La discusión a nivel mundial se ha centrado en relación a la vacunación en contra del COVID, las más grandes compañías farmacéuticas han presentado sus vacunas y en pocas semanas han acumulado millones de dólares en ganancias.
La patente de las vacunas pertenece a 7 grandes laboratorios privados, quienes se han beneficiado de la inversión para investigación y desarrollo otorgada por los gobiernos, con los impuestos de sus ciudadanos (ver cuadro). En otro claro ejemplo del aprovechamiento de la burguesía de los recursos públicos, que desmiente que en el sistema capitalista la innovación y el empredurismo son los que desarrollan la tecnología.

Guerra de las Vacunas
Las grandes potencias, han entrado en una desenfrenada carrera para monopolizar el acceso a las vacunas, apenas el pasado 29 de enero la Unión Europea aprobó medidas para impedir la salida de vacunas del bloque comunitario, aun y cuando los contratos comprometidos prevén la compra del triple de las vacunas necesarias para la población de Europa (acordó la compra de 600 millones dosis de Pfizer, 160 millones de Moderna, 400 millones de AstraZeneca, 400 millones de Curevac, otros 400 millones de Johnson & Johnson y 300 millones de Sanofi. Un total de 2.260 millones de dosis), en el caso de Canadá se han realizado contratos para comprar cinco veces más vacunas de las necesarias para su población. La demanda de las grandes potencias ha llevado ya a un colapso de la producción.
La OMS ha denunciado que los países pobres no tendrán acceso a la vacunación masiva al menos en dos años, Tedros Adhanom Ghebreyesus, en el discurso de apertura del Comité Ejecutivo de la OMS dijo: «El mundo está al borde de un catastrófico fracaso moral, y el precio de ese fracaso se pagará con vidas y empleos en los países más pobres», de los 39 millones de vacunados por ahora, en 49 países, representan apenas un 0,5 % de la población mundial, y solo se han vacunado a 25 personas en los países más pobres (18 de enero).
La propuesta de la OMS ha sido la participación de los países más ricos en un fondo de donación de vacunas para las naciones más pobres, que es totalmente insuficiente. (fuente:BBC.com)
La guerra de las vacunas, es una expresión de la crisis del sistema capitalista en putrefacción, como se ha descrito en el “manifiesto de alarma” del CORCI, se trata de la acción de las Fuerzas Destructivas, sobre la humanidad, donde opera la lógica del mercado capitalista, privilegiando el lucro y la ganancia por sobre la vida de los millones de trabajadores.
Mientras miles de familias sufren la perdida de sus seres queridos, adquieren deudas enormes para pagar sus tratamientos, sufren medidas policiales de restricción de derechos, la violación de sus derechos laborales, las rebajas salariales y el desempleo, perdiendo así la certeza de un futuro inmediato, la burguesía internacional se aprovecha de la pandemia.
Los grandes monopolios capitalistas ganadores de la pandemia

Las grandes farmacéuticas, de las grandes potencias imperialistas, se han beneficiado de la pandemia, como lo muestra que las ganancias de las cinco multinacionales de la economía digital (Google, Amazon, Apple, Facebook, Microsoft) que en lo primeros 9 meses de la pandemia, registraron ganancias récord. Su capitalización de mercado está ahora valorada en 7 billones de dólares, (es decir el equivalente al PIB de Alemania y Francia juntos).
La situación llega a tal punto que:
“las ganancias combinadas de las 10 personas más ricas del mundo durante la pandemia del coronavirus alcanzaron los US$540.000 millones, según un reciente estudio de la organización Oxfam. Esta cantidad sería suficiente para evitar que los habitantes del mundo caigan en la pobreza a causa del virus y pagar una vacuna para todos…Su informe encontró que la riqueza total de los multimillonarios era equivalente al gasto total de todos los gobiernos del G20 para recuperarse del virus.” (fuente:BBC.com)
Las cifras de muertes se acercan peligrosamente a las de un conflicto armado generalizado. Para el 31 de enero los casos oficiales de contagio se contabilizaban en 102,8 millones y más de 2,2 millones de muertos en todo el mundo (Fuente RTV)
En este escenario, la mayoría de las muertes las ponen los trabajadores, particularmente los de los sectores más discriminados y excluidos, sin acceso a la seguridad social. La pandemia no ha pegado igual a ricos y pobres.
¿Se puede patentar el sol? Por un programa universal de vacunación gratuita
El monopolio de la vacunación por las grandes potencias solo agudizará las desigualdades sociales y agravará la crisis que se venía gestando. La lucha de los imperialismos por la reducción del costo de la fuerza de trabajo y de mercados tendrá una nueva dinámica perjudicial para los trabajadores a quienes de todas formas se carga el peso de la crisis capitalista.
