Prefacio de Pierre Lambert al Programa de Transición

A continuación presentamos el prefacio que el camarada Lambert redacto para la edición peruana del Programa de Transición en 1989

Los militantes trotskistas peruanos han decidido reeditar el Programa de Transición de la IV Internacional. Los camaradas me han pedido redactar un prefacio. Esta es una tarea difícil pues nadie mejor que Trotsky mismo ha sido capaz de formular los principios marxistas del programa de transición. Es por ello que he estimado, mejor realizar, no un comentario del programa sino algunas reflexiones.

El Programa de Transición elaborado hace más de medio siglo ¿Estaría ya viejo y superado? Veámoslo más de cerca.

Nadie en el mundo puede negar que desde su edición, el planeta  ha sufrido contradicciones de una amplitud desconocida hasta entonces: Segunda Guerra Mundial y a su continuación movimientos revolucionarios abarcando todos los continentes, guerras revolucionarias de los pueblos, conflictos llamados regionales, crisis económica mundial que ningún país ve su fin, crisis políticas múltiples. Revolución y contrarrevolución en combinaciones diferentes siguen estando cara a cara. Es evidente que la crisis de la humanidad no ha encontrado aún solución. ¿Habría que concluir que no hay otra solución que la del imperialismo que continúa su dominación del mundo? ¿Tenemos razón al estimar que el movimiento revolucionario internacional de los explotados y los oprimidos se encuentra confrontado a viejos problemas? ¿El trabajo de organización y agitación con el fin de ayudar a los explotados y oprimidos, debería ser considerado como inoperante? ¿La sociedad de explotación sería eterna? ¿La emancipación de los trabajadores producto de su propio movimientos debería ser relegado al museo de los accesorios envejecidos de la historia?

El objetivo de un programa marxista no es el establecer principios abstractos sobre criterios subjetivos, sino el formular un método de acción política para la intervención organizada en los acontecimientos. El programa no busca alimentar comentarios “históricos” más o menos complacientes. No hay historia, ni “historiadores” por encima de las clases. El programa no es un conjunto ecléctico de hechos distribuidos más o menos sabiamente. Un programa para servir como guía para la acción, debe analizar los procesos históricos como un todo en los cuales se integran, como su expresión, los acontecimientos coyunturales. Es por medio de la experiencia que hay que encontrar las soluciones, y es por la experiencia que hay que verificarlas. El programa que es precisamente un resumen general de la experiencia histórica de la lucha de clases del proletariado y de las masas oprimidas, establece perspectivas que deben ser verificadas por los acontecimientos.

En una palabra, un programa es la condición esencial de toda actividad y táctica revolucionaria coherente y consecuente.

Digámoslo de entrada. Con el Programa de Transición que establece que las leyes de la historia son más fuertes que los aparatos (social-demócratas  y stalinistas), vemos que el movimiento que se desarrolla en la Unión Soviética expresa, aún en forma embrionaria, la elevación de la conciencia política y la energía que se constituye, demostrando la capacidad de los obreros, de los koljozianos, de la inteligencia, de la juventud y las nacionalidades oprimidas, a encontrar ellos mismos una salida a la crisis del sistema burocrático. En consecuencia  su capacidad de crear los materiales para la construcción de organizaciones obreras independientes, sindicatos y partidos, por las cuales las secciones de la IV Internacional combaten, a fin de ayudar a las masas a avanzar en el camino de su emancipación. No sólo en la Unión Soviética, en los países de Este, sino en América Latina, en África, en Europa, en los Estados Unidos, y en todos los continentes, la masa está en movimiento y es sobre ella que la vanguardia puede apoyarse, sobre su estado de ánimo, para desarrollar una acción política y de organización consecuente, continua.

En el momento en que las convulsiones más gigantescas maduran, regresemos al lector al programa. Cuando fue escrito y adoptado en 1938, en vísperas de la II Guerra Mundial donde la humanidad iba a hundirse en la negra noche de violencia y barbarie, las masas soviéticas eran incapaces de tomar en sus manos el programa. Las derrotas del proletariado mundial, los monstruosos crímenes de Stalin las habían empujado hacia atrás. Sin embargo el programa respondía a sus necesidades inmediatas e historias. El curso de los acontecimientos ha sido más lento de los que esperaba Trotsky. Releer el programa en su sección titulada “La URSS y las tareas de la época de transición”. ¿Los acontecimientos no han cargado al programa de un contenido que las masas soviéticas buscan reapropiarse? Y esto es verdad para todas las partes del programa de la IV Internacional.

