A continuación presentamos el articulo editorial del número 26 de Transición, boletín de la LCI, suscríbete y apóyanos

La elección presidencial en los Estados Unidos marca la situación internacional y en particular la relación que el imperialismo norteamericano mantendrá con el gobierno mexicano.
Millones de norteamericanos expresaron su descontento con el gobierno de Donald Trump a su política racista, lograron disipar las intenciones de este de declarar un fraude. Sin embargo, la elección de Biden no implica un cambio sustancial en la política norteamericana, tal vez solo cambien las formas pero en el fondo Biden representa los intereses de los grandes empresarios y del imperialismo, no por nada fue el candidato por el cual apostó Wall Street.
¡Cambió de jinete, pero no de caballo!
La apuesta de los círculos empresariales es Biden gobierne con una mayor legitimidad que la administración Trump y así impulsar los planes para cargar a la clase trabajadora y los países oprimidos el peso de la crisis económica, acelerada por la aparición del COVID 19. Muestras de ello, es el llamado de Biden a los líderes sindicales y empresariales a trabajar de manera conjunta (ver artículo página 21), el cierre de filas de los aparatos políticos a nivel internacional a favor de Biden, como se pudo evidenciar con el apoyo implícito y explícito de los gobiernos de todos los colores desde los conservadores, los socialdemócratas y hasta los gobiernos” progresistas” que saludaron entusiastamente este triunfo electoral.
El cambio de jinete se da cuando en todo el mundo las manifestaciones de descontento se multiplican, interrumpidas por las medidas de la pandemia, las movilizaciones se reactivan ante la gravedad de los golpes que azotan a la clase trabajadora, los jóvenes y las mujeres: la votación masiva contra la constitución de Pinochet en Chile, las protestas en Perú acompañadas por el llamado a una asamblea constituyente, las manifestaciones contra las limitaciones de las garantías individuales en Francia y una huelga de más de 250 millones de trabajadores en la India.
En el propio corazón de los Estados Unidos la lucha de clases mostró una agudización en los últimos meses, destacando las movilizaciones contra la violencia policiaca y el racismo, a través de movimiento Black Live Matters, que han mostrado la desigualdad estructural del régimen norteamericano, que requiere de la segregación racial y la represión para aumentar la explotación de los componentes negro y latinos de la clase obrera norteamericana, mientras que se multiplican también los grupos de ultraderecha armados para la defensa del régimen de la propiedad privada.
La apuesta por Baiden busca hacer pasar los planes de rescate, pero con un mayor consenso, busca canalizar el descontento a través de un rostro más “humano” o del “mal menor” el del Partido Demócrata, respaldado por las direcciones de los sindicatos.
El papel de Bernie Sanders no es menor en este operativo, bajo la capa del “socialismo”, organizó a miles de jóvenes quienes pusieron su energía en apoyar su campaña, miles de norteamericanos que buscan las vías para una transformación de la sociedad, una mayor igualdad y más derechos. Su negativa a desafiar al partido demócrata, su posición de sometimiento a su dirección y apoyo a la campaña de Biden, canalizaron esta energía al marco del juego de los partidos gemelos.
Como lo plantean los camaradas de Socialist Organizer “Será necesario actuar independientemente del Partido Demócrata, en el lugar de trabajo y en la arena política, si la mayoría de la clase trabajadora ha de sobrevivir a la barbarie de un sistema capitalista en su agonía mortal” es necesaria la organización de un Partido de los Trabajadores en EUA, que integre a todos los componentes del proletariado norteamericano, en particular a los afrodescendientes y latinos.
El cambio de dirección en el imperialismo norteamericano, no será muy benéfico para la relación con México.
El gobierno de Trump se caracterizó por aumentar la presión, primero a Peña Nieto a quien le impuso la renegociación del T-MEC (avalado y firmado por AMLO), una profundización del TLCAN, para beneficiar aún más a las empresas norteamericanas y auxiliarlas en la crisis y su enfrentamiento con China. Así como la construcción del muro de 6 metros de alto a lo largo de la frontera común (3,000 km).
Posteriormente, con AMLO en el poder, Trump amenazó con la imposición de aranceles de hasta 25% en las importaciones desde México, si el gobierno no tomaba medidas en contra de la migración centroamericana, el llamado Pacto Migratorio, mediante el cual la Guardia
Nacional se convirtió en el muro que necesitaba Trump en la frontera sur de México, realizando las labores de la “migra”, generando escenas dramáticas de represión a familias enteras.
Pero más allá de la aceptación de Marcelo Ebrad y AMLO, la cual rechazamos, estas medidas se imponen por la dependencia económica que mantiene México con la economía norteamericana, profundizada con el propio TLCAN, por la pérdida de nuestra soberanía alimentaria y la privatización de nuestras empresas y recursos naturales. La aceptación del T-MEC no viene más que a perpetuar esta situación.
El gobierno de AMLO, aceptó el chantaje de Trump y la relación con este se caracterizó por la sumisión, disfrazada de colaboración a grado tal que se interpretaba un apoyo implícito del presidente en la campaña electoral (el ser el último gobierno en reconocer a Biden, solo acentuó esa percepción), situación que se presenta como desfavorable ante el nuevo gobierno.