Los efectos de la desigual distribución de la vacuna se verán acrecentados en el proletariado de los países que no alcancen a vacunar a su población “a tiempo”, donde las medidas de distanciamiento social deberán de alargarse más tiempo al igual que la llamada “recuperación económica”, a nombre de las cuales se llevan adelante feroces restructuraciones de contratos y empresas (un ejemplo de ello es la aeronáutica civil Aeroméxico, internet)
Para nadie es un secreto que la vacunación universal es necesaria y que mientras los países pobres no accedan a vacunas, la situación no podrá ser contenida. Situación que amenaza con una mayor condena y represión a la migración, el aumento de los nacionalismos y del racismo.
Un plan eficiente que garantice el acceso gratuito y universal a las vacunas es urgente. Pero este es obstaculizado por los intereses capitalistas y por la propiedad privada de los medios de producción, en particular de los medios para la producción y distribución de la vacuna.
El desarrollo en menos de 10 meses de vacunas que han resultado eficaces para el combate al COVID 19 es una muestra de los avances científicos y tecnológicos de la humanidad, de los resultados que pueden obtenerse cuando el esfuerzo conjunto de las mejores mentes científicas está enfocado en la solución de un problema de carácter mundial. Pero como ha sido explicado por los grandes autores marxistas, en particular por Lenin y Trotsky, cuando estos avances científicos son constreñidos a los intereses de una pequeña minoría, se muestra como las fuerzas productivas son contenidas evitando así el progreso universal.
Es necesario lanzar una campaña mundial, como la organizada por el virólogo soviético Víktor Zhdánov, quien, con su plan de aplicación gratuita de la vacuna de la viruela, proporcionando la formula y el apoyo técnico para la producción en masa, erradico esta enfermedad en la URSS y después a nivel mundial, en tan solo 30 años termino con un mal que había azotado a la humanidad por siglos
¿Qué lo impide? Las patentes que garantían el secreto comercial y limitan el acceso de todas las naciones a las formulas y los medios técnicos para replicarlas.
A esto es a lo que llamamos la barbarie, cuando la salud de la población puede ser garantizada por los adelantos científicos y tecnológicos, pero al mismo tiempo la gran mayoría de humanidad carece de acceso a ella por el beneficio de una ínfima minoría.
En 1953 Jonas Salk, virólogo norteamericano, publico en la revista Journal of the American Medical Association sus avances en la elaboración de una vacuna contra la Poliomielitis, la enfermedad infecto contagiosa más difundida en EUA, particularmente entre los niños de las clases populares. En 1955 sorpresivamente hizo pública su fórmula y dio una batalla ante el gobierno de aquel país para que se iniciara una campaña de vacunación universal. Desde ese instante, la incidencia de la enfermedad empezó a disminuir drásticamente.
Cuando los periodistas le preguntaron en una entrevista televisiva quién poseía la patente de la vacuna, Salk respondió: «No hay patente. ¿Se puede patentar el sol? Salk no quiso patentar su invento porque no quería rédito económico y su intención era que se diseminara por el mundo lo más rápido posible.
Las acciones de Salk y Zhdánov, contrastan dramáticamente con la situación actual.
¿No es entonces necesario poner a la orden del día la expropiación de las farmacéuticas y sus laboratorios, la socialización de las formulas y procedimientos técnicos para la elaboración masiva de la vacuna?
La salida inmediata a la pandemia pone de manifiesto una política de ruptura con el capitalismo y la tarea no será obra de quienes respetan el marco de la propiedad privada de los medios de producción lo que pone a la orden del día la necesidad de un gobierno obrero que lleve adelante esta tarea.
¿Cuál es la situación en México?
México es la 13 economía mundial de entre 189 naciones, es considerado como uno de los países con acceso a la vacuna, desde el inicio de la pandemia las autoridades gestionaron contratos y aportaron millones de dólares para la investigación y según el Secretario de Relaciones exteriores Marcelo Edrad, están garantizadas 100 millones de dosis proporcionadas en tres contratos con farmacéuticas. (fuente: SRE)
Pese a ello en las últimas semanas se ha registrado un retraso en la entrega de las vacunas, ejemplo de ello es que se esperaba para el 19 de enero la llegada de 400mil dosis, pero solo fueron traídas al país 200 mil, la mitad de las pactadas, debido a que los laboratorios pzier han dado prioridad a cumplir con los contratos con la Unión Europea, y esto aun antes de las medidas aprobadas el 29 de enero en Europa.
Pese a los contratos, el acceso a la vacuna esta sido condicionado por las farmacéuticas.