Una palabra aún. Sabemos que existen “críticas” capaces de apoyarse en uno u otro fracaso, cuyo significado es, separado del análisis riguroso de su contexto histórico, para construir “teorías nuevas” a fin de sacar conclusiones alejadas del programa. Nosotros no buscamos ni lo sensacional, ni el apoyo de las autoridades establecidas. Sólo la verdad de los hechos cuenta, y los hechos y los acontecimientos demuestran que el programa no ha “envejecido”. Sigue siendo el arma a disposición de las secciones de la IV internacional en todos los países para reconstruir la IV Internacional.

Veamos con algunas cifras, la decadencia del sistema capitalista, su descomposición, expresándose en todos los países y más aún en los países subdesarrollados. Disminución dramática de la renta nacional: la renta por habitante en América Latina, era en 1988, según las cifras oficiales del FMI, 6% inferior a la de 1980. Destrucción organizada de las fuerzas productivas, en todas partes y más particularmente en los países dependientes: apoyándonos en el caso de los países fuertemente endeudados, constatamos entre 1982 y 1988 una caída de la inversión. Acrecentamiento del déficit presupuestario, elevación del servicio de la deuda, desocupación crónica, hambruna para centenares de millones de seres humanos. La crisis incurable del sistema capitalista en su período imperialista, alimentada por la CEE, el FMI, la Banca Mundial, arrastra a los pueblos del mundo entero al desastre y aún peor en el tercer mundo. La deuda nacional de América Latina se ha hinchado en un tercio desde 1982. La deuda total del “tercer mundo” se eleva a un millón trescientos mil millones de dólares. El pago de la deuda externa se ha convertido en el mayor instrumento de la opresión organizada por el capital financiero. La revista Banca Mundial Actualidades del 6 de abril de 1989 constata que hoy un flujo neto de capitales de los países subdesarrollados es arrancado por el imperialismo; éstas transferencias según el presidente del gran banco francés Crédit Lyonnais, se elevaron hoy a cuarenta miles de millones de dólares.

La cuestión del pago de la deuda que es una cuestión de supervivencia, está en el centro de los problemas de todos los países dependientes. Cualquiera sean sus modalidades el pago de la deuda aplasta pesadamente a los pueblos. Los gobiernos que aceptan pagar la deuda se someten al control extranjero. Todo gobierno que se compromete a pagar la deuda se compromete a someter toda la economía, más aún, toda la vida de la nación al control del capital extranjero. Ellos ponen en cuestión así las conquistas parciales de la nación oprimida; el FMI y la banca mundial exigiendo la privatización de las empresas nacionalizadas y los servicios públicos introducen, con un control total sobre la economía, un proceso de “recolonización”, bajo ciertas formas. Añadamos: es costumbre confundir y oscurecer la cuestión del pago de la deuda, por declaraciones del género siguiente: “evidentemente los pueblos no pueden pagar la deuda”, “pero al mismo tiempo es necesario subordinar esta reivindicación a acomodos de refinación de la deuda, moratorias”. ¿Acaso ha en las condiciones actuales alguna posibilidad de realizar acomodos, diferentes que los exigidos por el FMI, la banca mundial y los bancos extranjeros? ¿La moratoria sería una solución? Pero la moratoria no es más que una suspensión provisional del pago, luego implica el pago de la deuda externa.

Los hechos están ahí para demostrarlo. Los gobiernos después de haber decidido una moratoria y renegociando con el FMI y los bancos extranjeros, han aceptado las condiciones agravadas del imperialismo. He aquí por qué la moratoria ha llevado después de la renegociación de la deuda en todas partes, a reforzar las posiciones del capital financiero a costa de los pueblos. Los hechos están ahí, aplastantes. Todo gobierno que se compromete bajo una forma u otra a pagar la deuda se convierte en el instrumento del FMI, el instrumento del capital extranjero contra la nación oprimida.

Sobre esta cuestión del pago de la deuda, es posible definir rápidamente y sin riesgo de errar, quién está con el pueblo, y quién está con el imperialismo, los propietarios de las tierras, la burguesía compradora. Los gobiernos de Andrés Pérez en Venezuela, Sarney en Brasil, Raúl Alfonsin en Argentina, Alan García en Perú, que aceptan el pago de la deuda, son en el poder agentes serviles del imperialismo; y en lugar de luchar por la liberación de sus pueblos, contra la injerencia del capital financiero, estos gobiernos practican una política que hunde a su país en la ruina y la decadencia. Pues imponiendo el pago de la deuda bajo la forma que sea, el imperialismo busca extender aún más el control económico y político de las naciones oprimidas. Y es igualmente en la cuestión de la deuda que se puede ver si un partido es efectivamente antiimperialista, al servicio del pueblo. No en las palabras. En los hechos. Un partido que se considere verdaderamente antiimperialista debe explicar con una insistencia particular que combate sin concesión a los gobiernos que subordinan su política al imperialismo para sustituirlos en el poder por partido que hagan del rechazo al pago de la deuda el punto central de su programa. Esta es la vía hacia la constitución de un gobierno y de un estado planamente democrático que, por el rechazo del pago de la deuda se demostrarán dispuestos a combatir realmente para echar del poder a las clases dominantes compradoras del capital financiero. Los obreros y campesinos hambreados quieren la expropiación del capital financiero y de los grandes propietarios agrícolas para que estos dejen de chupar la sangre de la nación. Quieren en el poder a los partidos que rompan con el imperialismo y cuyo primer ato se : rechazo del pago de la deuda.

