Mujeres y TLCAN

Articulo extraído del numero 11 del Boletín Transición (órgano de los militantes del CORCI en México)

Hemos visto cómo en el sexenio de Enrique Peña Nieto, en complicidad con todos los partidos del régimen, han aprobado reforma tras reforma, mismas que sólo apuntan a precarizarnos, bajo las peores condiciones laborales, con aumentos salariales risibles, mientras el costo de la canasta básica aumenta cada vez más. Ante el ataque a nuestros derechos laborales, distintos sectores han reclamado que mientras dejamos nuestras vidas en los trabajos, no nos alcanza para vivir.

Nosotras mujeres y pertenecientes a la clase trabajadora unimos nuestras voces a todos los que se posicionan contra el TLC y el muro de Trump, por constituir una grave amenaza que hipoteca nuestro futuro, amenaza derechos fundamentales (a la educación, a la salud, al agua, por ejemplo) para convertirlos en productos mercantiles y sacrifica en aras de una supuesta “competitividad” a los sectores sociales más vulnerables para beneficio de grandes empresas

Aunque los funcionarios de gobierno y políticos de los partidos que representan los intereses de los grandes capitales digan que el TLCAN y su renegociación traerá mayores oportunidades

El TLCAN afecta en forma particular a las mujeres.

Aun a las que no laboran y se quedan en casa. La precarización de las condiciones de vida y la disminución del salario real empujan a cada vez mas miembros de la familia a trabajar. Cuando en nombre de la productividad se sacrifica la calidad del trabajo, el nivel de ingreso o las condiciones laborales de la población trabajadora, los empleadores saben que las más dispuestas a aceptar esas condiciones son las mujeres con mayores responsabilidades familiares. No es de extrañar que las empresas en la época de la globalización se estén «feminizando». Lo que hasta ayer era un obstáculo para acceder el trabajo, la falta de capacitación, el ser mujer joven y sin experiencia, y el ser madre, se han convertido en una ventaja comparativa, gracias a una relación perversa que hace de la falta de opciones de las mujeres una oportunidad de sobreexplotación y mayor ganancia para los empresarios.

Ejemplo 1: Las empresas de San Diego EUA, son beneficiarias de un valor en mercancías de alrededor de 49,000 millones de dólares anuales ¡400% más que en 1994!. Gran parte de su producción se realiza al otro lado del muro. El secreto: los bajos salarios que se pagan en Tijuana y la escasa protección de salud y prestaciones.

Ejemplo 2: Las empresas que comercian con hortalizas y frutas en Estados Unidos como Driscoll´s reciben mayores ganancias gracias al trabajo semiesclavo que realizan las manos de jornaleros y jornaleras (niñas y niños incluidos) del Valle de San Quintín Baja California, México.

Si se sigue creyendo que una mujer que cuida a sus nietos para que su hija pueda ir a una fábrica, que la adolescente que sale corriendo del colegio para preparar la cena a los hombres de la familia, o la adulta que al regresar del trabajo se desvela cuidando a un padre anciano no son esenciales al sistema productivo, será fácil creer que las mujeres no tenemos nada que decir, como mujeres, sobre política económica y en particular sobre el TLC.

Al negar esta realidad, se cree, o se actúa como si ese trabajo de las mujeres en la esfera reproductiva es un bien natural, que está ahí y no requiere ningún esfuerzo generarlo. Por la misma razón, pareciera que la capacidad de las mujeres de asumir responsabilidades en esa esfera fuera ilimitada, que no compite con el considerado “trabajo de verdad”.

Las dobles y triples jornadas de trabajo obligadas culturalmente que las mujeres realizamos (trabajo, casa, cuidado de los hijos) nos desgastan, limitan nuestras oportunidades de acceso al estudio y a mejores trabajos, y descapitalizan a esta mitad de la población. Esto se convierte en un círculo vicioso que, de no ser atacado explícita y decididamente, profundiza generación tras generación las exclusiones sociales de género.

Cuando la salud, la educación, el agua, la energía, las comunicaciones y otros servicios que representan derechos básicos, se privatizan, la implicación sobre la población de menor poder adquisitivo no es solamente un deterioro de su calidad de vida. Para las mujeres representa suplir con esfuerzo personal, con más horas de trabajo y más desgaste, lo que anteriormente ofrecía el Estado.

Cuando es la lógica del mercado la que impera, quebrando el principio de solidaridad social, cada familia queda a merced de su propia posibilidad, y en las mujeres se depositan mayores responsabilidades de llevar todos los días el barco a buen puerto, con los cada vez más disminuidos recursos familiares.

Esta precarización ha arrastrado a toda la sociedad a una creciente ola de violencia a gran escala, donde se ha exacerbado la que se ejerce hacia la mujer no solo en el ámbito personal-sentimental doméstico sino en el ámbito laboral, esto ha generado un incremento en la tasa de feminicidios (aumento de 85% solo de casos reportados en México entre el 2000 y 2015) y desapariciones forzadas para alimentar a las redes de trata.

Y qué decir de las migrantes en EUA y que tras el inicio de la construcción del muro han aumentado las deportaciones y se incrementan las condiciones para mayor explotación en EUA.

Todo en el tratado de libre comercio entre estados unidos, México y Canadá beneficia claramente a las empresas estadounidenses, y sentaron las bases para garantizar los mayores beneficios a través de la degradación de las condiciones de trabajo en México, y también de despidos y pérdidas de conquistas laborales en estados unidos.

El Tratado de Libre Comercio de América del Norte es uno de los instrumentos de la globalización y ha servido para explotar a la mano de obra mexicana y saquear los recursos naturales de México y Canadá.

¿Para qué renegociarlo? ¡ABAJO EL TLCAN!

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