Biden y el Partido Demócrata mantienen una relación cercana con los partidos de oposición en México (PRI-PAN) y con las cámaras empresariales, quienes buscan eliminar cualquier reforma progresista impulsada por el presidente y presionan a la continuidad del modelo neoliberal. La historia de la relación EUA- América Latina muestra que los gobiernos demócratas son mucho más activos en el intervencionismo, los mecanismos aprobados en el T MEC serán una herramienta más en ese sentido, como lo vemos ya con la amenaza de sanciones a México por las medidas tomadas en el sector energético (fortalecimiento de la CFE).
Un gobierno inmerso en sus contradicciones
En el ámbito nacional se profundiza, la crisis de la pandemia de COVID 19. La segunda ola de infecciones ha golpeado a varias entidades del país, particularmente a la clase trabajadora. Como lo denunciamos en las páginas de Transición esto se debe en buena medida por la violación de los decretos presidenciales y la “reactivación económica”, a lo que se suma la incapacidad del sector salud para poder dar cabida a los miles de enfermos que se presentan día a día.
Desde el inicio de la pandemia fueron los grandes empresarios quienes se negaron a acatar las recomendaciones, la industria maquiladora y automotriz a la cabeza, donde se ha dado un mayor número de contagio y de muertes. El gobierno cedió a las presiones de las casas matrices en los Estados Unidos y las consecuencias las vivimos todos.
La necesidad de tomar medidas de emergencia para salir de la pandemia y para salvar a la clase trabajadora está a la orden del día, en particular el aumento de las contrataciones en el sector salud, la ampliación del presupuesto, la dotación de medicamentos para el tratamiento, el cierre de las empresas no esenciales sin despido o descuento para los trabajadores, la implementación de pruebas masivas (ver articulo página 19).
Otro elemento que ha cimbrado al actual gobierno ha sido el caso “Cienfuegos” (ver articulo) que ha mostrado la contradicción entre el discurso anticorrupción y de promoción del “juicio a los presidentes pasados”, con el encubrimiento a este general involucrado con la militarización el narcotráfico y la desaparición de los 43 normalistas, la extradición sin cargos muestra el poder factico de las fuerzas armadas que presionan con retirar su apoyo al gobierno de AMLO.
A pesar del apoyo de millones de mexicanos, el gobierno de AMLO ha optado por apoyarse en los grupos de poder, como las fuerzas armadas y las televisoras, en los sindicatos charros y los grupos políticos locales, a nombre de eliminar los intermediarios en los programas sociales desconoce a los movimientos sociales y agrupamientos democráticos que le brindaron su apoyo.
Diálogo sin solución
Es un hecho que sigue existiendo un apoyo popular, las últimas encuestas muestran que la mayoría de los mexicanos respaldan al presidente, pero este apoyo cada día es más crítico, y existe una diferenciación entre AMLO y a su partido, que se reflejó en las elecciones estatales en Hidalgo y Coahuila, pero también en las proyecciones para las elecciones del próximo año donde no se presenta la tendencia al voto parejo y masivo por MORENA.
En buena medida esta diferencia es la expresión de las contradicciones en la 4T, la acción de los gobiernos estatales y municipales, de las dependencias de la administración federal que actúan al igual que los gobiernos pasados, aumentando el descontento social, aunque este no va dirigido directamente hacia el presidente.
Los movimientos sociales y sindicales se enfrentan a la contradicción de que sus demandas son escuchadas, pero no son resueltas, por dar ejemplos: en lo relacionado con las demandas de los sindicatos independientes, estas son retomadas por la Secretaria del Trabajo, pero no son resueltas, como es el caso de la huelga de NOTIMEX, que lleva más de 9 meses, situación que se ha generalizado en otros conflictos, donde el desgaste juega en contra de los trabajadores (Huelgas en Chapingo, la UAM…), lo que sucede en la industria automotriz, donde los intentos de libertad sindical se topan con los despidos y la falta de resolución por parte de las autoridades (ver llamado a jornada de acción página 8), o la constante violación a los derechos laborales en el campo y la ciudad.
Otro ejemplo claro de ello es lo que sucede en Baja California, donde la represión a los activistas y movimientos sociales ha aumentado y donde a pesar de los anuncios del cierre de la Constellation Brands por parte de AMLO, el gobierno estatal y municipal de Mexicali actúan para burlar la voluntad popular (ver artículos paginas 7 y 13).
La represión a las mujeres que luchan por los derechos democráticos y contra los feminicidios ha sido otro aspecto, mientras que el programa político de MORENA, plantea la defensa de la mujer contra toda forma de desigualdad o explotación y promueve la interrupción legal del embarazo, las acciones de gobierno y legislativas han ido a contracorriente; la criminalización del movimiento de las mujeres y la represión en Cancún (ver articulo página 14) se impone ante la demanda de alto a los feminicidios y la violencia contra la mujer agudizada en las condiciones de la pandemia.