Vamos a publicar en Anexo el documento titulado “sobre la situación en la URSS” elaborado en el curso de la reunión del Secretariado Internacional ampliado que se celebró del 15 al 17 de noviembre de 1987 y que fue sometido a la discusión preparatoria de la Conferencia Internacional de Secciones de la IV Internacional (Centro Internacional de Reconstrucción) del 24 al 30 de enero de 1988.

Es suficiente releer este documento para demostrar que el método marxista del programa de transición permite establecer el curso de los acontecimientos, dicho de otro modo, elaborar perspectivas que son a continuación verificadas por los acontecimientos.

En conformidad con nuestro compromiso de presentar este prefacio sólo nuestras reflexiones, añadiremos algunas palabras. De nuevo por enésima vez, ¿el marxismo estaría acabado? ¿la lucha por la abolición de la propiedad privada de los grandes medios de producción sería un producto de la utopía?. Una nueva prueba estaría dada por la perestroika de Gorbachov, cuyo objetivo confesado es la rehabilitación del beneficio abriendo la vía al restablecimiento de la propiedad privada. El realismo consistiría en suscribir las recomendaciones de la miembro de la academia soviética, consejera de Gorbatchev, la señora T.I. Zaslauskaia, que establece limpiamente y con precisión el programa interno de la perestroika, ella escribe:

“Los salarios exigen ya no más reformas parciales, sino una reestructuración total. Esta debe ser realizada conjuntamente con la reforma de los precios y de los servicios que deben ser pagados. (…)”.

“Todos los precios separándose del costo real no son por tanto socialmente justificados. Tomemos por ejemplo el caso de la carne y de los productos derivados de la leche, donde el Estado mantiene el precio al detalle de un nivel muy inferior a su precio de costo. La diferencia que es de 40 a 50 miles de millones de rublos está cubierta por el presupuesto (…). Luego sería normal para colocar a todos los grupos sociales en igualdad, vender la carne y los productos derivados de la leche a su costo social”.

La práctica actual que quiere que ciertos bienes (alojamiento, educación, salud…) sean distribuidos gratuitamente o a precios my módicos, presenta grandes inconvenientes: reduce artificialmente la cantidad de bienes que la población puede adquirir pagando y no incita a trabajar más (…). Además la gratuidad de ciertos bienes y servicios escasos (alojamiento, sanidad) no puede más que favorecer el despilfarro y la penuria organizados(…) todas estas condiciones abonan a favor de una ampliación de los servicios que deben ser pagados por ejemplo por el aumento de los alquileres”.

Estás líneas, que tienen el mérito de la claridad, demuestran perfectamente que la perestroika emprende una reestructuración de la economía soviética, que según confesión de Gorbachov, busca ser compatible con su demanda de adherir al FMI. Los resultados de esta política pueden ya ser medidos en función de los que se desarrolla en China, en Polonia, en Hungría, en Yugoslavia, donde los procesos de restablecimiento de la propiedad privada, siguiendo los dictados del FMI hunden a estos países en una misma catástrofe creciente. Toda la política interior de los actuales dirigentes del Kremlin está orientada por este objetivo, constituye el hilo conductor de la política exterior de la burocracia. La mano en la mano del imperialismo, la diplomacia soviética actúa en el arreglo de lo que se convino en llamar “los conflictos regionales”. La política exterior de Gorbachov es abiertamente contrarrevolucionaria. En África del Sur la diplomacia del Kremlin apoya al imperialismo, que para preservar sus posiciones y estabilizar el dominio de “los blancos” se esfuerza en reformar sin convulsiones el régimen del apartheid, opresor del pueblo negro. En Medio Oriente, Moscú combina su presión a la de Washington para llevar a la OPL a abandonar la reivindicación de un estado palestino único, la República Palestina Laica, donde el pueblo palestino y los trabajadores judíos decidirían de su común destino respetando los derechos de las dos componentes. Contra la revolución nicaragüense, la presión se ejerce aun más directamente, el Kremlin participa activamente en el feroz bloqueo económico y militar organizado por Washington, con las medidas que ha tomado para restringir el crédito y el envío de armas.

