
El 19 de julio, el SBOu (policía política) procedió al allanamiento del domicilio del célebre militante de los derechos humanos ucraniano Volodimir Tcheremis. Ese allanamiento estuvo acompañado de golpes e insultos. En nombre del artículo 436-2 del código penal, que castiga a los culpables de “negación de la agresión del ejército de la Federación rusa contra Ucrania”, Tcheremis está amenazado de caer en un proceso que podría condenarlo a ocho años de prisión. ¿Quién es Volodimir Tcheremis? ¿Un agente de Putin? No. Es un hombre “respetable” que contribuyó en la redacción de la Constitución de Ucrania en 1992 y uno de los fundadores, en 2001-2002, de la coalición “Ucrania sin Koutchma” (antiguo presidente pro-ruso que fue derribado en el 2004). Su “crimen”: animar un canal de información independiente sobre la cadena Telegram en relación a la represión contra los militantes obreros y de izquierda. En efecto, Tcheremis está lejos de ser la primera víctima de la represión del gobierno de Zelensky.
Éste último, desde el 24 de febrero, día de la agresión militar rusa contra Ucrania, decretó la ley marcial que le permite a las autoridades militares efectuar tareas de “represión de los desórdenes interiores”, y extiende los poderes de los servicios especiales, entre los cuales los del SBOu (que, como el FSB ruso, es heredero directo de la KGB). Mientras que en Rusia el régimen de Putin reprime y echa en prisión a todos los opositores de la guerra, el gobierno de Zelensky -considerado como el campeón de la “democracia” por la OTAN y los gobiernos imperialistas de Europa y de los Estados Unidos- actúa en el mismo sentido. A finales de marzo, hizo prohibir la existencia de once organizaciones políticas, todas acusadas de ser “pro-rusas”, lo que está lejos de ser el caso para todas.
En realidad, de la misma manera en que el régimen de Putin en Rusia busca utilizar la guerra para intentar prohibir toda expresión de la lucha de clases, el gobierno de Zelensky utiliza la agresión rusa para llevar a cabo todas las contra-reformas anti-obreras que no podía imponer con anterioridad a los trabajadores ucranianos. El 15 de marzo, hizo adoptar a la Rada suprema (el Parlamento) la ley n° 7160, una “reforma” del Código del trabajo que había fracasado de imponer en tiempos de paz: suspensión de convenciones colectivas, mutaciones forzadas, reducción del descanso semanal, puesta en entredicho de los derechos de las mujeres trabajadoras y, por supuesto, puesta en entredicho de las prerrogativas de los sindicatos, todo esto al centro de dicha “reforma”. El 20 de julio, de nuevo, la Rada adoptó una nueva “reforma” del trabajo, que permite a toda empresa de menos de 250 asalariados (o sea, la mayoría de las empresas) imponer contratos de trabajo individuales, incluidas las modalidades de despidos. La confederación sindical KSPOu ve en ello un ataque a las convenciones de la Organización Internacional del Trabajo ratificados por Ucrania. En la continuidad de todos los ataques al Código de trabajo de la época soviética, llevados a cabo desde el inicio delos años 2000 en nombre de la “des-sovietización”, el proyecto de ley n° 5371 fue elaborado por una comisión presidida por el antiguo presidente georgiano (quien se volvió ciudadano ucraniano) Mikhaïl Saakachvili y que agrupa a los representantes de los patrones y la agencia del gobierno norteamericano USAID.
Si bien el régimen ucraniano es, al mismo tiempo que el de Putin en Rusia, el representante político de los oligarcas mafiosos que saquean a las antiguas repúblicas soviéticas desde hace más de treinta años, utilizando los mismos métodos mafiosos y autoritarios, la diferencia más grande se sitúa en el grado de subordinación al imperialismo norteamericano. De esta manera, tratándose de la puesta en práctica de las reformas anti-obreras, Zelensky declaraba orgullosamente algunos meses antes de la guerra: “Todo el mundo me lo ha dicho, -los europeos, el FMI, la BERD (1), el Banco Mundial… – todos están felices e incluso me dicen: desaceleremos un poco” (2).
……………………………………….
Dominique Ferré
_____________________________________-
(1) Fondo Monetario Internacional, Banco europeo de reconstrucción encargado de las privatizaciones en Europa de Este.
(2) Citado por Olga Baysha en su libro Democracia, populismo y neoliberalismo en Ucrania (diciembre del 2021).