo norteamericano, el New York Times, “los Estados Unidos no cederán ante Rusia sobre la cuestión de quién puede adherirse a la OTAN” (3 de febrero 2022). Rasmus identifica al menos diez razones por las cuales las élites norteamericanas de los partidos demócrata y republicano, los “halcones”, y los capitalistas del complejo militar-industrial son favorables a una intervención Rusa en Ucrania. (…)
“1. Un conflicto con Rusia permitiría conjuntar a la OTAN y reforzar aún más la hegemonía norteamericana sobre ella.
2. Un conflicto con Rusia permitiría forzar al gobierno alemán a renunciar al gasoducto Nord Stream 2. (leer más abajo).
3. Un conflicto con Rusia permitiría enviar todavía más tropas y material militar a los países del Este, miembros de la OTAN (Estonia, Lituania, Letonia, Polonia y Rumanía).
4. Un conflicto con Rusia permitiría obtener mayores partes del mercado para las empresas norteamericanas en Ucrania.
5. Un conflicto con Rusia permitiría instalar un régimen favorable a los Estados Unidos en Moldavia (situada entre Rumanía y Ucrania).
6. Un conflicto con Rusia permitiría acentuar la presión norteamericana sobre los dos países aliados de Rusia: Bielorrusia y Kazakstán.
7. Un conflicto con Rusia ayudaría al partido demócrata, el partido de Biden, a abordar las elecciones de noviembre del 2022 en posición de fuerza.
8. Un conflicto con Rusia le permitirá a Biden obtener un nuevo aumento del presupuesto militar, el cual, con 778 mil millones de dólares para 2022, es ya el más abultado de todos los tiempos.
9. Un conflicto con Rusia permitiría acentuar la presión del gobierno norteamericano contra Venezuela, Cuba y Nicaragua, aliados de Rusia.
10. U conflicto con Rusia permitiría poner a prueba la eficacia de las últimas armas norteamericanas contra las fuerzas rusas, y llevar a Rusia a revelar el estado en que se encuentran sus capacidades cibernéticas.
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El 11 de febrero, el secretario de Estado (ministro de Asuntos Exteriores de los Estados Unidos), Antony Blinken, repitió una vez más: “una invasión rusa a Ucrania podría comenzar en cualquier momento”. En diciembre, el mismo Blinken había anunciado la invasión para …el 22 de enero.
Incluso el gobierno ucraniano -aliado de los Estados Unidos- no le creían. Su viceministro de la Defensa declaró: “Vemos una concentración de fuerzas armadas (rusas), pero no unidades de asalto. No vemos la instalación de infraestructuras necesarias para una escalada militar inmediata” (20 minutos, 9 de febrero 2022).
El régimen de Poutine, representante de los oligarcas que saquean el país, considera por sus propios intereses que la inclusión de la OTAN en Ucrania sería un peligro para Rusia. Aglomera así sus tropas en las fronteras de Ucrania para hacer presión sobre los Estados Unidos. De ahí a lanzar una confrontación militar directa con ese país es otro asunto.
Entonces, ¿por qué ensañarse en despertar el espectro de una invasión rusa? El militante obrero y anti-guerra Jack Rasmus nos invita a plantearnos otra cuestión. ¿Y si, finalmente, fuera el gobierno de los Estados Unidos quien tuviera interés en empujar a Rusia a invadir Ucrania?
Hay un precedente. A finales de julio de 1990, mientras el régimen iraquí vacilaba en invadir a Kuwait, la embajadora americana había transmitido este mensaje: “No tenemos opinión sobre los conflictos arabo-árabes”. Reforzado por lo que consideró una luz verde, Saddam Hussein invadió Kuwait. Seis meses más tarde, una coalición militar dirigida por los Estados Unidos aplastaba a Irak bajo sus bombas, abriendo la vía al “nuevo orden mundial” invocado por el presidente norteamericano.
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Jean Alain