Cuba, para resistir al imperialismo norteamericano llamó a la burocracia del Kremlin. Por este hecho, el castrismo ha sido llevado a subordinar a los movimientos revolucionarios de los pueblos de América Latina a los deseos del mantenimiento del status quo. Hace algunos años, en julio de 1985, una conferencia en La Habana se pronunció por la anulación de la deuda exterior, y por ¡la moratoria! Durante años pudo parecer que esta era una política hábil para el objetivo inmediato de preservación de revolución cubana. Pero en Cuba igualmente las restricciones masivas de la ayuda económica del Kremlin demuestran que esta política se convertirá en fatal para la revolución cubana. En su reciente viaje a La Habana, Gorbatchov anunciando estas restricciones ha señalado que para él ha llegado el momento en que la defensa de los intereses de la casta privilegiada del Kremlin es incompatible con las conquistas arrancadas al imperialismo por la Revolución Cubana.

No hay un solo continente donde Gorbatchov no ofrezca sus servicios al imperialismo. Así, el giro de los dirigentes del PC francés, portugués, italiano, llamando actualmente al apoyo de hecho a la CEE, no tiene otras raíces que la subordinación de los aparatos de los PC a la burocracia del Kremlin.

La clase obrera soviética y las nacionalidades oprimidas no quieren soportar más. La tiranía stalinista ha conducido a la URSS al borde del abismo. La perestroika de Gorbatchov busca estabilizar los privilegios de la casta burocrática acomodándolos al sistema de beneficio capitalista.

En el interior de la casta burocrática, las contradicciones mayores se desarrollan, traduciendo al mismo tiempo conflictos agudos de interés y el miedo de ver a las masas soviéticas penetrar en las brechas abiertas. Por el sufragio universal, Gorbatchov busca llevar a los soviéticos a utilizar su deseo de controlar ellos mismos los mecanismos gubernamentales permitiéndoles elegir representantes de la burocracia, con una ligera depuración. Oprimidos por la burocracia y sus instituciones, los trabajadores, obreros, koljozianos, no pueden aceptar el alza de precios, la desocupación que la perestroika busca programar, al mismo tiempo cambios se producen cambios e el interior de la burocracia. La burocracia, los privilegiados, los que desde años oprimen y menosprecian a los trabajadores, hoy los adulan. Pero la tarea principal de Gorbatchov consiste en no salirse del cuadro de la defensa de los privilegios de la casta burocrática. La perestroika busca dar a las masas una justificación mentirosa, “democrática”, intentando hacer creer en el retorno de la restauración de los soviets de 1917 liquidados por Stalin. Mentira fundamental, que ya no engaña a las masas en movimiento; el testimonio es la resistencia de los trabajadores a las medidas tomadas por Gorbatchov –que se expresa en forma de huelgas- y de las nacionalidades oprimidas. Las masas buscan reconquistar lo que habían ganado, y esto es lo que la burocracia usurpadora des ha frustrado. La crisis de la burocracia inculca en las masas soviéticas y en las nacionalidades oprimidas la necesidad de que les hará falta romper con este obstáculo.

Pero oímos críticas más o menos interesadas, que nos objetan: ¿podemos comparar lo que se desarrolla actualmente en la Unión Soviética con la situación de los tiempos de Stalin e incluso Brejnev? Nosotros hemos discutido sobre esta cuestión en el documento que publicamos como anexo. Incluso si los recientes acontecimientos (masacres en Georgia), así como las últimas medidas institucionales tomadas por el gobierno de Gorbatchov deberían atemperar el ardor de los que habían en los últimos años de Stalin, dando a la burocracia del Kremlin la tarea de la construcción del socialismo en “siglos de transición” y que se arrojan con más fervor aun a los pies de Gorbatchov.

La prensa controlada, las libertades de reunión y opinión prohibidas, las masas soviéticas desprovistas de todos los derechos, la libertad personal suprimida igual que toda jurisdicción regular; todo el país es así declarado en estado de sitio permanente la … época stalinista que liquidó los soviets de época de Lenin y Trotsky, con el objetivo de mantener por la fuerza el régimen oligárquico de la burocracia. ¿No sería preferible oír condenar los crímenes reales de Stalin, mejor que los pretendidos crímenes que la dictadura sangrienta del Kremlin imputaba a Trotsky, Bujarin, Zinoviev? Sin duda, pero esto no responde a la pregunta: ¿Qué busca el equipo Gorbatchov, sino el mantenimiento de los privilegios de la burocracia, por otros medios políticos? ¿Esta posibilidad existe?