El descontento social va en aumento, pero a diferencia del pasado no ha generado movilizaciones de carácter nacional ante la falta de referentes organizados que retomen las demandas en términos de independencia de clase, lo que permite que las direcciones de los partidos tradicionales busquen cooptar las luchas como sucede con los movimientos feministas, algunos de ellos abrigados por el PAN y el PRI.
El escenario ante las nuevas elecciones
Al tiempo que se presenta este escenario, comienza a desarrollarse la dinámica electoral, marcada por la quiebra de los partidos del régimen del PRIAN y una descomposición acelerada del partido MORENA.
La oposición se agrupa en un frente común contra AMLO en un arco que va de la derecha conservadora y facistoide (FRENAA, México Libre) pasando por los partidos tradicionales (PRI PAN PRD MC…) y las cámaras empresariales, quienes han ensayado varias formas de alianza (BOA, Sí…) en la búsqueda de sacar a AMLO del poder y de frenar cualquier intento de cambio que perjudique los intereses de la oligarquía.
Por su parte MORENA, se enfrenta a una disputa interna por las próximas candidaturas, en la cual la base del partido se encuentra marginalizada. La elección de la dirección nacional del partido es una muestra de la antidemocracia en este partido, se realizó mediante una encuesta a los militantes, sin discusiones, asambleas o congresos donde se someta a la discusión las propuestas programáticas y políticas, sin la posibilidad de una votación de la militancia, lo que evidencia la desconfianza de las personalidades del partido con la militancia y sus propios cuadros, dejando la toma de decisiones a la cúpula del partido que no responde en su acción a las bases.
En ese sentido la nueva dirección nacional ha aprobado una alianza electoral a nivel nacional con el Partido Verde, Nueva Alianza y PT, a la cual se suma el apoyo de los partidos que por impedimentos legales no pueden coaligarse (Redes Sociales Progresistas, Fuerza Social por México, ligadas al charrísimo sindical y encuentro Solidario, ex Encuentro social, de las iglesias evangélicas).
El método de selección de las candidaturas en el caso de los Gobernadores y Diputados, será a través del método de la encuesta, que descarta a aquellos militantes del partido que no tengan recursos económicos para difundir su imagen, que elimina la discusión programática y el segundo criterio será el reparto de candidaturas a los otros partidos de la alianza. Esto prefigura que, como en las últimas elecciones locales, las candidaturas serán acaparadas por los grupos de poder locales que saltan de un partido a otro para mantener su influencia.
Entre algunos de los sectores activos de MORENA y PT ha surgido el descontento, al ver que serán los mismos caciques y corruptos del PRIAN quienes se presentarán a nombre de sus partidos. Aquellos que aspiran a un cambio, ven frustradas sus esperanzas y se enfrentan al mismo escenario que ya vivían y a los mismos personajes contra los que han luchado, Las declaraciones del presidente en relación a que el escenario está dividido entre “Conservadores contra liberales”, quienes se oponen al cambio y quienes apoyan la “Cuarta Transformación”, no hace más que legitimar esta situación, donde los viejos políticos se cuelan de manera oportunista.
Por un partido obrero independiente, por candidaturas de clase en las próximas elecciones.
Más allá de las disputas en los partidos, la realidad es que ninguno de los dos bloques, pese a sus declaraciones, retoma las demandas de la población, claramente la alianza amplia de la oposición no representa en nada los intereses de la población, pese a que de manera propagandística quiera hacerlo parecer, pero la memoria del pueblo de México pesa sobre ellos, mientras que el bloque encabezado por MORENA tampoco pretende impulsar una trasformación de fondo, como lo muestra su política sobre el outsorcing (ver articulo) y la negativa a echar atrás las reformas estructurales.
Es necesario entonces presentar una alternativa al escenario polarizado que plantea el presidente, en el cual los intereses de la clase trabajadora, de los pueblos indígenas y sectores explotados no aparecen, donde estos sectores solo son tomados como masa de maniobra, como ejercito de votantes en la disputa interburguesa.
Es preciso avanzar en la independencia política de la clase trabajadora a través de la construcción de un Partido Obrero Independiente, una herramienta de lucha no solo electoral, sino primordialmente social, un agrupamiento de la vanguardia de la clase obrera que actué los 365 días del año organizando y actuando en las luchas concretas, un embrión de este partido es la OPT en la que actuamos los militantes de la LCI y que se propone una lucha anticapitalista y por la emancipación social.
Creemos que un primer paso para relanzar el proyecto de un POI, puede ser presentar candidaturas de clase en las próximas elecciones, con o sin registro, basadas en un programa político propio, que presente una alternativa que rebase a MORENA por la izquierda, que ponga en el centro la necesidad de disputar el poder político a la oligarquía, con una plataforma que responda a lapregunta ¿Qué medidas concretas deberá tomar un gobierno para salvar a la clase trabajadora ante la crisis económica y la pandemia?
Te invitamos a leer nuestro boletín, a abrir un dialogo con nosotros y participar en las discusiones que impulsamos en la vía de la construcción de estas candidaturas.