Ciertamente, una analogía historia tiene sus límites, siendo las basas sociales diferentes, puede servir sin embargo a dar una respuesta a esta pregunta. El proceso histórico en vísperas de la revolución francesa conoció un largo periodo en el curso del cual, en el seno del feudalismo, estructurando un sistema de privilegios, se desarrollaba lo que iba a convertirse en el capitalismo y la sociedad burguesa. En el siglo XVIII, los partidarios del “despotismo ilustrado” desarrollaron un programa de reformas que no quería liquidar al sistema feudal ni reemplazarlo por otra forma de sociedad basada en otras relaciones sociales. Frente a las exigencias de la época y la crisis de la forma de gobierno (absolutista), sus deficiencias y sus males, querían simplemente eliminar estas imperfecciones por medios de reformas. Así, los “reformadores” buscaban no la liquidación del feudalismo, sino modernizarlo, eliminar sus defectos más graves, sin cambiar los fundamentos sociales de los que la aristocracia sacaba sus privilegios.

Gorbatchov se esfuerza en racionalizar el estado burocrático. En este sentido, igual como el absolutismo ilustrado se inscribía en la línea del absolutismo monárquico precedente, la perestroika se inscribe en la línea de la defensa de los intereses de la casta burocrática en nombre de la cual Stalin expropió políticamente a la clase obrera de sus conquistas de octubre. Se trata para Gorbatchov no tanto de reformar la sociedad para las necesidades de las masas, sino de mejorar y reforzar el estado burocrático. Las masacres de Georgia en abril de 1989 demuestran que el “reformismo” gorbatchoviano no busca dinamitar a los fundamentos de la burocracia. El “reformismo” de “el absolutismo ilustrado” fracasó porque no quería ni podía toar los privilegios de la aristocracia. La revolución francesa fue la culminación que liquidó los obstáculos al modo de producción capitalista. Históricamente esto fue el progreso. Pero este modo de producción capitalista se ha convertido en caduco; hunde a todos los países y a los pueblos en la decadencia. El programa “reformista” de Gorbatchov consiste en una tentativa de subordinar la economía soviética al EMI, abriendo así, la vía al restablecimiento de la propiedad privada. Es el programa de la contrarrevolución burocrática casta social son futuro histórico. La degeneración stalinista ha demostrado que la abolición de la propiedad privada de los grandes medios de producción necesita del dominio sobre todos los mecanismos de la vida económica, política y social, de la voluntad colectiva de las masas organizadas en consejos. La clase obrera excluida del poder toma conciencia de su fuerza. La revolución francesa expulsó a la aristocracia y a la monarquía. El “reformismo” gorbatchovniano que busca consolidar los privilegios en el poder será barrido por la Revolución Política.

Una de las principales causas de la supervivencia del imperialismo, sino la principal, reside en el sometimiento de los aparatos, que dominan al movimiento obrero, a la burguesía. La degeneración de la social democracia y de la II internacional se realizó con la ayuda de la corrupción material y política del imperialismo. La burocracia stalinista, “pasada definitivamente del lado del orden burgués” (León Trotsky), constituyó las bases materiales y políticas de la degeneración de los PC y de la III Internacional, disuelta por Stalin en 1943. Los sistemas políticos de la burguesía en crisis, para defender la propiedad privada de los grandes medios de producción, deben mejorar sin cesar al mismo tiempo los instrumentos de la violencia contra-revolucionaria, y la utilización de las agencias social-demócratas y de los PC. Esta presión se ejerce sobre todas las formaciones y organizaciones. Por sus propias fuerzas, la sociedad burguesa estaría condenada desde hace tiempo. Con su traición de 1914-1918, los partidos de la II Internacional unieron sus fuerzas a las de las burguesías para salvar al imperialismo de la revolución. Sin embargo la fuerza de la social democracia y de los PC como factor de orden, por trágicas que sean sus consecuencias, tiene su propia contradicción. Contradicciones que surgen del movimiento de los trabajadores de los pueblos oprimidos, que los aparatos están encargados de disciplinar, en el momento que la sociedad burguesa en descomposición obliga a las masas al combate para asegurar su derecho a la vida, su derecho al trabajo. En última instancia, la sociedad burguesa en descomposición incapaz de curar los males que aquejan a la humanidad, golpea las bases sociales y políticas de los aparatos social-demócratas de la II Internacional y los PC. Hay los que redescubren las virtudes de la II Internacional. La degeneración completa sin vuelta hacia atrás de la II Internacional ¿No ha sido suficientemente medida por el hecho de que agrupa a la APRA de Alan García, o al partido burgués Acción Democrática de Andrés Pérez que, desde el gobierno acaba de ametrallar los levantamientos populares contra el alza de precios dictados por el FMI? El partido socialista francés de Miterrand y el PSOE de Felipe González en España, pilares de la OTAN y de la ofensiva de la CEE contra las clases obreras, ¿No aparecen directamente como “gobiernos socialistas de patrones”, según las palabras de dirigentes sindicales? ¡Todos y otros más son miembros de la II Internacional!

La II Internacional que, con la burocracia del Kremlin, es el principal factor político gracias al cual la sociedad burguesa se mantiene, es igualmente el instrumento de penetración del imperialismo en la URSS y en los países del Este. Así fue remarcada la presencia, en la fiesta aniversario de Willy Brandt, “papá” de la social-democracia alemana y de la “Apertura al Este”, del primer ministro Rakowsky, que con la ayuda de la Iglesia y bajo la égida del FMI, compromete a Polonia en un proceso de desmantelamiento de las industrias nacionalizadas y de alza masiva de precios. Para completar el cuadro de señalamientos que el muy “gorbatcheviano” Partido Comunista Italiano, apóstol de la Euro-Izquierda, nuevo nombre del difunto eurocomunismo, acaba de abrir la discusión con el objetivo de afiliarse a la II Internacional.

El rol y el lugar de la II Internacional y de los partidos afiliados se explica por el desarrollo de una crisis mundial del sistema político y de dominación del imperialismo, bajo el telón de fondo de la crisis económica mundial, en la cual se integra la crisis de dominación de la burocracia soviética. En esta situación, el imperialismo, ante el movimiento de masas, está en la obligación de recurrir a gobiernos de “fachada democrática”, sustituyendo a los gobiernos de formas dictatoriales, gobiernos de fachada democrática, en los cuales a menudo los partido de la II Internacional son participantes activos.

Es así que en el poder o en la “oposición”, los aparatos de los partidos de la II Internacional y los PC ayudan con constancia a las burguesías a aplicar los planes dictados por el FMI, la Banca Mundial y la CEE. Es así que los trabajadores explotados y la juventud son llevados por su propia experiencia a comprender que las fachadas democráticas no son más que polvo en los ojos, espejismos y engaños. Con las instituciones que fundan los sistemas de dominación de las clases dominantes, el poder efectivo sigue en manos de la burguesía sea cual sea la forma de gobierno.

En todos los países y continentes una sola pregunta se plantea: ¿Qué forma política de gobierno permitirá llevar a cabo la emancipación económica del trabajo?

La experiencia los demuestra. Toda forma política de gobierno que preserve la sociedad burguesa, somete los intereses de las masas trabajadoras de las ciudades y del campo al capitalismo decadente.

Toda forma política de gobierno que defienda una burocracia privilegiada, somete los intereses de las masas trabajadoras a los intereses de esta casta privilegiada.

El capitalismo en su fase imperialista es factor de ruina en todos los continentes; todos los países dependientes y los países avanzados se hunden más o menos rápidamente. Marx hace más de un siglo demostraba que todos los países iban a emprender la vía de la Inglaterra capitalista, entonces un factor de progreso. En la época del capitalismo decadente son los hambreados de Filipinas, de los países de América Latina que señalan la vía en la cual camina la humanidad si la forma burguesa de dominación de clases se mantuviese. ¿Estamos exagerando? Observemos al jefe de fila del imperialismo, los Estados Unidos, donde han sido censados 30 millones de pobres. ¿Estamos exagerando? ¿La CEE no ha puesto en marcha en Europa la organización en baldío de millones de hectáreas de tierras cultivables cuando en el mundo cientos de millones de hombres, mujeres y niños subsisten en un estado de miseria absoluta? La FAO debe admitir que esta política de destrucción de capacidades de la producción agrícola conducirá a la penuria incluso en los países avanzados. Toda la economía mundial bajo la dominación del capital financiero ha entrado en un periodo de trágica anarquía y empobrecimiento de las masas populares. El mantenimiento de la dominación imperialista y las consecuencias que resultan de ello demuestran que el sistema del beneficio lleva a un aplastamiento de la economía, a la regresión de la economía, al retroceso de la humanidad hacia la barbarie y el salvajismo.

Entonces ¿qué forma política de gobierno puede garantizar a las masas trabajadoras el derecho a la vida y abrir el camino hacia una humanidad liberada del caos, de la explotación y la opresión? La respuesta está dada por el Programa de Transición. Una forma de gobierno político basado en los órganos de poder englobando a todos los trabajadores de las ciudades y el campo, de todas las empresas y de todas las profesiones, sea cual sea su nivel de calificación y por ello susceptibles de formular las necesidades de las masas trabajadoras. Una forma política que englobando igualmente partidos y sindicatos, respetando su independencia política, realice la unidad de los trabajadores y sus organizaciones. Tal forma política estableciendo la elección de diputados revocables y reelegibles en todo momento, según decisión de sus mandatados, excluya la delegación permanente de diputados que constituyen una élite superior. Tal forma política excluye el monopolio de la representación de un solo partido. Este es el gobierno de los consejos obreros y populares, englobando todas las masas en su densidad social y política.

Un mismo movimiento histórico une la revolución social de los países bajo la dominación burguesa y la revolución política en la URSS y en los países del Este. El programa de la IV Internacional de 1938 estableció el pronóstico.

En los procesos revolucionarios que están en curso y que abracan toda una etapa histórica, es inevitable que se entrecrucen las expresiones sociales, institucionales, políticas de las clases que están en lucha: Iglesias de todas confesiones, burocracia soviética con sus contradicciones y sus agencias nacionales, aparatos social-demócratas, nacionalistas burgueses y pequeño-burgueses, tendencias diversas y grupos, independientes o ligados, a diverso nivel a los aparatos burocráticos del movimiento obrero y a las organizaciones nacionalistas.

Es inevitable que todos estos factores hagan presión sobre la IV Internacional y sus secciones. Nuestra tarea es aprender a diferenciar, a partir de los intereses de las masas, en consecuencia con la ayuda de los principios del programa, lo que en este maremágnum constituye una primera y confusa expresión de la marcha hacia la Revolución y lo que es la expresión de intereses ajenos a los intereses de las masas trabajadoras.

Actualmente vivimos un momento histórico en el cual surgen los elementos para una nueva selección de la vanguardia. León Trotsky escribía en 1935: “Los marxistas franceses, como los de todos los países, deben en cierto sentido recomenzar de nuevo, pero a un grado histórico más elevado que sus predecesores”.

¿Podemos dudar que, en la complejidad del proceso revolucionario, haya una gran diversidad de opiniones políticas, múltiples confusiones, incluso en nuestras filas? En la etapa actual de la crisis revolucionaria mundial, a diversos niveles en Birmania, África del Sur, Argelia, Palestina, América Latina, Polonia, países del Este, Europa, etc.… donde están en marcha centenas de millones, es absolutamente inevitable que se entremezclen tendencias que el movimiento obrero había superado en el curso del combate emprendido desde el manifiesto del Partido Comunista, con tendencias a la recomposición del proletariado “sobre un nuevo eje”.

A todo lo largo de la historia del movimiento obrero, el combate por organizaciones obreras independientes, partidos y sindicatos, fue constante a fin de ayudar a la “constitución de los proletarios en clase, para la liquidación de la dominación burguesa, (la) conquista del poder político por el proletariado” (Manifiesto del Partido Comunista). El programa marxista de transición, basado en toda la experiencia histórica, incluyó los principios del Manifiesto de Marx y Engels, como base del bolchevismo que establece la necesidad del partido para ayudar al movimiento revolucionario de las masas.

El programa excluye el dogmatismo, “el pensamiento revolucionario, no tiene nada en común con la idolatría. Los programas y pronósticos se verifican y se corrigen a la luz de la experiencia que es, para el pensamiento humano, la instancia suprema” (León Trotsky). Estimamos, partidarios de la IV Internacional, que el Programa de Transición adoptado en 1938 fue verificado por los acontecimientos hasta hoy día. Pero no presentamos el programa como ultimátum. Decimos que hay que hacer el trabajo indispensable de construcción de partidos obreros independientes. Proponemos el programa sobre el cual estamos organizados en secciones de la IV Internacional como base de discusión. Pues es solamente por la discusión política libre y la más amplia confrontación, en pocas palabras por la aplicación de las reglas de la democracia obrera y su respeto, que serán superadas las dificultades y los obstáculos introducidos en la lucha de clases por los partidos de colaboración de clases.

Toda la experiencia en la lucha de clases demuestra que un partido obrero independiente, una Internacional, son indispensables en razón de que el resultado final de la lucha de clases no es obtener un cambio en la sociedad burguesa. Se trata de la existencia misma de la humanidad arrastrada al abismo por el imperialismo.

Y para cumplir las tareas revolucionarias, no hay solución a la medida. El marxismo es el método científico de construcción organizada del instrumento indispensable para ayudar a las masas a actuar ellas mismas para su emancipación. Pero la solución no figura en ningún libro. Partimos de la IV Internacional, establecemos, con la ayuda del programa; que no hay otra salida a la crisis de la humanidad que el socialismo garantizado por la abolición de la propiedad privada de los grandes medios de producción y por la democracia obrera. Dificultades sin número surgieron. Otras surgirán. Nosotros perseveraremos.

Y no hay nada de contradictorio en constatar la complejidad del proceso revolucionario y concluir que para los revolucionarios las cosas son simples.

Las cosas son simples: partir de lo que existe y para comprenderlo, partir del programa. La victoria de la revolución mundial se ha retrasado, ello ha conllevado sufrimientos y fracasos; pero los fracasos en el camino de la Revolución, organizados conjuntamente por las traiciones social-demócratas y estalinistas, hacen resaltar en particular la potencia del movimiento revolucionario de las masas, la receptividad de los obreros, de la juventud a las ideas políticas, a los principios enunciados en el Programa de Transición. Nadie puede prever las etapas inevitables, las combinaciones imprevistas, por las cuales proseguirá la marcha hacia la revolución, pero el marxismo sigue siendo el único método científico, porque unificando la teoría y la práctica, suministra el único medio político –y de organización- para elevar el combate de la vanguardia a la altura de las necesidades de la historia.

Para concluir, a riesgo de repetirnos, decimos: es en el plano de la práctica organizada que los acontecimientos lo verificarán, no es por medio de las palabras sino por la vida que las discusiones y divergencias serán saldadas. Es absolutamente inevitable que se desarrolle la mayor diversidad de opiniones políticas, pues la marcha hacia la Revolución mundial que englobando centenas de millones, a través de todos los continentes llevará a la superficie, en todas partes, en todos los países, en todas las organizaciones, las escorias producto de la descomposición del sistema del imperialismo y de la burocracia, y los elementos avanzados en la búsqueda de soluciones progresistas. Todo se entrecruzará. Las diferenciaciones se realizarán en todas partes. Fieles al marxismo, al bolchevismo, a los principios del programa, no nos dejaremos apartar de nuestro camino. Pues el imperialismo está condenado. Pues los usurpadores burocráticos están condenados. Pues la crisis revolucionaria proseguirá a través de fracasos y avances ella se extenderá. Y es ella la que suministra los materiales para, a la luz de los principios del programa, elaborar los medios para construir la IV Internacional. Y es bien esto lo que no nos perdonan.

Pierre Lambert.

18 de abril de 1989.


[1] Lambert, Pierre (seudónimo de Pierre Boussel); nacido en 1920 en Montreuil, Francia. En 1935 se afilia a las Juventudes Comunistas de las que es expulsado por su internacionalismo. Se afilia después a las juventudes socialistas revolucionarias y a la Izquierda Revolucionaria de la SFIO; en 1937 se une al PCI de Raymond Molinier y se afilia al PSOP de Marceau Pivert en 1938. Tras la declaración de guerra y el hundimiento del PSOP, contribuye a la reconstitución del grupo Molinier. Es detenido en 1940,  condenado a trece meses de cárcel por atentar contra la seguridad del Estado. Se fuga durante su traslado. Participa durante la guerra en la actividad de la CGT clandestina y en la construcción de sindicatos clandestinos en las fábricas en las que trabaja (Francia está ocupada por el Ejército nazi). En 1944 está en el Comité Central del Partido Comunista Internacionalista unificado (Sección francesa de la IV internacional) cuya Comisión Obrera dirige. En 1950 organiza una delegación de sindicalistas a Yugoeslavia para establecer la verdad sobre la Yugoeslavia de Tito que Stalin califica de fascista. Por esta acción es expulsado de la CGT. 1952, crisis en la IV Internacional, Lambert anima a la mayoría del PCI para que rechace la política revisionista de Michel Pablo, secretario de la Internacional. La Sección francesa es expulsada por haber rechazado el dictado de Pablo que instaba a entrar en el Partido comunista francés y a someterse a la disciplina de la burocracia stalinista, que supuestamente iba a construir “el socialismo a su manera”. En 1953 preside el Comité Internacional por la Reconstrucción de la IV Internacional. Se publica en 1958 el No. 1 de Informations Ouvrieres (Informaciones Obreras), Tribuna libre de la lucha de clases.  Se afilia en 1961 a Force Ouvriere (Fuerza Obrera) y es responsable durante varios años de la sección sindical de FO de la Seguridad Social en la región parisina. Entre 1983 y 1985 impulsa la discusión sobre la “transición” hacia la construcción del partido y de la Internacional, que da lugar en Francia en 1985 a la constitución del Movimiento de un Partido de los Trabajadores (MPPT) y en el ámbito internacional a las conferencias mundiales abiertas. El resultado de ésta discusión es la fundación del Partido de los Trabajadores y del Acuerdo Internacional de los Trabajadores y los Pueblos. Fue el  principal dirigente de la IV Internacional reproclamada en 1993. Fallece en París, el 16 de enero de 2008.

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